Géneros

8 marzo, 2019

El feminismo teje puentes entre el sindicalismo y la economía popular

Jackie Flores y Alicia García Tuñón son portadoras de una trayectoria de militancia sindical que se fueron entretejiendo con el feminismo y se encontraron en la Asamblea Feminista previa a la jornada del 8 de marzo frente al Congreso de la Nación. Ambas dialogaron con Notas en este Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Jackie Flores y Alicia García Tuñón son portadoras de una trayectoria de militancia sindical que se fueron entretejiendo con el feminismo y se encontraron en la Asamblea Feminista previa a la jornada del 8 de marzo frente al Congreso de la Nación. Ambas dialogaron con Notas en este Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Flores es referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos/as (MTE). Llegó a Buenos Aires desde Córdoba, a los catorce años. Durante su juventud fue vendedora ambulante y cuando en plena década del noventa la Policía le confiscó la última mercadería que le quedaba, salió a cartonear. En 2008 comenzó a trabajar y militar en el MTE y actualmente es secretaria adjunta de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) Capital. Además, coordina el Programa de Promotoras Ambientales de la Ciudad de Buenos Aires e impulsora del primer Bachillerato Cartonero.

García Tuñón, por su parte, es referente de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE). Comenzó a militar sindicalmente desde el momento en que se graduó, en 1982 y un año después fue parte de la asamblea fundadora de ADEMYS. Con la transferencia de las escuelas nacionales a la CABA, entró en UTE. De allí en más, nunca dejó de militar en el sindicato, ni aún cuando se jubiló.

– ¿Identifican problemáticas específicas de las trabajadoras en sus lugares de trabajo?

AGT: Comencé a militar en el sindicato por cuestionamientos más generales como el salario, el estado de las escuelas, lo pedagógico. Con el tiempo, fui vislumbrando la perspectiva sobre derechos específicos que hablan de una protección de las mujeres (la licencia por maternidad era de 45 días post parto, no había licencia para estudios ginecológicos, pocas licencias para los padres). Además, con la problemática de nuestra doble jornada, los varones hacen más cursos y carreras que las mujeres por lo que llegan a cargos titulares antes. A partir de un trabajo junto con Ester Basualdo y Laura García Tuñón para un Congreso de Mujeres y sindicalismo, concluímos que las mujeres no ocupamos cargos jerárquicos como el de Supervisión. En las entrevistas, las mismas compañeras reconocen que no se sienten capacitadas para ese rol: prefieren conducir la escuela, que es como la casa, lo privado, mientras que en la Supervisión juega la política y, ese ámbito de lo público no parecía ser nuestro terreno.

JF: Sí. Desde la economía popular, la gran discusión que tenemos que dar en el sindicalismo es que, así como no queremos perder ningún derecho laboral, tampoco se puede seguir naturalizando que una mujer tire de una carreta de trescientos kilos o más. La igualdad tradicional no es la nuestra; porque eso significa que nos manden de nuevo a tirar el carro. Por eso creamos el cuerpo de Promotoras Ambientales, la primera política con perspectiva de género dentro del mundo cartonero, para que la compañera pueda dejar el carro. Así, nosotras irrumpimos en el sindicalismo con nuestra propia impronta, ocupando otro lugar.

– ¿Cuáles son las dificultades que deben afrontar las compañeras para insertarse y desarrollarse en la militancia sindical?

AGT: Sin dudas, la mayor dificultad de nuestra militancia como mujeres tiene que ver con los tiempos: trabajamos en la escuela, tenemos las tareas de cuidado de nuestras familias y, como en mi caso, la militancia sindical, porque si no estás no existís.

A nivel de las conducciones sindicales, si bien se aplica el cupo estrictamente, los cargos destinados a mujeres son educación, acción social, cultura y géneros. En la mayoría hay secretarios generales varones. En mi experiencia personal, en un gremio mayoritario de mujeres quien conducía era un varón, así como también el grueso de la Comisión Directiva, y circulaba más la palabra entre ellos. Cada vez que discutía con compañeras por maneras diferentes de ver al sindicato, para los compañeros eran temas personales, peleas propias de mujeres.

– ¿Cómo comenzaron a vincularse con el movimiento feminista?

