29 marzo, 2019
Detenido en Malvinas por homenajear a sus compañeros caídos
Luis Alberto Escobedo fue a las Islas Malvinas por tercera vez desde que concluyó la guerra. Fue acompañado de siete ex combatientes para volver a rendirle homenaje a sus compañeros caídos en el Cementerio de Darwin. Sin embargo, su visita tuvo un desenlace inesperado que lo llevó de vuelta a revivir sus días como prisionero de los ingleses.

Luis Alberto Escobedo fue a las Islas Malvinas por tercera vez a semana pasada desde que concluyó la guerra. Fue acompañado de siete ex combatientes para reencontrarse con sus memorias, para que la herida abierta cicatrice más rápido y para volver a rendirle homenaje a sus compañeros caídos en el Cementerio de Darwin. Sin embargo, su visita tuvo un desenlace inesperado que lo llevó de vuelta a revivir sus días como prisionero de los ingleses.
Luis tiene 56 años y es un ex combatiente de la guerra de Malvinas. En 1982, con 19 años, fue a las Islas Malvinas con la Compañía de Comunicaciones 10. Joven, inexperto en el uso de armas, con un entrenamiento básico en el servicio militar obligatorio, Luis sólo pensaba en volver a jugar al fútbol con sus compañeros de equipo, su principal afición. Era defensor, de esos que no perdonan cuando el contrario llega al área rival y, pese a su juventud, era codiciado por varios equipos importantes de Argentina.
A Escobedo lo arrestaron por desplegar una bandera en el cementerio con la imagen de las islas y la leyenda “territorio argentino”. “Viajé con siete compañeros de Lomas de Zamora la semana pasada. Llegamos el lunes y el martes fuimos a visitar el Cementerio de Darwin. Como es común, los veteranos siempre desplegamos banderas, cantamos el himno, hicimos un minuto de silencio y gritamos viva la patria. A los dos días nos vino a buscar la policía al hotel, nos sacaron de la pieza en donde estábamos, nos revisaron, nos sacaron los celulares, las cámaras, los pasaportes, las banderas. Cuando bajamos al hall del hotel nos dijeron que estábamos arrestados porque había una denuncia por desplegar banderas y por cánticos ofensivos”, contó a Notas fastidiado tras la situación.
“Nos denunció un chofer isleño que llevaba a un periodista austríaco, no le gustó e hizo la denuncia. Tuvimos que declarar todo el día, nos sacaron fotos de frente, de perfil, dar la impresión de huellas digitales, como delincuentes… Estuvimos dos días así, y luego vinieron las autoridades británicas y nos dijeron que no había ningún indicio de delito, que nos pedían disculpas, pero ya habían pasado dos días. En esos dos días no pudimos salir del hotel ni hacer ningún tipo de visita a la isla. Haber pasado ese momento como delincuentes nos amargó y nos da bronca hoy”, argumentó Luis, que luego del episodio no piensa volver al archipiélago.
De la cancha de fútbol a la guerra
Luis se enteró que tenía que ir a Malvinas luego de llegar de un entrenamiento de fútbol, por un aviso en el diario que citaba a los colimbas reservistas de su brigada. La noticia lo sacudió, el conflicto estaba latente, a punto de estallar. De defensor de fútbol, a defender la soberanía argentina en Malvinas, Luis Escobedo no imaginó lo que vendría después.
En Puerto Argentino, la ciudad más grande de las Islas, ubicada en la costa este de la Isla Soledad, su misión era desplegar cables telefónicos de un pueblo a otro, un trabajo arduo teniendo en cuenta el peligro que conllevaba la tarea. Los días de Luis en Malvinas pasaban lento, el frío, la lluvia y las guardias inacabables en la trinchera eran parte del panorama gris de todos los días. La isla solía estar pintada de gris, el cielo cubierto de nubes daba como resultado una vista monocromática, donde apenas se podía diferenciar el verde amarillento de las montañas y las coloridas casas que flanqueaban el puerto.
Solo con su alma y un fusil FAL, recordaba a su familia a la distancia para que el tiempo y la noche transcurrieran más rápido. Es que las noches en Malvinas estaban teñidas de incertidumbre, la oscuridad, los bombardeos esporádicos y algún que otro avión que interrumpía la tranquilidad, llevaban a pensar circunstancias de pánico, dando rienda suelta a la imaginación. Además de ocuparse de las comunicaciones en la isla, Luis junto a su compañía tenían que retirar los cargamentos de los barcos que traían provisiones, también una labor que lo dejaba expuesto al peligro.
“El frío era terrible, más en las trincheras. Cuando llovía las cocinas no se podían mover porque se hundían en el suelo. Pasamos mucho hambre, pescábamos por la zona pero lo que comíamos tenía mucho gusto a petróleo”, detalló. 37 años lo separan de aquellos días, cuando era apenas un joven con otros sueños, disociados a la idea de una guerra absurda, improvisada.
¿Cómo es posible que los ex combatientes no puedan expresarse a su modo en el cementerio donde descansan sus compañeros caídos? La actitud de los kelpers, habiendo pasado 37 años de la guerra, es inentendible, irrazonable y digna de desprecio hacia la sensibilidad humana. El cementerio, alejado de la vista malvinense y ubicado en una hondonada comprendida entre pequeños cursos de agua, es un lugar de intimidad para los familiares de los caídos y allegados que, con una ofrenda floral, un rosario o el simple contacto con las cruces, rinden homenaje a sus seres queridos.
El silencio de la Cancillería Argentina
Frente al repudiable episodio que involucra a un ex combatiente argentino, detenido por una actitud incomprensible por parte de las autoridades británicas, la Cancillería Argentina no ensayó ningún comunicado en el que solicite una demanda frente a la arbitraria detención de Escobedo. Jorge Faurie, Canciller y Ministro de Relaciones Exteriores y Culto no se expresó tampoco al respecto, lo cual demuestra cierto desinterés por el hecho ocurrido, desprotegiendo los derechos argentinos en las islas y desatendiendo además este antecedente, que puede volver a ocurrir normalmente, teniendo en cuenta las reiteradas visitas que realizan ex combatientes y familiares al Cementerio de Darwin.
En contraposición al disimulo de los funcionarios del gobierno, el CECIM (Centro de Ex Combatientes de Islas Malvinas) de La Plata, tomó postura al respecto. Hugo Robert, presidente del CECIM, se manifestó en redes sociales: “¿No les da vergüenza tener un Canciller como Faurie? ¿No les da vergüenza tener una Cancillería que rinde pleitesía a la realeza y no ensaya una mínima protesta por semejante atropello sufrido por un ex soldado? A mí, sí. Andate, Faurie. Andate bien lejos. Lejos, como la distancia entre vos y eso que llamamos Patria”, manifestó Robert indignado frente a la omisión por parte del organismo.
Tomás Ferrando – @tomás_ferrando1
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.