América Latina

31 enero, 2019

Presidenta del Senado de Bolivia: «Soy feminista y del partido que transformó la historia del país»

Con 29 años, Adriana Salvatierra se convirtió en la mujer más joven en ocupar el cargo de presidenta de la Cámara de Senadores del Estado Plurinacional de Bolivia. Días atrás recibió a Notas en su despacho para un diálogo profundo sobre la situación del país vecino.

Con 29 años, Adriana Salvatierra se convirtió en la mujer más joven en ocupar el cargo de presidenta de la Cámara de Senadores del Estado Plurinacional de Bolivia. Días atrás recibió a Notas en su despacho para un diálogo profundo sobre la situación del país vecino.

Nacida en Santa Cruz de la Sierra y con trayectoria militante en el movimiento Columna Sur, juró en su cargo el pasado viernes 18 de enero y recordó la dificultad en la que históricamente se vieron envueltas mujeres y jóvenes para acceder a espacios de poder.

– Hace pocos días asumiste la presidencia del senado siendo la más joven en la historia de Bolivia en asumir ese cargo. Como representante directa de las mujeres y de los jóvenes, ¿cuáles son los desafíos de esos dos sectores dentro del proceso de cambio?

– Primero debo decir que yo no sé si ser mujer y joven me convierte en una representante directa de esos sectores. Nosotros hemos peleado por una representación paritaria en la asamblea legislativa, pero hay muchas mujeres que no son portadoras de las agendas de género. Hay muchos jóvenes que son bastante conservadores en términos de la administración de la economía. Lo importante es el lente con el que se mira la vida, tu marco teórico. Y no necesariamente que seas mujer y joven puede traducirse en que seas portadora de agendas feministas o de agendas revolucionarias. Pero en mi caso, yo me considero feminista y estoy dentro del partido que transformó la historia de este país. No creo que esto me haga la representante directa, pero creo que tengo una responsabilidad. Tengo absoluta certidumbre de lo que significa estar en este espacio como servidora pública. Si cometo un error, si fallo, sé que mi ejemplo puede cerrar las puertas a muchísimos jóvenes y debo ser muy cuidadosa con eso.

Pero en este contexto particular de ofensiva en el continente de las fuerzas conservadoras y de una disputa electoral este año que es competitiva, creo que los desafíos de esos sectores es defender lo conquistado. Si uno de los candidatos te está hablando del discurso de “con mi familia no te metas” -y claro con mi familia no te metas es yo le pego a mi mujer y no te metas en aquello-, nosotros tenemos una conquista normativa de lucha contra la violencia hacia la mujer. O el marido que dice “vos no te metés en política” y ella debe aceptar callada esa posición. Y nosotros somos el país con el 51% de mujeres representadas en la Asamblea Legislativa. Entonces creo que debemos defender lo conquistado para las mujeres. Y en el caso de los jóvenes, el no naturalizar lo que en este momento vivimos, simplemente con el ejemplo de lo que sucede en otros países. Comprender que esto no es natural. Que todos esperaban un resultado distinto de Bolivia y sin embargo rompimos cualquier pronóstico. Y eso es porque aquí se vive una revolución democrática y cultural.

– ¿En qué estado se encuentra la disputa política en Bolivia en este año electoral?