JF: Me empecé a vincular hace cuatro o cinco años. Al principio, en el MTE, tomábamos sólo el trabajo pero cuando empezamos a crecer y comenzaron a acercarse otras organizaciones fue un espejo, porque todas nosotras ya lo pensábamos, sólo que no encontrábamos la herramienta para expresarlo. Nos permitió entender un mar de situaciones y no solamente los derechos por conquistar, sino cuán hermanas somos y que podemos construir esta sociedad en la cual nosotras nos queremos adentro. El feminismo nos permite conocernos porque pertenecemos a organizaciones, sindicatos distintos, en una sociedad diversa. Nos ayuda a dejar los prejuicios y las mezquindades de lado, salir de nuestras comodidades, y encontrarnos para tirar abajo el patriarcado.

En el MTE entendimos que somos parte de este movimiento feminista que se está construyendo y nos gusta interpelarlo. El feminismo es laico, católico y evangelista también. Tiene todas las religiones y la fe que cualquier mujer pueda tener.

Para este 8 de marzo, ya con tres o cuatro años de experiencia encima, venimos con todo. Propusimos, y logramos, que en el documento estén las consignas de la mujer de la economía popular: la independencia económica y una ley de emergencia en violencia de género a nivel nacional. También vamos por la independencia habitacional, consideramos que está bien que el Estado asista a una compañera en la emergencia pero no nos quedamos ahí, queremos que se cumpla el derecho a la vivienda.

AGT: Personalmente, las lecturas de mi hermana colaboraron en el acercamiento desde el simple hecho de abandonar la culpa, ya con muchos años de recorrido, de dejar a mis hijes para ir a militar en el sindicato; los Encuentros Nacionales de Mujeres, la cantidad de femicidios, las alumnas afrontando embarazos no deseados. Mi mirada sindical y mi militancia están ligadas al movimiento y perspectiva feminista, atravesando las relaciones interpersonales en la escuela, en el sindicato, entre nuestros pibes y pibas. Esta perspectiva me permitió trabajar de otra manera con las compañeras, alentarnos a que podemos hablar, intervenir, que nuestra palabra y lo que hacemos vale tanto como lo que muestran los varones.

A nivel general, las secretarías de género sindicales empezaron a hacerse ver, a mostrar que existían, a hacer reuniones sin tener que pedir permiso al secretario general o estar relegadas a la oficina más chiquita y escondida. Sin embargo, en algunos gremios es elegida sin consenso y a dedo, por acordar con tal o mostrar oposición a cual. La única manera de fortalecer el vínculo del feminismo con los sindicatos es poner el cuerpo, ocupar los espacios, construir con compañeros que tengan perspectiva de género. Es así que de a poco vamos a derrotar al patriarcado en nuestras organizaciones. Para este 8, no sólo convocamos al paro internacional, sino que hubo reuniones de varios sindicatos y centrales para hacer una columna unificada.

– ¿Cuáles son los desafíos del sindicalismo en esta etapa de avanzada neoliberal y fuerte heterogeneización de la clase trabajadora?

AGT: Si el sindicalismo tradicional no entra en diálogo con los dos sectores más dinámicos se queda afuera de la disputa y de las calles que están ocupando el feminismo y la economía popular. Tradicionalmente el motor de la lucha de clases era el/a trabajador/a de las fábricas, del trabajo en blanco. Pero el panorama cambió y si no se ponen codo a codo con estos movimientos la lucha no sólo va a ser más difícil sino que no va a ser completa. Además, es necesario que las organizaciones sindicales se democraticen y abran sus discusiones. Si no se llenan de compañeras y compañeros que hagan el sindicato día a día la perspectiva no es buena.

JF: Nosotros venimos a poner algo que el sindicalismo perdió, que es humanidad. Orgullosamente, le marcamos la agenda a nivel nacional y es ahí donde nos tuvieron que mirar todos los sindicatos y nos plantamos: no somos un movimiento que reclama planes sociales de asistencia, somos trabajadoras de la economía popular con voz propia y generamos trabajo. Necesitamos que lo respeten y nos acompañen para tener todos los derechos del empleo formal.

Laura Oringa y Guadalupe Santana

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