Derechos Humanos

27 febrero, 2019

Tucumán: obligar a parir es torturar

Por Macarena Aspiroz. El martes por la noche se sometió a cesárea a la niña violada por la pareja de su abuela. Ella y su familia solicitaron durante un mes la interrupción legal del embarazo. Sin embargo, el gobierno y el hospital dilataron la situación y la cesárea fue la única manera de garantizar la salud de la niña.

Por Macarena Aspiroz. El martes por la noche se sometió a la niña de Tucumán que fue violada por la pareja de su abuela a una cesárea en contra de su voluntad. Tanto ella como su familia solicitaron durante un mes la interrupción legal del embarazo. Sin embargo, el gobierno tucumano y el hospital “Eva Perón” dilataron de tal manera la situación que, a esta altura, la cesárea era la única manera de garantizar la salud de la niña.

La doctora Cecilia Ousset, la ginecóloga que realizó junto a su marido el procedimiento, declaró en Radio Nacional Tucumán cómo ocurrieron los hechos durante la noche en que se obligó a parir a la niña. Relató que todo el personal médico involucrado se declaró objetor de consciencia, incluso el anestesista. Hasta último momento intentaron impedir que la criatura se realizara un aborto, y no sólo estaban incumpliendo la ley en la que se enmarca la Interrupción Legal del Embarazo, sino que también estaban ignorando el pedido desesperado de una niña que no quería maternar y mucho menos quería que la obligaran a parir.

Por otro lado, contó que nunca se le había otorgado asistencia psicológica y que la misma estaba siendo torturada y manipulada emocionalmente por profesionales del hospital. Durante toda su estadía se romantizó su embarazo, tocándole la panza e intentando convencerla de que siguiera gestando al feto. A pesar de la desoyeron constantemente, la niña sostuvo su pedido inicial. Ocho veces tuvo que solicitar que le practicaran un aborto.

El tormento que tuvo que vivir no sólo fue dentro del hospital; el arzobispo de Tucumán Carlos Sánchez convocó a una manifestación durante la noche para ser “custodios del niño por nacer”. Varios anti derechos concurrieron al lugar, rezando y pidiendo que la criatura siguiera adelante con el embarazo. Aunque la doctora Ousset declaró que no pesaba ni siquiera 50 kilos, y que si llegase al parto el riesgo de su muerte era muy probable, no tuvieron interés de contemplar el estado de salud de la única niña que se tenía que cuidar.

“Salvemos al inocente” era el slogan que tenían los -mal- llamados “pro – vida”, que entienden como inocente al feto que está imposibilitado de pecar simplemente porque es un feto. En su mente la niña no es impoluta y su moral cristiana no les permite pensar en la salud mental y física de ella. Prefieren que muera una chica de once años que tiene toda una vida por delante a que se interrumpa un embarazo.

Si bien la criatura que nació anoche sigue viva, no debería sorprendernos que ante cualquier cosa que le suceda, se responsabilice nuevamente la niña que lo gestó. En esta sintonía, el referente de los anti derechos Mariano Obarrio, publicó en twitter “Si la tuvo en la panza seis meses que les costaba mantenerla 20 días más y asegurar la vida. ¿Para vos este ser humano es una bolsa de células?”.

Otro aspecto a tener en cuenta, es que Tucumán es la única provincia en Argentina que no cumple con la ley 26.150, sancionada en el año 2006, que establece que “todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral (ESI). Esta es una decisión tomada totalmente a consciencia para que les niñes no puedan transitar de manera sana su sexualidad.

En provincias tan conservadoras y religiosas como esta, el sexo es solo para poder procrear y la pedofilia es casi un deporte tradicional. Por eso no es extraño que se haya dilatado tanto este caso de aborto no punible. Desde 1921 existe una ley que consagra el aborto no punible en casos de violación y riesgo de salud para la mujer, pero en el 2019 en provincias como Tucumán y Jujuy eso parece no importar. Tampoco parece importarles la salud mental y física de niñas, porque el simple hecho de ser mujer ya te convierte en un ciudadano de segunda, desamparada por el estado y por el sistema judicial.

No es no, siempre. Incluso cuando se habla de la continuidad de un embarazo. Cuando una mujer o una niña deciden sobre su propio cuerpo todos los demás deben aceptar su decisión y garantizar que sus derechos se cumplan. Lo que sucedió en este caso, es una tortura estatal en pleno siglo XXI: sufrió todo tipo de suplicios psicológicos y lo cerraron obligando a parir a una niña de once años.

@macaspiroz

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