– Uno puede identificar ciertas cosas que lo hacen pensar que existe una tensión entre avance y retroceso. Y eso sucede en América Latina y también en Bolivia, y se refleja en este proceso electoral. No es un mensaje menor que este proyecto nuevo del Estado Plurinacional, de la soberanía, de la solidaridad de los pueblos, de la democratización, aún reflejada en Evo Morales después de trece años, se enfrente a los mismos actores políticos del neoliberalismo. Enfrente se encuentran dos ex vicepresidentes de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien está etiquetado con la privatización. Ellos son Carlos Mesa y Víctor Hugo Cárdenas. Hay una tensión que no se ha solucionado y eso es el reflejo de las actuales candidaturas, de la disputa entre lo que nosotros construímos en estos trece años, que es una Patria, y el riesgo que enfrentamos, un retorno al pasado. Lo ha dicho Mesa: “yo creo que el rentismo le hace daño al país”, pero no es sólo el rentismo respecto a las materias primas, sino el bono que le das a la mujer embarazada, el subsidio para la madre, a las personas mayores o a los niños para eliminar los índices de deserción escolar. Para ellos sólo significan gastos. Entonces, tenés modelos incompatibles que significan una tensión hasta ahora irresuelta. En las elecciones eso tiene que ser solucionado.

Por otro lado, ahora tenés siete millones de bolivianos que transitaron a la clase media. Esos siete millones que antes eran pobres no miran hacia abajo. Se identifican con los de arriba. Tienen otras necesidades, distintas a las de antes y no comprenden su nivel de vulnerabilidad como clase media, no son capaces de mirar hacia Argentina y entender que, con un cambio de modelo, puede alterarse radicalmente su condición económica, su situación de derechos. Un proyecto político abiertamente neoliberal siempre pasa por la reducción de la inversión pública en política social. Entonces, ahí existe un desafío que es comprender que ya no gobernamos para el 60% de la población boliviana que era pobre, sino para esa misma población que tuvo una migración progresiva a la clase media. Y hoy en día tenés que comprender sus necesidades. Porque nosotros vamos a mantener nuestro compromiso con los más humildes. Pero porcentualmente nuestros más humildes son menos electoralmente ahora. Debemos diagramar una agenda también para la clase media. Y el desafío es articular esta agenda de la clase media con tu principio de construcción de Patria.

– ¿Cuáles crees que son las nuevas aspiraciones de las clases medias urbanas, cuáles las del crecimiento movimiento obrero y cuáles las nuevas aspiraciones del sector campesino indígena cuando muchos de sus reclamos ya han sido cumplidos?

– Yo uniría el sector obrero y el sector urbano en un elemento que puede ser la estabilidad. El obrero necesita condiciones de estabilidad en la economía del Estado y obviamente la economía estatal va a repercutir en la empresa. Por su parte, las clases medias urbanas tienen demandas diferentes. Hoy en día reclaman un sistema de transporte eficiente, salud, servicios. Entonces, hay otra agenda que no deja de ser popular. Si vos trabajás un enfoque que logre satisfacer esas necesidades sin que esto se considere como una concesión por privilegios, a mí me parece interesante.

En el campesinado antes se reclamaban tierras. La Agenda de Octubre fue tierra y territorio. Hoy, por ejemplo, ya no reclaman tierra. Ya se ha iniciado un proceso de mecanización. El programa “Mi Riego” ha logrado que los campesinos que no tenían sistemas de riego garantizados, aumenten la producción. Hoy, en cambio, los campesinos demandan mercado y precios, y bloquean carreteras por ello. Es decir que sus demandas son absolutamente distintas. Y el gobierno también debe garantizarlas porque de eso depende su estabilidad económica. Hoy en día el que trabajaba la tierra solo puede contratar más gente y también trabajar con ellos. Entonces son condiciones distintas, consecuencia del ascenso económico, no sólo en el área urbana, sino también en las áreas rurales, y esto se debe convertir en una agenda que debe abordarla el Estado y que otro gobierno no las contemplaría.

En el caso de los nuevos sectores urbanos salió una encuesta de valores de Naciones Unidas y decía que esta generación de jóvenes está mucho más satisfecha que una persona de 50 años con su vida, porque esta generación ya no es analfabeta, puede incluso poner un pequeño negocio. Es la generación de las oportunidades. Debemos desnaturalizar la coyuntura de oportunidades que viven los jóvenes.

Desde La Plaz, Manuel Diaz – @GringoManu y Mateo Munin Prado.

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas