Derechos Humanos

22 marzo, 2019

Tenemos memoria, tenemos derechos…

Esta semana se conmemora el más reciente golpe de Estado en nuestro país que nos lleva a reflexionar sobre la memoria y los derechos humanos, pero ¿qué son los derechos humanos? ¿cómo construimos la memoria? ¿implica sólo hablar del pasado?

Esta semana se conmemora el más reciente golpe de Estado en nuestro país que nos lleva a reflexionar sobre la memoria y los derechos humanos, pero ¿qué son los derechos humanos? ¿cómo construimos la memoria? ¿implica sólo hablar del pasado?

Derechos Humanos

Los derechos humanos pueden ser comprendidos como todos los derechos inherentes a cualquier persona, es decir que, por el solo hecho de ser personas gozamos de tales derechos sin importar raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica o cualquier otra condición. Esta es la base fundamental para la regulación y el ejercicio de los demás derechos. Los derechos humanos son la protección por excelencia de la dignidad humana, entendida como un valor fundamental para el desarrollo de una vida en libertad y con equidad.

El proceso histórico y el actual, son llevados a cabo para regular estos derechos fundamentales, con la finalidad de no volver a épocas con altos niveles de violencia dados internacionalmente por parte del Estado (como el Holocausto), e impulsados también a nivel nacional como la última dictadura cívico-militar en la Argentina.

Este 24 de marzo, y cada día, se resignifican y salvaguardan los valores democráticos siempre presentes para la búsqueda de estos derechos fundamentales a través de la consigna memoria, verdad y justicia. Es de público conocimiento que en la actualidad continúan las violaciones y los cercamientos al ejercicio de estos derechos, por los cuales 30.000 compañeros y compañeras lucharon para garantizar la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.

Día a día se visibiliza esta violencia ejercida por el Estado, como en la discriminación que ejerce a través de las deportaciones o detenciones arbitrarias según el país de origen; o en no garantizar el derecho a la identidad y a la dignidad a personas que aún no son reconocidas como se autoperciben; también es cotidiano el sometimiento a la esclavitud y/o servidumbre, como los casos de trata de personas en todos los ámbitos laborales/comerciales; o en las cárceles superpobladas donde día a día les detenides sufren torturas, penas y tratos crueles ya denunciados en incontables ocasiones por organismos nacionales e internacionales sin tener una respuesta efectiva.

En la calle también vemos día a día la lucha de muchas organizaciones sociales que acompañan a trabajadores que exigen su derecho humano fundamental, como lo es el trabajo digno, que asegure a todo su grupo familiar el bienestar, la salud, la alimentación y la vivienda a través de su salario o, en su defecto, con el salario complementario que el Estado no brinda para que sus derechos estén plenamente reconocidos.

Memoria

Cuando hablamos de memoria colectiva, estamos hablando de una construcción, de un discurso. La memoria no es, como muchas veces nos inculcan, un ejercicio de melancolía. El concepto de memoria está constantemente en disputa, implica una lucha entre poderes.

Un escritor del pueblo dijo una vez que las clases dominantes procuraron siempre despojarnos de nuestra historia, de la memoria colectiva. El mejor homenaje para Rodolfo Walsh hoy sería recuperar los sueños de las y los trabajadores, estudiantes, campesinas y campesinos de todas las épocas y hacer de esos proyectos por un mundo mejor un proyecto de vida, un aliento de lucha.

In dubio pro reo

Uno de los principios más importantes que surge a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es el de presunción de inocencia. Esto implica que no se puede, de ningún modo, condenar a nadie antes de demostrar que sea culpable. Ante este principio, las encarcelaciones se deben dictar de forma restrictiva, es decir, cuando se haya agotado toda alternativa más favorable al de la privación de la libertad. Por lo contrario, en caso de tratos crueles o torturas durante las detenciones, se debe tomar un criterio amplio y garantizar el bienestar y la dignidad de todas las personas detenidas.

Sin embargo, en Argentina, casi la mitad de las personas que están privadas de su libertad, no tienen una condena firme; es decir que fueron encerradas de manera preventiva. Incluso hay casos muy conocidos, como el de Milagro Sala o el de Higui. Pero esto no es un fenómeno meramente local, sino que es una constante en el mundo, se encierra a personas por su raza, su color, sexo, idioma, religión, opinión política, origen, posición económica, etc., sin cumplir con sus derechos y garantías.

Hoy por hoy, la encarcelación “por las dudas” y los tratos crueles son la mayor violación a lo que llamamos derechos humanos, en las cárceles del mundo.

Este principio nos defiende de los poderes concentrados y de la distribución desigual de la riqueza y, justamente por eso, es vulnerado a diario. Es por ello que hoy, al igual que los y las 30.000 durante la dictadura cívico-militar, luchamos teniendo presente su reclamo inagotable y valorando cada conquista lograda desde entonces por quienes comprendieron el valor democrático de los derechos humanos.

Hay conquistas que se ven reflejadas con los juicios a militares, empresarios y civiles como el reciente fallo favorable de la causa Ford; como también cada nieto y nieta que se reencuentra con sus familias y la continua búsqueda; o con el mayor ejemplo de lucha como lo son las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Todas conquistas que nos mueven por lo que nos hacen sentir cada una de ellas y nos llevan quizás por caminos distintos a los de nuestros compañeros y compañeras, pero con una misma meta: un mundo con memoria, verdad y justicia.

Florencia Alarcón, Manuela Díaz y Ángel Orellana

Foto: María Eugenia Añón

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