28 febrero, 2019
«Haití más que un Estado fallido es un Estado inexistente»
Gabriela Giacomelli es parte de la organización política Vamos y en el 2018 formó parte de la brigada Jean Jacques Dessalines en Haití. En una entrevista exclusiva para Notas, revivió aspectos de su experiencia como brigadista en el país más pobre del continente americano, castigado por la injerencia de EE.UU. e inmerso en una crisis económica y social sin precedentes.

Gabriela Giacomelli es parte de la organización política Vamos y en el 2018 formó parte de la brigada Jean Jacques Dessalines en Haití, junto al Movimiento de los Trabajadores rurales Sin Tierra (MST), de Brasil, y el Centro Memorial Martin Luther King (CMMLK), de Cuba. En una entrevista exclusiva para Notas, revivió aspectos de su experiencia como brigadista en el país más pobre del continente americano, castigado por la injerencia de EE.UU. e inmerso en una crisis económica y social sin precedentes.
– ¿Cuál fue tu rol como brigadista en Haití?
– La brigada tiene una serie de tareas que tienen que ver con la formación política, en el área de la agroecología como proyecto de sustentabilidad y también como proyecto político estratégico de los movimientos haitianos, sobre todo los del campo. Además se ocupa del sector de géneros y en el espacio de la comunicación popular, como bastión estratégico para la lucha de clases en la actualidad, en Haití y en todo el mundo.
Mi tarea particular fue participar de la coordinación político pedagógica en la Escuela de Formación Política Charlemagne Peralte, que fue un martir que resistió contra la ocupación yanqui de 1914 y en homenaje se le puso el nombre a la institución. La escuela se erige como una herramienta de unidad entre varios movimientos populares, que la mayoría son del campo, pero participan militantes que provienen de todos los departamentos del país y de todos los sectores; rurales, urbanos, sindicatos, partidos políticos. Todos movimientos que están luchando de alguna manera por una transformación radical de la sociedad haitiana. Para avanzar en la lucha, para avanzar en los niveles de organización y eficacia, era necesario iniciar procesos de formación política profundos, sistemáticos, y que sirvan al conjunto de la militancia popular en el país.
También contribuí en el sector de género de la brigada, en una tarea de apoyo a otra compañera, donde buscábamos poder realizar actividades sobre todo en el plano de la formación, pero específicamente en lo que tiene que ver con combatir las relaciones del sistema patriarcal y en la construcción de un feminismo en Haití, que es un tema muy estratégico. Es un un país donde las relaciones patriarcales y machistas todavía son muy fuertes y las mujeres siguen teniendo un rol subordinado en la política y en la vida social en general, a pesar de que son las que materialmente trabajan y están en todos los trabajos de producción y reproducción de la vida.
– ¿Cómo surge la brigada de la que participaste?
– La brigada Jean Jacques Dessalines está desde el año 2009 en el país y es coordinada por el movimiento dos trabalhadores rurais Sem Terra (MST), de Brasil. Esta brigada se instala después del terremoto de 2010 de forma definitiva y es una respuesta política a la ocupación de las tropas de la ONU, desde la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), que llega en el año 2006 y son coordinadas justamente por el Estado brasileño. Esta experiencia que tuve como brigadista internacionalista fue una de las experiencias más ricas como militante, una tarea desafiante, difícil, sacrificada.
– ¿Por qué pensas que los medios hegemónicos no visibilizan lo que sucede en Haití?
– Los medios hegemónicos hoy están mirando donde está mirando EE.UU. Todos los cañones apuntan a desgastar a Venezuela y al proceso de transformación iniciado con la revolución bolivariana. Esa es la pauta principal que los medios están trabajando. Hoy en Haití no parece haber, por lo menos en un corto mediano plazo, una salida progresiva de la crisis, una salida de una alternativa al sistema, entonces hoy Haití no representa un riesgo a nivel geopolítico para los intereses estadounidenses.
– ¿Cómo es el día a día en uno de los países más castigados del continente americano?
– El día a día de ese pueblo yo lo ví como una lucha por la supervivencia, donde los y las haitianas desde que se levantan hasta que se duermen están luchando por la satisfacción de las necesidades básicas de un ser humano. En Haití, tanto el hombre como la mujer viven para trabajar, y trabajar en condiciones de absoluta explotación, trabajos de un desgaste físico muy fuerte, de hecho la espectativa de vida en ese país es de 50 a 55 años. Es una población joven y existe un problema de superpoblación.
Haití tiene casi el tamaño de Tucumán y la misma población que Cuba, entonces eso hace que toda estructura, ya sea de vivienda o de transporte, se vea desbordada. Puerto Príncipe, la capital, es una ciudad que fue pensada para 200.000 personas y hoy viven tres millones. En el relato oficial se dice que Haití es un país que tiene una desgracia por el tema de los desastres naturales. El gran problema de Haití no son los desastres naturales, es la ausencia del Estado, no hay planificación, no hay posibilidad de establecer sistemas de emergencia en casos de desastres naturales, entonces la gente básicamente pelea por su vida.
El pueblo tiene una dignidad ejemplar, es un pueblo que se moviliza, que arriesga su vida porque saben que si van a una movilización quizás no vuelven, porque la represión oficial y paramilitar es feroz.
– ¿Cual es el papel del Estado en Haití?
– El Estado no tiene ninguna presencia en la vida cotidiana de las personas, es un Estado que no da seguridad social, no da educación -hoy Haití tiene a casi la mitad de la población analfabeta- y menos de un tercio de la población que logra terminar los estudios secundarios. Es un Estado que ni siquiera cuenta con el monopolio de las fuerzas represivas, más que un Estado fallido es un Estado inexistente, que depende en término de seguridad, de tropas de otros países, coordinadas por EE.UU., y en términos de seguridad social, de las ONG’s.
Aunque hoy los ojos del mundo, y particularmente de Washington, están puestos en Venezuela, Haití afronta una crisis económica, social y política que ha generado en este último tiempo una cifra de muertos que va in crescendo como causa de las manifestaciones contra el actual presidente Jovenel Moise. Cortes de calles, saqueos, fuertes represiones dirigidas a manifestantes describen una situación poco alentadora para la región y para el futuro del país.
– ¿De qué forma repercuten en Haití las políticas de EE.UU.? ¿A qué se debe la crisis económica del país?
– El papel del imperialismo es una presencia directa. No existe ningún tipo de autonomía relativa del país, la actividad económica está totalmente sujeta a los movimientos de EE.UU. y, en menor medida, de República Dominicana, sobre todo en la actividad comercial y en el abastecimiento de productos manufacturados. La moneda haitiana está atada al dólar, tienen una moneda nacional pero depende 100% de los movimientos del dólar en el mercado internacional. Eso hizo que ahora haya un proceso de devaluación, el segundo más grande en la historia de Haití, lo cual repercute en la vida cotidiana, en el encarecimiento de todos los productos necesarios para la supervivencia del pueblo.
También hay una penetración cultural, atravesada por la música, por los gustos, el idioma; instalar palabras en inglés, la bandera norteamericana es muy normal verla por la calle. Se combinan la dependencia económica pero también la penetración cultural, como intentan hacerlo en el resto de los países.
Hoy en día Haití es un país que no tiene agua, luz, gas, casi en ninguna parte, que son los que nosotros consideramos como servicios básicos. Lo que pasó es que los fondos fueron despilfarrados por los sucesivos gobiernos, y una gran cuota de responsabilidad la tiene el actual presidente Jovenel Moise, que está hace dos años en el poder. En julio de 2018 el FMI le pidió al gobierno haitiano que aumente casi en un 50% los combustibles, obviamente el gobierno títere accede a este pedido y eso genera el primer gran estallido social en las calles contra el presidente y contra esa medida en particular. El gobierno retrocede pero en este último tiempo se vuelve a plantear la posibilidad del aumento en el precio del combustible.
– ¿Cuál es la situación actual?
– Actualmente, yo pienso que Haití está en una encrucijada. Todo el año pasado hubo un proceso de movilización donde se fue incrementando la magnitud de las protestas y de gente que participa en la lucha más radicalizada. Es una situación compleja donde también hay internas de la derecha que están operando, queriendo disputar el sentido de las movilizaciones.
Desde mi lectura hoy Haití está en ese punto que no se sabe para donde va a ir, porque no necesariamente una situación de movilización va a tener una salida progresiva, para que eso pase esa movilización de masas tiene que encontrar una dirección política. Esto es, que los movimientos populares logren avanzar en la construcción de una alternativa, la construcción de un programa a corto, mediano y largo plazo para darle una salida a esta crisis que hoy se está viviendo. Yo creo que hay signos muy positivos de avance de esa unidad, sobre todo en el plano político.
Tomás Ferrando – @tomas_ferrando1
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