2 mayo, 2019
A 37 años del ataque inglés al crucero ARA General Belgrano
El 2 de mayo de 1982 el crucero ARA General Belgrano fue atacado por el submarino británico HMS Conqueror, provocando su hundimiento y la muerte de 323 soldados, muchos de entre 18 y 20 años. Tiempo después de uno de los episodios más fatídicos de la guerra de Malvinas, el crucero continúa navegando en la memoria.

El 2 de mayo de 1982 el crucero ARA General Belgrano fue atacado por el submarino británico HMS Conqueror, provocando su hundimiento y la muerte de 323 soldados, muchos de entre 18 y 20 años. A 37 años de uno de los episodios más fatídicos de la guerra de Malvinas, el crucero continúa navegando en la memoria.
Desde Londres la orden no se hizo esperar, fue directa: “¡Hundan al Belgrano!”. Margaret Thatcher, en ese momento Primera Ministra del Reino Unido, no titubeó y ordenó torpedear al crucero. El capitán Chris Wreford Brow, comandante del submarino nuclear HMS Conqueror, tomó la orden y dispuso el fuego. Unos minutos después, se desataría el infierno sobre el agua.
El imponente crucero de 180 metros de eslora recibió el primer impacto -de los tres en total- cerca de las 16 horas. El torpedo MK-813 dañó partes vitales de la embarcación llevándose la vida de 274 hombres. Para asegurar la destrucción total, el submarino nuclear inglés lanzó dos torpedos más, el segundo impactó sobre la proa del Belgrano y el tercero no logró averiarlo. El daño fue irreversible, el ARA General Belgrano quedó inclinado y anunciaba su fin en el Atlántico Sur.
El escenario era una sinfonía de gritos desesperados pidiendo ayuda, fuego sobre el mar empetrolado y un clima despiadado que hacía todo más complicado por el frío, las olas y el viento. Los botes de auxilio eran la única esperanza para los que siguen con vida. Aunque algunos lograron conseguir botes, otros murieron congelados por el implacable frío o por quemaduras que la morfina no lograba calmar.
Cerca de las 16:30, Héctor Bonzo, comandante del Crucero General Belgrano ordenó abandonar la nave por completo. Los que se iban alejando poco a poco producto de la marea veían al Crucero hundirse, desapareciendo su solemne estructura del mar. Muchos de ellos, entre lágrimas, no pudieron evitar gritar “¡Viva el Belgrano!” al unísono, sabiendo que muchos de sus compañeros acompañaban el deceso del barco.
El ARA General Belgrano fue adquirido por la Argentina en 1951, siendo su primera denominación, ARA 17 de Octubre. Construído en Estados Unidos, entró en servicio en 1938 nominado como USS Phoenix. Durante la segunda mundial, estuvo anclado en la bahía de Pearl Harbor, saliendo ileso del intenso bombardeo japonés que dejó en su haber nueve buques dañados, cuatro acorazados hundidos y más de 2000 norteamericanos muertos.
El relato del comandante del Belgrano
Héctor Elías Bonzo, comandante del ARA General Belgrano y el suboficial Ramón Barrionuevo, fueron los últimos en abandonar el crucero, como así lo establece la antiquísima ley marítima. El testimonio de Héctor Bonzo certifica cómo fue aquel momento.
“Mi función en ese momento era dar la trágica voz de abandono, que fui demorando porque no sabía cuántos habían llegado a las balsas. La voz de abandono significa que el buque ya queda solo… 23 minutos más tarde la tuve que dar. ¿Si dudé en hundirme con el barco? En ese momento, frente al mar, para mí era más fácil decidir morir que vivir. Porque si moría, otros se ocuparían de lo que iba a venir, si vivía tendría que enfrentar que muchos de mis hombres murieron…
Las balsas eran para 20 personas. Primero se habían atado unas con otras para formar en el mar una gran mancha de color y que los aviones de rescate pudieran encontrarlas. Las olas enormes y el mar encrespado hizo que tuviéramos que cortarlas, para evitar que las balsas se rajaran. Estaban equipadas con sachets de agua, raciones de comida, cigarrillos, una pequeña Biblia, elementos de botiquín para curaciones. El comportamiento de los hombres, el «espíritu de buque», hizo que muchos se salvaran y es lo que llevo grabado en mi memoria.
Mi balsa fue la última que se rescató. Cuando subí al Gurruchaga no sentía las piernas, eran como de algodón. Antes de ir al médico para que me revisara o me diera una inyección para hacerme dormir -en la balsa nos manteníamos en vigilia- quise ver a mis tripulantes. Entonces bajé. Estaban en el suelo, en las mesas, en los bancos, desparramados por todas partes. Cuando me vieron, muchos se incorporaron, empezaron a gritar «Viva el Belgrano».
El hundimiento del Belgrano: crimen de guerra
“Ese barco [el Belgrano] era un peligro para nuestros chicos, por eso fue hundido. Sé que hundirlo era lo correcto y lo haría de nuevo”, manifestaba Margaret Thatcher en una entrevista realizada en 1985. El 2 de mayo de 1982, Thatcher, reunida con su gabinete de guerra en la residencia campestre de Chequers, dio la orden al capitán Chris Wreford Brow, comandante del Conqueror, de hundir al Belgrano.
Un dato que establece que el hundimiento del Belgrano debe ser entendido como un crimen de guerra es que éste fue atacado por fuera de la zona de exclusión estipulada por Gran Bretaña y que comprendía una circunferencia de 200 millas (370 km).
El barco había partido el 1 de mayo desde la Isla de los Estados para realizar acciones conjuntas con el portaviones “25 de Mayo”. El día después recibió la orden de cancelar la misión y fue atacado por el submarino británico cuando volvía, sin representar riesgo aparente, y a 36 millas fuera de la zona de exclusión marítima.
En los años posteriores al fin de la guerra, el hundimiento fue denunciado por los familiares de las víctimas considerándolo un crimen de guerra innecesario. Además, denunciaron a Thatcher por “homicidio calificado” ante tribunales internacionales.
En el año 2005, el Congreso de la Nación Argentina resolvió que el hundimiento del Belgrano “constituyó un crimen que viola el derecho internacional que regula los conflictos bélicos, en especial, la Convención de La Haya de 1907”. Pese a las acusaciones, nunca se presentaron las denuncias correspondientes ante los tribunales de la Haya. De esta manera, Thatcher murió impune, sin ser juzgada, en el 2013 a los 88 años de edad.
Tomás Ferrando – @tomas_ferrando1
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