Educación y Ciencia

12 abril, 2019

La ciencia en peligro: la voz de los afectados por el ajuste

El testimonio de los afectados es la muestra evidente del declive que se viene dando en el CONICET desde hace años. Cinco investigadores y becarios doctorales -que integran la interminable lista de postulantes rechazados- contaron su historia dentro del organismo y destacan la importancia que tiene la ciencia de cara al futuro.

El 83% de los investigadores del CONICET quedó afuera de la carrera. Los recortes en los presupuestos y los más de 2 mil postulantes rechazados por el organismo trae aparejado una situación crítica de cara al futuro y al desarrollo del país. Notas dialogó con un grupo de investigadoras e investigadores perjudicados por las políticas de ajuste efectuadas por el gobierno de Cambiemos.

Mara Loza tiene 41 años y es Licenciada en Biología con orientación en Zoología y doctora en Ciencias Naturales. Es docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias y de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP. Nació en Monte Grande y en el año 1999 inició sus estudios en Universidad Nacional de La Plata.

Mara trabaja con histología y morfología comparada en ontogenia y filogenia en los órganos de los sentidos de los pinnipedos, que son focas y lobos marinos de Argentina y Antártida, y cómo se adaptan al medio acuático. Estos animales viven en condiciones muy extremas, y la importancia radica en cómo se puede aplicar a mejorar las condiciones humanas de buceo y la percepción del ambiente en condiciones extremas.

“Me enteré que quedé afuera cuando enviaron los resultados y un día después por el dictamen. Realmente es una frustración inmensa. Es muy triste ver que afuera se valora tu trabajo y en tu propio país ni siquiera tenés la tranquilidad y la seguridad de que estás cuidado. Uno lo que quiere cuando se recibe es devolverle al país con sus aportes algo de todo lo que recibió y tener que pensar en irse es doloroso. Hoy estoy viendo como puedo seguir”.

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Yael Aidelman es Licenciada y Doctora en Astronomía, tiene 37 años y vive en La Plata. Ganó su primera beca en el año 2011 y hasta el día de hoy trabaja en el área observacional de Astronomía, con un tipo de estrellas peculiares denominadas de tipo espectral-b, que son mucho más grandes y calientes que el sol.

“A lo largo de mi vida la gente me pregunta ¿de qué me sirve a mi que vos estudies astronomía? Si alguien pregunta porqué es importante invertir plata en astrónomos, es necesario saber que los frutos de la ciencia básica y en particular de la astronomía impactan en el cotidiano de nuestra vida”.

“Esta gente que viene de administrar empresas y ser grandes gerentes, saben perfectamente que en una empresa cuando uno forma a sus empleados son para quedárselos y para tener los mejores especialistas laburando dentro de la empresa. Un país que tiene ciencia y tecnología es capaz de independizarse porque no depende de nadie más, tiene todos los recursos que necesita.”

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Ana Clara Ferreira tiene 35 años, es de Paraná, Entre Ríos, y es doctora en Ciencias Naturales por la UNLP. Su trabajo de investigación se basa en la evaluación de la calidad del agua en arroyos de la región en base a características de ciertos organismos que viven en ella: los macroinvertebrados, y el impacto ambiental que se genera por el uso agrícola ganadero industrial y urbano. El proyecto se basaba en la evaluación ambiental de los arroyos urbanos y periurbanos de La plata y el riesgo sanitario al cual están expuestas las personas que viven en esos ambientes, sobre todo en las situaciones de inundaciones donde entran en contacto directo con el agua que muchas veces está contaminada.

“En abril de este año me enteré que no entré a ser planta permanente del CONICET. El desfinanciamiento de la ciencia en Argentina es un atentado a la soberanía nacional. Sin conocimiento y tecnología, el país no puede progresar. En este momento la sociedad científica dice basta y se ha cansado de que le pisen la cabeza. Debemos ser unos de los pocos países en los cuales los científicos cobran chauchas y palitos y la verdad es que el científico se está cansando de esa situación, de ser desvalorado históricamente. El 99,9% de los científicos son apasionados de lo que hacen, entonces han seguido adelante haciendo las cosas con mucha resistencia y resiliencia, pero en este momento el científico no se queda callado y sale a reclamar”.

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Matias Pidre tiene 31 años, es Licenciado en biotecnología y doctor de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP. Es militante de Jóvenes Científicos Precarizados y becario postdoctoral. Se dedica hace 10 años a la producción de virus de insectos para su utilización en diferentes camposmde la salud para el tratamiento de distintos tipos de cáncer, y en el campo de la ecología, para el control biológico de plagas.

“Me enteré que estaba entre los 2100 a través de la publicación de los resultados. Lo que fue una noticia bastante desalentadora fue ver el número de personas que quedaron afuera. Dentro de esos hay muchos compañeros que se quedan absolutamente en la calle. Aquellos que quedan desvinculados del organismo quedan sin derecho a una indemnización y sin derecho a ningún tipo de réplica. Nosotros nos estamos organizando para poder hacer frente a esto, para pedir la reincorporación de aquellos que quedaron completamente desvinculados. El ajuste nos está pegando por todos lados, no sólo en nuestra continuidad laboral, sino el los salarios y en las condiciones de trabajo que son cada vez más rudimentarias”.

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Luis Santarsiero tiene 40 años, es Doctor en Ciencias Sociales, Magíster en Ciencia Política y Sociología y Licenciado en Sociología. Es docente de la Facultad de Humanidad y Ciencias de la Educación de la UNLP y trabaja en un instituto de investigaciones. Su tema de investigación se vincula con políticas alimentarias, la soberanía y la seguridad alimentaria, particularmente al problema alimentario en sectores pobres y vulnerables.

Su propuesta parte de observar las cuestiones que se integran en la política barrial y territorial en la resolución de necesidades alimentarias.

“Es un panorama desalentador porque nosotros creemos efectivamente que la ciencia avanza con recursos humanos, si el CONICET deja de tener recursos humanos los institutos, los centros de investigación caen, no sólo porque no se pueden mantener, para la limpieza, seguridad, funcionamiento operativo, es porque cada vez va a haber menos investigadores. Este gobierno demuestra día a día que no tiene interés en continuar una política de estado como lo es la ciencia y tecnología. En este contexto es cada vez más difícil ejercer la docencia y la investigación, es cada vez más restringido el panorama. Es evidente que sin ciencia no hay posibilidad de desarrollo. Son tiempos de involución, de retroceso, porque el sistema no está incorporando nuevos recursos humanos, hay limitaciones enormes para el trabajo colaborativo, los insumos son cada vez más caros. Es claro que sin ciencia no hay futuro”.

Por Tomás Ferrando – @Tomas_Ferrando1

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