Cultura

7 febrero, 2019

Traditurro de Quilmes para el mundo: “No es solo rancherío argento”

«El Iván de Quilmes» es el tatuador del sur del conurbano bonaerense que pinchó el barrio y sus características en las pieles mas heterogéneas. Diez años de diseños, agujas, tinta y música. «Lo que me rodea a mí, según mi modo de ver las cosas, está fielmente retratado».

En el último piso de la galería Bond Street, ícono del punk rock argentino, contra el ventanal que expone los filtros de aire acondicionado y pegado a un local de insumos para el cultivo de marihuana, se echó Iván Grasso. Podría decirse que se sentó, pero no. Se desarmó entre los restos del cuero que le quedan a los almohadones rasguñados y, mientras acomodaba los pies encima de la única mesa ratona, empezó a armarse un cigarrillo. Parado al lado mío quedó Joaquín, “estás más flaco amigo, ¿dónde está esa panza?”, le dice y le cachetea el estómago. “Sí, chabón, bajé veinte kilos. No podía levantar el skate para saltar, estaba hecho un lechón”, responde Iván con el cigarro en la boca.

Iván Grasso tiene 33 años, nació, vivió y aún vive en el sur del conurbano bonaerense, cerca de El Bosque, Quilmes. Es skater, productor, DJ, dibujante, graffitero, tatuador y boxeador aficionado. Es «El» Iván de Quilmes, el creador del «traditurro», un estilo de tatuajes que revolucionó la escena local y fanatizó a lienzos vivos de los estratos más bajos a los más altos de la sociedad argentina. Sus dibujos transpiran barrio. Chicas con viseras Nike, pibes con pantalones Adidas, botellas de fernet cortadas “corte viajero”, facas, rosas, besos, billetes, bicicletas y turros, muchos turros, son el estilo que Iván imprime a cualquiera que se acerque al estudio con la idea de pintarse el barrio en la piel.

“Tengo un turno justo ahora, bancá que mando un mensajito” me avisa y se cuelga con el teléfono. Pasa un rato, casi diez minutos lo miro en silencio mientras scrollea Instagram como el mejor de los millenials. Tiene los brazos, las piernas, las manos, el cuello, la cara y “la gorra” tatuadas. Un jesús gigante le ocupa toda la cabeza y, donde antes había una papada, ahora descansa un QUILMES enorme. Iván mira la pantalla de su Iphone como si se le fuesen a la salir los ojos y me suelta un “cuando quieras eh”. Es un tipo de pocas palabras. “Es un guacho re copado, pero no le cabe mucho hablar”, me avisaron antes.


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Japoturro

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– En Quilmes empezaste como Iván Patibanda, ¿Cómo nació El Iván de Quilmes?

– El Iván de Quilmes empezó de tanto dibujar y flashear querer parecerme a otras cosas y darme cuenta de que lo único que estaba queriendo era parecerme a esas personas que representaban lo suyo. Me di cuenta de que yo podía también representar lo mío y dejar de querer parecerme a un… no sé… como dejar de querer copiar a otro y de tener una referencia de otro artista. Fue un proyecto del que me copó todo, es lo único que quiero seguir dibujando.

– ¿Hace mucho que tatuás?

– Hace diez años, un poquito más capaz. Empecé tatuando en mi casa y después estuve en locales en Quilmes.

– ¿Imaginaste que el traditurro, como vos lo bautizaste, se iba a convertir en un boom?

– No, ni en pedo. Siempre que hacés algo así, que es tuyo, como que si lo hacés y solo lo hacés porque es lo que te sale y no  tenés un proyecto de futuro ni le das pelota a las opiniones ni nada, solo lo hacés. Y caminó eh. Sabes que a un sector de la gente le va a gustar y a otros no, te van a criticar. Es normal, como todo.

– ¿De dónde salen tus dibujos?

– Mirando a mi alrededor, siempre de un lado gracioso y positivo, tratar de reflejar mi entorno. No solo el barrio, mi entorno en general. Capaz que estoy acá y hay cosas que me representan porque son gente del conurbano que está acá, y tenemos los mismos códigos.

 

 

 

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– ¿Tuviste alguna vez un problema o queja por algunos de tus dibujos? ¿Alguien llegó a considerarlos estigmatizantes?

– No, para nada. Jamás nadie me hizo quilombo. Como es tan real… alguno me preguntó si soy un cheto que se la da de barrio, pero ni da para explicar. Si no es ser snob. Hay muchas cosas que si sos de afuera y no sos del barrio, las perdés. Lo que me rodea a mí, según mi modo de ver las cosas, está fielmente retratado.

– Decías recién que te preguntaron si sos un cheto, vos tatuaste a más de uno con dibujos de barrio. ¿Cómo lo ves, como un cheto careta?

