Medio Oriente

25 marzo, 2019

Manal Tamimi: “La Corte israelí es parte del sistema de ocupación, por eso no hay justicia” (I)

Notas dialogó con Manal Tamimi, la prima de la niña que se hizo famosa por enfrentar a un soldado israelí y fue detenida en 2017. En Nabi Salih, al norte de Cisjordania, viven alrededor de 600 personas, la mayoría parte de la familia Tamimi. Desde 2009, cuando los colonos israelíes se adueñaron del pozo de agua comunitario que abastecía a los habitantes, se manifiestan todos los viernes en contra de la ocupación.

Notas dialogó con Manal Tamimi, referenta política del pueblo Nabi Salih, al norte de Cisjordania. Manal es la prima de Ahed, la niña que se hizo famosa por enfrentar a un soldado israelí y fue detenida en 2017. En Nabi Salih viven alrededor de 600 personas, la mayoría parte de la familia Tamimi. Desde 2009, cuando los colonos israelíes se adueñaron del pozo de agua comunitario que abastecía a los habitantes, se manifiestan todos los viernes en contra de la ocupación.

“Dos tercios de las tierras que eran del pueblo ya pertenecen a los asentamientos ilegales”, cuenta Manal. “En 1977, el primer ministro israelí Menájem Beguín les dio autorización para hacer lo que quisieran. Desde ese momento, luchamos para conservar nuestras tierras. Incluso en las partes que nos quedan no podemos construir o hacer modificaciones. Sin embargo, lo hacemos, pero pueden venir y demolerlas. Ya tenemos 12 órdenes de demolición pero no hay opción; no es algo que podamos decidir hacer o no; es nuestra tierra, no de ellos”, manifiesta en diálogo con este portal.

– Nabi Salih fue el primer pueblo que se manifestó contra la confiscación de tierras…

– Sí. Cuando tomaron la fuente de agua, significaba que iban a confiscar toda el área desde ahí hasta el asentamiento. Ahí empezamos a organizar la resistencia no violenta. Fuimos el primer pueblo que se organizó contra los asentamientos ilegales y el saqueo de tierras. Marchábamos desde el centro hasta la tierra confiscada. Las primeras veces llegamos hasta la fuente de agua pero después empezaron a venir los colonos, atacarnos, dispararnos con balas de plomo. Después los soldados empezaron a cerrar la entrada del pueblo a la mañana y nadie podía entrar ni salir, limitando la circulación de gente pasaba por acá para ir a Ramallah o Salfit. Eso es castigo colectivo.

Querían poner a nuestros vecinos en contra. Pero empezaron a organizarse y participar con nosotros. Entonces trataban de frenarlos desde sus casas, con balas de goma y de plomo, gases lacrimógenos, “agua de zorrino” (un líquido diseñado por Israel para reprimir palestinos) en las casas, por lo que muchos han tenido que tirar sus muebles a la basura. El olor es indescriptible. Los gases además contienen gas nervioso (capaz de bloquear las comunicaciones entre el sistema nervioso y los órganos del cuerpo, considerado por la ONU como arma de destrucción masiva) o fósforo blanco (sustancia auto-inflamable considerada como arma química, que puede incendiar casas enteras).

– Pero siguen manifestándose…

– Sí. Entre 2009 y julio pasado perdimos cuatro personas, tres eran primos míos: a Mustafá (28) lo mataron en 2011, a Rushdie (30, con una hija de tres años) lo asesinaron en 2012 y a Eiz (20), en 2018. El cuarto era Sabaa, de Salfit. De 620 personas que somos, alrededor de 550 fueron heridas en protestas, más de 200 detenidas (50 menores y 15 mujeres). Tenemos 12 órdenes de demolición y 37 casas demolidas. A veces nos despertábamos en el medio de la noche con la casa llena de gas lacrimógeno. Y en invierno es peor porque por el gas no podés entrar a la casa y hace frío afuera.

Patio de la casa Tamimi. Restos de balas de goma y gases lacrimógenos recibidos en manifestaciones.
Patio de la casa Tamimi. Restos de balas de goma y gases lacrimógenos recibidos en manifestaciones.

– ¿Estuviste presa alguna vez?

– Tres: 2010, 2016 y 2018. Dos veces me dispararon. Antes de una de ellas recibí un mensaje en Twitter: “Hoy tu sangre se va a desparramar”. No lo tomé en serio pero a los 10 minutos me dispararon en la pierna. Ese tipo de bala que explota cuando entra al cuerpo me quebró un hueso. No fue coincidencia. Yo estaba en el medio de mucha gente, no era fácil pegarme.

– ¿Cuánto tiempo estuviste presa?

– La primera vez me arrestaron desde mi casa, tiraron gases, llevamos a los chicos afuera y querían que los hagamos entrar. Nos negamos. Entonces, nos llevaron a mí, a mi hermana y a mi prima. Estuve 10 días. La siguiente, en 2016, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, 3 de la mañana. 12 jeeps militares y 40 soldados rodearon mi casa. Un oficial ruso había hecho una denuncia diciendo que yo lo había intentado apuñalar y que había amenazado de muerte a su familia en los Altos del Golán. Eso es imposible porque en general las identificaciones de los soldados son secretas. No había forma de que yo supiera dónde vivía su familia. Por suerte, mi abogada encontró un video del mismo día en que me acusaba de atacarlo donde se veía que yo estaba en Nabi Salih. Él no presentó ninguna prueba. Sin ese video me podrían fácilmente haber dado entre 7 y 10 años de prisión sin juicio justo.

– ¿Finalmente cuánto te tuvieron?

– Una semana. Y la tercera vez fue en enero de 2018, justo una semana antes de que arrestaran a mi hijo. Me detuvieron en frente de la cárcel de Ofer porque estábamos haciendo una sentada mientras adentro se desarrollaba un juicio. Pensé que me habían agarrado al azar pero cuando me llevaron a la sala de interrogación había tres soldados que me habían estado filmando desde el principio. Me pegaron tanto que terminé con la boca sangrando. Estuve una semana sin atención médica. El último día me dieron un medicamento equivocado que me causó una hemorragia en el estómago. Después de unas horas me liberaron. Creo que se asustaron con eso y encima no tenían ninguna causa, entonces prefirieron liberarme.

– ¿Si supieras qué soldados te trataron así, podrías hacer algún tipo de denuncia?

– Según la ley, podés ir a la Corte. Pero el 97% de los casos resultan a favor de los soldados o colonos, porque la Corte es parte del sistema de ocupación, entonces no hay justicia. Cuando mataron a mi primo Mustafá, le dispararon en el ojo a tres metros de distancia con un proyectil de alta velocidad. Lo intentamos llevar al hospital pero nos pararon en el checkpoint y lo secuestraron, lo tuvieron sangrando durante una hora hasta que se murió. Su familia fue a la Corte que después de cinco años decidió que el soldado había actuado según órdenes recibidas y que no había visto a Mustafá (cuando en realidad estaba muy cerca). Un año después la familia recibió una multa de 14 mil dólares por haber llevado a la Corte un caso contra un soldado “inocente”.

Raramente un caso resulta a favor de palestinos, tiene que ser demasiado claro. Y si los israelíes reciben una sentencia la manipulan para que a un asesino le den 6 meses y después se la bajan con distintas excusas. Por eso nosotros los Tamimi nos negamos a ir a la Corte israelí. Eso sería legitimar la ocupación y reconocerlos como autoridad. No hay justicia bajo ocupación.

– ¿Alguna vez fueron a la Corte internacional?

– Si, pero primero tenés que haberlo llevado a la Corte local. Una vez lo hicimos. A uno de mis primos le habían dado cadena perpetua y tenía un problema en el riñón. Podía perder su vida porque no le estaban dando tratamiento médico. En la Corte israelí le negaron la posibilidad de un transplante, entonces fuimos a la Corte internacional y finalmente logramos que se lo hicieran. Pero no es fácil. Primero, es muy caro y segundo, tenés que saber a quién estás acusando: su nombre, sus datos. Ahora soy parte de la dirección del Comité de Coordinación de Lucha Popular y desde ahí empezamos a tener contacto con países donde la gente presenta casos contra los israelíes. Si sabemos que un colono es francés, contactamos a alguna organización de allá para que vayan a la Corte. Pero tienen que ser casos muy obvios y contar con la información del atacante. También nos ayudan organizaciones israelíes.

– ¿Los soldados no tienen obligación de mostrar su identidad?

– No, deberían tener una etiqueta en su uniforme, pero no. Incluso ahora están tratando de aprobar una ley para que quien registre la cara o identificación de un soldado tenga una pena de 5 años. Es un problema porque todo el mundo saca fotos y videos e informa lo que pasa a través de las redes sociales.

Leticia Silvestri – @letisilvestri

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