América Latina

2 mayo, 2019

Venezuela y el (nuevo) golpe que no fue

El martes pasado Venezuela amaneció conmocionada. El diputado y autoproclamado presidente encargado, Juan Guaidó, anunciaba la rebelión de un sector de las Fuerzas Armadas contra el jefe de Estado, Nicolás Maduro. Sin embargo con el correr de las horas el alzamiento volvió a mostrar la falta de apoyo interno que tienen estas acciones opositoras.

El martes pasado Venezuela amaneció conmocionada. El diputado y autoproclamado presidente encargado, Juan Guaidó, anunciaba la rebelión de un sector de las Fuerzas Armadas contra el jefe de Estado, Nicolás Maduro. Sin embargo con el correr de las horas el alzamiento volvió a mostrar la falta de apoyo interno que tienen estas acciones opositoras.

La primera medida de propaganda fue la liberación del dirigente del partido Voluntad Popular, Leopoldo López, de su prisión domiciliaria. Un grupo de no más de cien militares del Ejército y la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) acompañaron a Guaidó en ese acto que fue simbólico ya que el opositor sentenciado a 13 años de prisión por las 43 muertes sucedidas en las protestas de principios de 2014 estaba cumpliendo la condena en su casa de un acaudalado barrio de Caracas.

El autoproclamado presidente anunció entonces que «las principales unidades militares de la Fuerza Armada» estaban «dando inicio a la fase final de la Operación Libertad”. López, por su parte, sostuvo que se iniciaba la etapa definitiva «para el cese de la usurpación» de Maduro.

Se trataba del anuncio de un intento de Golpe de Estado para el cual Guaidó pidió a sus seguidores que salgan «a cubrir las calles». Sin embargo, apenas lograron una pequeña concentración en los alrededores de la base militar La Carlota (que nunca llegaron a controlar), en plena capital del país, desde donde se hicieron las declaraciones golpistas.

En simultáneo, el Gobierno denunció la sublvevación al tiempo que convocó a sus partidarios a reunirse alrededor del palacio de Miraflores, sede del Ejecutivo.

Por su parte el Ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, iba informando la confirmación de lealtad al chavismo de distintos comandantes militares. De hecho, ningún cuartel se rebeló en todo el país y hasta se supo que algunos de los soldados llevados a «liberar» a López, fueron engañados (les dijeron que los iban a condecorar) y luego se retiraron del lugar.

En ese marco, la acción opositora -si bien revistió cierta gravedad- no fue más que un mero acto de propaganda ya que la capacidad operacional para concretar el derrocamiento del Gobierno nunca fue real.

No obstante contó con un fuerte respaldo comunicacional y diplomático a nivel internacional. Mientras empresas periodísticas de todo el mundo se subían a los testimonios de Guaidó y presentaban un escenario de caída inminente de Maduro, desde Washington distintos funcionarios reforzaban esa versión.

Mike Pompeo, secretario de Estado de EE.UU. declaró que el presidente «estaba listo para irse y los rusos lo hicieron quedarse”. Asimismo el asesor de seguridad nacional, John Bolton, aseguró que había dialogado con Padrino López, con el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, y el comandante de la Guardia Presidencial, Iván Rafael Hernández, y que todos “habían acordado con Guaidó transferir el poder de Nicolás Maduro al presidente interino”.

Sin embargo, a medida que avanzaba el día, la realidad contradecía los testimonios. Pocas personas salieron a la calle a apoyar el golpe y los militares sublevados no se movieron de los alrededores de La Carlota, demostrando que no tenían la fuerza para avanzar sobre Miraflores pero tampoco podían mantener esa posición mucho tiempo más.

Incluso López, que había sido «rescatado» para liderar el alzamiento, terminó refugiándose primero en la Embajada de Chile y luego de España.

El golpe se apaga y el chavismo recupera la calle

El 1° de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, fue una jornada de tensa calma y expectativa. El chavismo convocó a movilizar y logró una masiva marcha de apoyo a la Revolución Boliviariana. Opositores también salieron a las calles aunque nuevamente mostraron que la acción violenta del día anterior no contaba con el supuesto respaldo masivo que aseguraban sus líderes.

Guaidó habló pasado el mediodía en Plaza Altamira donde logró juntar un grupo más grande de personas que el martes y llamó a mantener las calles ocupadas. Además convocó a un paro escalonado que debería terminar en una huelga general. No es la primera vez que lo hace y, nuevamente, sus palabras parecen haber quedado en la nada. Allí no hubo novedades de López, que mantuvo silencio durante toda la jornada.

En una de las protestas opositoras murió una joven de 27 años de un disparo. Sin embargo, de momento hay acusaciones cruzadas y es motivo de discusión de donde salió la bala.

Uno de los bloopers del día lo protagonizó el encargado especial para Venezuela de la Casa Blanca, Elliott Abrams, quien en rueda de prensa dijo que los chavistas con los que negociaba la salida de Maduro «apagaron sus celulares».

En paralelo hubo una reunión entre Pompeo y el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, para abordar la «crisis venezolana».

De parte del chavismo, la movilización confluyó en las inmediaciones del Palacio de Gobierno donde hablaron varios dirigentes y el propio Maduro. Este último remarcó la línea gubernamental de denunciar la intervención estadounidense y destacó la unidad de las Fuerzas Armadas.

A su vez, como explicó el periodista Marco Teruggi, el mandatario anunció que habrá jornadas de diálogo, acción y propuesta durante este fin de semana donde participarán las distintas estructuras de poder popular (comunas, conejos comunales, comites de abastecimiento, milicias), del Partido Socialista Unido de Venezuela y gobernadores. «El objetivo: decirle a Maduro qué es necesario cambiar, trazar un plan para rectificar», subrayó Teruggi.

Es que nadie niega que haya problemas en Venezuela, por factores externos (como la guerra económica impulsada por EE.UU. que ya lleva varios años) pero también internos como la corrupción. Sin embargo, la apuesta sigue siendo a la participación y el protagonismo popular en la toma de decisiones. Eso explica que, aún en un contexto como el actual, millones de personas sigan respaldando el proceso revolucionario inciado hace más de 20 años en el país.

Santiago Mayor – @SantiMayor

Foto: @PresidencialVen

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