1 febrero, 2019
¿Qué pasó con la detención de los periodistas de EFE en Venezuela?
En el marco de la crisis venezolana y la desinformación deliberada que impulsan algunos medios de comunicación sobre el tema, la detención temporal de un equipo de la agencia española que había llegado a Caracas motivó denuncias de censura y ataques a la libertad de expresión. Sin embargo, esas acusaciones están más atravesadas por intereses políticos e ideológicos que basadas en la realidad.

En el marco de la crisis venezolana y la desinformación deliberada que impulsan algunos medios de comunicación sobre el tema, la detención temporal de un equipo de la agencia española que había llegado a Caracas motivó denuncias de censura y ataques a la libertad de expresión. Sin embargo, esas acusaciones están más atravesadas por intereses políticos e ideológicos que basadas en la realidad.
El miércoles los trabajdores de prensa colombianos Mauren Barriga y Leonardo Muñoz, y el español Gonzalo Domínguez, todos de la agencia EFE, fueron arrestados por el Servicio de Inteligencia Bolivariano (Sebin) en Venezuela. El motivo: carecían del permiso correspondiente para ejercer su profesión.
Así lo había anunciado ese mismo día el ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza, quien escribió en Twitter que periodistas extranjeros habían «ingresado al país de forma irregular sin cumplir previamente con la respectiva solicitud del permiso de trabajo» en los Consulados correspondientes.
Arreaza también relató que varios habían «tratado de acceder al Palacio Presidencial sin acreditación». «Como en cualquier país del mundo, l@s periodistas no pueden auto asignarse una acreditación. Medios y Agencias internacionales saben que para evitar inconvenientes innecesarios, deben realizar los trámites indispensables en los Consulados», completó.
2/2 Como en cualquier país del mundo, l@s periodistas no pueden auto asignarse una acreditación. Medios y Agencias internacionales saben que para evitar inconvenientes innecesarios, deben realizar los trámites indispensables en los Consulados, previo a su viaje al país.
— Jorge Arreaza M (@jaarreaza) January 30, 2019
Por este mismo motivo fueron demorados periodistas franceses del canal TMC y también de la Televisión Nacional de Chile. No obstante, el jueves quedaron todos en libertad y fue confirmado su buen estado de salud por sus respectivas delegaciones diplomáticas.
En el caso de estos últimos fueron deportados y el mismo jueves llegaron a Santiago. Por su parte, los miembros de la agencia EFE se acreditaron luego de ser liberados, confirmando así la versión de las autoridades venezolanas: habían estado ejerciendo sus tareas profesionales sin los permisos correspondientes.
Domínguez, el corresponsal español, declaró a la Radio Nacional de España que «el trato ha sido bueno». «No hemos tenido ningún abuso físico ni verbal», añadió despejando dudas sobre las denuncias de una presunta persecución y amedrentamiento a la prensa en Venezuela.
Cabe recordar, además, que cientos de periodistas han llegado al país en los últimos días como lo atestigua la cobertura casi constante de lo que sucede por parte de todos los medios del mundo. En la mayoría de los casos, han podido ejercer su trabajo sin inconvenientes tras haber tramitado sus respectivas acreditaciones.
Los trabajadores de prensa como carne de cañón
El caso de EFE puso de relieve dos aspectos centrales en relación a las coberturas parciales e interesadas de los medios de comunicación.
En primer lugar que los trabajadores de prensa -con mayor o menor conocimiento de lo sucedido- quedaron en el medio de una disputa geopolítica en la que las empresas periodísticas juegan un rol central. El supuesto escándalo mediante el cual se acusa al Gobierno venezolano de atacar al libertad de expresión y que es funcional a la intervención extranjera que pretende legitimar al autoproclamado presidente Juan Guaidó, no fue más que un mero problema administrativo en que la agencia española no cumplió (debemos suponer que deliberadamente) con los requisitos básicos para desarrollar su actividad en el país.
A su vez, plantea un abordaje liviano y superfluo de un problema real a nivel mundial como es la persecución a las y los periodistas.
Qué falta de respeto a los periodistas realmente perseguidos y que arriesgan la vida cada día ejerciendo su trabajo.
— Helena Villar (@Helena_VillarRT) January 31, 2019
Si se toma en cuenta el continente americano, en 2018 de acuerdo a datos de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) los países con más asesinatos de periodistas fueron México, con 11, y EE.UU., con siete.
Un año antes, el país azteca también encabezó la lista con 26, seguido de Honduras con cinco. En este último país, la persecución, hostigamiento y muerte de trabajadores de prensa se incrementó considerablemente a partir del Golpe de Estado -apoyado por los EE.UU.- contra Manuel Zelaya en 2009.
Asimismo, el último año cobró relevancia internacional el asesinato de Jamal Khashoggi, en la embajada de Arabia Saudita en Turquía. Debido a la alianza estratégica que mantiene el reino saudí con Washington, este hecho apenas generó alguna que otra declaración pública de reproche, sin ninguna acción concreta que sancione un crímen de semejante magnitud.
La desproporción entre la respuesta que generaron estos acontecimientos en comparación con la relevancia que se le da a lo sucedido en Venezuela, pone de relieve la parcialidad e intencionalidad que existe al respecto. Una vez más, el periodismo sale perdiendo.
Santiago Mayor – @SantiMayor
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