1 marzo, 2019
True Detective: el Efecto Bielsa
La tercera temporada de la serie de HBO pone la vara muy alta desde el principio. El problema es que se pincha justo en el mejor momento y cae en una maraña de sanata narrativa poco creíble. Similar a lo que ocurre con los equipos de Marcelo Bielsa. ¿Casualidad? No lo creo.

La tercera temporada de la serie de HBO pone la vara muy alta desde el principio. El problema es que se pincha justo en el mejor momento y cae en una maraña de sanata narrativa poco creíble. Similar a lo que ocurre con los equipos de Marcelo Bielsa. ¿Casualidad? No lo creo.
“Te odio, True Detective; me ilusionaste, me ilusionaste y me diste mierda”, tuiteó indignado el escritor Carlos Busqued hace unas horas, cuando terminó de ver el último capítulo de la tercera temporada.
Es que la serie escrita por Nic Pizzolatto prometía mucho: sus primeros capítulos eran pequeñas gemas guionadas, se acercaban bastante a la perfección. Planos precisos acompañados de una música gris aportan un clima pocas veces logrado en las series modernas. Recuerdos de Twin Peaks de David Lynch, The Fall y algunos cruces impecables de policial negro con las mejores novelas de suspenso había entusiasmado a los seguidores.
Cabe aclarar que True Detective ya venía con problemas. De ser aclamada por el público en su primera temporada, recibió críticas durísimas en la segunda: personajes principales sin rumbo claro, giros demasiado forzados en el guión y algunos diálogos aburridos lapidaron a Collin Farrell y Rachel Adams, dos buenos actores que intentan levantar algo que de por sí ya estaba por el piso. A esto hubo que sumarle el contraste con los protagonistas de la primera -Woody Harrelson y Matthew McConaughey- que además son productores de la serie, que los hizo retroceder muchos casilleros.
La tercera temporada parecía la reivindicación final. La venganza de Pizzolatto y ese supuesto traspié que había tenido. Pero no.
Como si de un equipo de Marcelo Bielsa se tratara, la tercera temporada decepciona fuerte porque había prometido otra cosa. De un arranque sublime de cuatro, cinco -y tal vez seis- capítulos en los que se fusionan con gran habilidad los planos con la historia, la música con la trama y las actuaciones, pasamos a un fiasco; un bluff absurdo, tirado de los pelos, como si Pizzolatto se hubiese sentado en la heladerita de Marcelo cuando sus equipos arrasan los primeros partidos y luego decaen en la nada.
¿Pizzolatto y Bielsa son dos vendehumo? No. Son peores. Románticos, emocionales, siempre al límite, marcados por el todo o nada, sus guiones se debilitan porque les gana la soberbia. Como dijo el gran Claudio Paul Caniggia en una entrevista reciente a la revista española Jot Down: “Es un gran técnico, muy estudioso (…) pero no cambia nunca la forma, es siempre lo mismo (…) y a veces hay que cambiar”.
La clave es cambiar la forma. Aunque cueste. Tanto en Bielsa como en Pizzolatto. La tercera de True Detective peca de soberbia. El guión no encuentra la forma adecuada y recae en fórmulas conocidas del cine bobo, ese que tranquiliza al espectador y le da un final amable para que se vaya a dormir contento. Pasa de ser una serie de primer nivel a una porquería repleta de pavadas edulcoradas y lugares comunes.
Aclaremos: en la tercera levantan las actuaciones principales. Sobresalen el reciente ganador del Oscar a mejor actor secundario por Green Book, Mahershala Ali y sobre todo Stephen Dorff, detectives a tiempo completo que están toda su vida sobre el caso de unos hermanos desaparecidos.
Pero el guión termina siendo irremontable.
El Efecto Bielsa ocurre en pocas series porque la mayoría -sobre todo las de Netflix– son horrendas, sin alma, sin originalidad, aburridas y bastante zonzas. Buscan acomodar al público en la cama en vez de hacerlo saltar, de dejarlo incómodo, de interpelar. A le gente no le queda nada después de ver la cuarta de Flash o la primera de Umbrella Academy porque no hay nada que deba quedar más que la masturbación visual sin contenido real.
Pizzolatto está lejos de eso, pero cae en el sinsentido luego de haber estado en la cima. Peor. Después de haber logrado gente que lo amara que lo abandona por gil, por terco, por no jugársela en el momento preciso. Venía como favorito y cayó en picada. No supo cambiar. A Bielsa le pasó con la Selección Argentina, le pasó con el Lille y ahora con el Leeds.
Ojalá Pizzolatto no termine así y se levante con una cuarta temporada parecida a la primera.
Mariano Cervini – @marianocervini
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