24 abril, 2019
La tragedia que desnudó a la industria de la moda
Benetton, Mango, Primark y C&A son algunas de las marcas que lucran con la tercerización. En Bangladesh, el 24 de abril de 2013, ese modelo de producción a bajo costo se cobró la vida de casi 1200 personas.


Federico Dalponte
El 23 de abril de 2013 se escuchó el primer crujido en el edificio Rana Plaza, en la localidad de Daca. Los trabajadores huyeron por instinto, pero volvieron por obligación. Las grandes marcas del mundo no podían permitirse cerrar por mucho tiempo.
“Se trataba de una estructura de ocho pisos, con algunos bancos y apartamentos, pero estaba mayormente ocupado por fábricas de ropa”, recuerda el cronista de la BBC que cubrió la tragedia.
“Los primeros los habían desalojado después de que se advirtiera de la aparición de unas peligrosas grietas. Pero los trabajadores de las fábricas recibieron órdenes de volver al día siguiente. Y a la hora punta, ocurrió lo peor”, añadió.
Lo peor fue un saldo humano espantoso: 1134 muertos y más de dos mil heridos. Una tragedia que cambiaría para siempre la percepción internacional sobre la industria textil. Los bajos costos laborales que las multinacioanles no encontraron en sus países de origen los fueron a buscar al sudeste asiático.
En el Rana Plaza funcionaban fábricas proveedoras de las más prestigiosas marcas de la moda occidental: Children’s Place y Cato Fashions de Estados Unidos, Benetton de Italia, Mango de España, Primark de Irlanda, C&A de Bélgica. Todas allí, una al lado de la otra, apiñadas, agolpadas bajo los escombros.
Así, el escándalo de la muerte forzó algunos cambios en el funcionamiento de la producción trasnacional. El denominado «Acuerdo de Bangladesh sobre seguridad en la construcción de edificios y de instalaciones de sistemas contra incendios» fue tal vez el hito más importante.
Desde la tragedia, más de 200 empresas se comprometieron a mejorar las condiciones de labor y a asegurar una adecuada infraestructura, con fiscalización sindical y de organizaciones de derechos humanos. Pero poco cambió en realidad.
Aquel 2013 fue un año terrible. Pero la secuencia es infinita: en 2012, fueron 112 los trabajadores que murieron tras incendiarse una fábrica de siete pisos en las afueras de la capital bangladesí; en 2016, más de una veintena en una tragedia similar en un taller de cuatro pisos en la ciudad de Tongi.
En el mundo son muchos los Estados que dependen de la producción textil. En Haití, representa por ejemplo el 88% de sus exportaciones totales, en Bangladesh el 79%, en Lesotho el 58%, en Camboya el 52%, en Sri Lanka el 43%, en Honduras el 38%, en El Salvador el 36% y en Mauricio el 31%.
Según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), precisamente allí residen gran parte de los 300 mil fabricantes subcontratados. El Rana Plaza ya es historia pasada, pero el lugar de sus talleres en el comercio global continúa vigente.
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.