Nacionales

2 abril, 2019

Malvinas: los números de la guerra

Con información todavía dispersa y datos parciales, la reconstrucción de aquellos 73 días en los que Argentina estuvo en guerra se parece a un rompecabezas incesante. Notas se propuso repasar algunos datos para comprender mejor la magnitud del conflicto y sus consecuencias.

Con información todavía dispersa y datos parciales, la reconstrucción de aquellos 73 días en los que Argentina estuvo en guerra se parece a un rompecabezas incesante. Notas se propuso repasar algunos datos para comprender mejor la magnitud del conflicto y sus consecuencias.

La historia de los combatientes de Malvinas todavía está en construcción. Por eso, cuando en febrero del 2012 el Estado argentino decidió publicar el Informe Rattenbach se tuvo la sensación de que algunas mentiras caerían y que se avanzaría en la arquitectura de la memoria que necesita nuestro pasado reciente.

El documento era el resultado de una comisión de trabajo creada por Reynaldo Bignone el 2 de diciembre de 1982 para analizar la actuación de las fuerzas armadas durante la guerra. La comisión, integrada por seis militares de las tres armas, selló el documento con una serie de conclusiones. Entre ellas que la Junta Militar fue responsable de “conducir la nación a la guerra con Gran Bretaña, sin estar debidamente preparada para un enfrentamiento de estas características y magnitud con las consecuencias conocidas de no lograr el objetivo político y de haber colocado al país en una crítica situación política, económica y social”.

Sin embargo, la historia sigue incompleta. Los archivos ingleses siguen clasificados y, sobre todo, la memoria colectiva todavía no ha logrado enlazar los hechos ocurridos durante los 73 largos días de la guerra.

¿Cuál fue, por ejemplo, el lugar de las mujeres? Ahora sabemos que en su mayoría fueron enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas civiles. Los datos dicen que entre las 20 mil pensiones de ex combatientes, sólo hay diez mujeres. Pero ese dato no cuenta la historia Liliana Collino, la única mujer argentina que pisó las islas a bordo un Hércules C-130. El libro Mujeres invisibles de Alicia Panero, cuenta esas historias. Y por su investigación también sabemos que seis de esas chicas sufrieron abuso sexual, físico y psicológico de sus superiores. Todas ellas tenían entre 17 y 21 años y habían entrado a la Marina como estudiantes de enfermería.

En el cementerio de Darwin se encuentran enterrados los restos de 237 combatientes argentinos. De ellos, 123 continúan sin ser identificados. Las cruces blancas que señalan su lugar llevan inscripto: “Soldado argentino sólo conocido por Dios”. Todavía en 2015 la diplomacia argentina pedía a la Cruz Roja Internacional que intercediera ante Inglaterra para que se autorice una misión de reconocimiento.

Otro de los datos inciertos es cuántos de los combatientes muertos eran conscriptos y cuántos soldados profesionales. Porque si bien el Informe Rattenbach concluye que de los 649 muertos, 249 estaban haciendo el servicio militar obligatorio, hay fuentes que indican que la cifra sería mucho mayor e incluso alcanzarían los 600.

Si la historia de la guerra es opaca, la historia del después es directamente oscura. Rodolfo Merlino, presidente del Centro de ex Combatientes de Malvinas, en 2006 estimó que la guerra había causado un mínimo de 350 suicidios que podía extenderse a 150 casos más. El diario Independent estimó en 2015 que entre los soldados ingleses habría unos 264 casos.

Los datos parecen estar tan distantes, unos de otros, como los recuerdos de quienes festejaron un día en las plazas de todo el país la recuperación soberana de las Malvinas y apenas unos meses después descubrieron que la guerra la había iniciado la dictadura más sangrienta que recuerde nuestra historia. Y olvidaron, al mismo tiempo, a los jerarcas del genocidio con los jovencitos -y ahora sabemos que también algunas jovencitas- que fueron a pelearla con lo que tenían. Ellos esperan todavía que decidamos emprender el trabajo que es la memoria.

Juan Mattio – @juanmattio

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