– Si, obvio que los tatué, pero no lo veo así. Lo veo como a cualquier persona que salió del barrio y después siempre aspiró a mejor y tiene una buena posición económica y su educación es buena y no deja de ser un pibe que le moviliza el haber salido del barrio. Del barrio sale y entra todo.

– Además de El Iván de Quilmes, ¿Quién es Iván Grasso?

– Iván…nada… soy un pibe de Quilmes que empezó a andar en skate a los trece. Siempre me gustó la música, siempre como que al dibujar, porque dibujo de toda la vida, siempre tuve  muchas referencias de afuera musicalmente, como el hip hop en un principio y también me fui a géneros más europeos. Al dibujar y tener mucho tiempo para escuchar, siempre se dio que desde muy chico me bajaba música y tuve un gusto particular, ayuda en la combinación. Entonces más adelante se dio la posibilidad de pasar música, hacer eventos… y por puro hobby ahora se dio que paso música en varios lados. Ando en skate poco ahora, pero ando. Tatúo y dibujo todos los días. Nada, tranqui.

– Hablabas de tu faceta como DJ, quien te sigue sabe que hiciste muchos amigos en la movida del trap y el hip hop local, que fue creciendo mucho en los últimos años. Hay muchos pibes que vienen de lejos, como Barderos, a los que tatuaste varias veces, ellos son de un barrio de San Martín de los Andes, ahí existe una fraternidad basada en qué…

– En el barrio, la música, la vida. Es como que yo los dibujos que hago, pasaron de ser super turro todo, al traditurro. Eso se pasó a trap, que es re de calle también. Las letras de los pibes son lo mismo ¿entendés?, y al ser así casi lo mismo, pero en palabras, pegamos onda. A mi me gusta mucho lo que hacen los pibes, al estar siempre pasando música y conocer artistas que vienen de hace muchos años, dentro del submundo te conocés. Hablé varias veces con los pibes, tiré la mejor, regalé tattoos a los que a mí me gustaban, pegué onda y de pasar música con raperos de antes fui conociendo raperos nuevos, que son los que hoy la rompen como Homero, Ysy – A, El Duki. Una cosa fue llevando a la otra.


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E amigo te vendo ya alta yantas a dosiento pesito

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– Duki es hoy uno de los artistas más escuchados del país, según Spotify. ¿Cómo se conocieron?

Yo pasaba música y él me vio, me vino a hablar y pegamos mucha onda. Después le produje algunos temas, nos llevamos muy bien, él es mucho más chico y yo esa noche estaba con el Malandro hinchando las pelotas y pintó la mejor. Nos fuimos varias veces de gira cuando tocó Duki y nos cagamos de risa siempre. Hay otros raperos a los que ayudé y un día me vinieron a buscar queriendo pegarme. Tipos de afuera incluso, que acá no conocían a nadie y después les pintó la bronca, pero yo soy un tipo re tranquilo, no me gusta pelear ni ser malo. Mis amigos son malos, dice y se ríe.

– ¿Y con otros géneros cómo te llevás?

– Este año pasé reggaetón, pasé cumbia. Me podés cruzar en alguna fiesta de reggaetón pero no es que digo ‘vamos a una fiesta de reggaetón’. Voy si están mis amigos. Ahora estoy menos jodón que antes capaz, prefiero estar un poco mas tranca y si voy a un lugar que toque un amigo y alguna cosa así voy. Capaz que soy mas clasiquero, más de lo viejo y no tanto de lo que se hace ahora.

– ¿Tenés algún proyecto por encarar a futuro?

– No, siempre lo mismo. Todavía no cumplí mis proyectos actuales, siempre más trabajo, siempre laburar más para estar mejor. Los proyectos de este año fueron evolucionando y ahora esos se ponen más grandes y no quiero salir de ellos. Con respecto al tattoo y a lo de DJ. Quiero viajar el año que viene a Europa, eso sí o sí.

– Viajaste por casi todo el país, tatuaste en todos lados. ¿Tuviste alguna experiencia afuera?

– Fui a Paraguay y a Uruguay, acá cerquita. Me quiero ir a Europa, me tatué el símbolo del euro en la cara para no olvidarme de juntar guita, ya no fumo porro casi, así que eso ayuda.

– ¿Creés que el traditurro es de exportación?

– No, tengo una línea que es un poco más inclusiva internacionalmente. No es solo rancherío argento, es como tratar de generar algo que no sea un público tan local que pueda consumirse en todos lados.

– Además cada país tiene su particulridad barrial…

– Obvio, muchas cosas de las que hago, sin flashear que sean mundiales, pegan porque la calle está en todos lados.

Carla Martilotta – @CarlaMartilotta

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