Géneros

17 enero, 2019

Ausencia de perspectiva de género en las noticias: «Siempre terminan policializándose»

En diálogo con “Insurgentes”, por Radio Sur 88.3, Lucía Ariza, socióloga y co-coordinadora del Programa de Monitoreo de Noticias de la Defensoría del Público, reflexionó acerca de la ausencia de perspectiva de género en las coberturas mediáticas y el impacto que esto tiene en la víctima, su entorno y en las audiencias.

En diálogo con “Insurgentes”, por Radio Sur 88.3, Lucía Ariza, socióloga y co-coordinadora del Programa de Monitoreo de Noticias de la Defensoría del Público, reflexionó acerca de la ausencia de perspectiva de género en las coberturas mediáticas y el impacto que esto tiene en la víctima, su entorno y en las audiencias.

– ¿Qué sucede con los medios de comunicación mas bien hegemónicos que no tienen perspectiva de género a la hora de abordar las notas?

– La Defensoría del Público es un organismo de carácter nacional que se crea a partir de la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) a fines de 2012 y tiene como misión promover el derecho a la comunicación de las audiencias de radio y televisión, no tiene competencia sobre la prensa escrita o sobre otros medios de comunicación.

Venimos trabajando desde hace varios años en diferentes líneas que tienen que ver con la comunicación en género, ayudando a promover el conocimiento de nuevas y más responsables formas de reportar sobre los casos de violencia de género, mujeres, y el colectivo LGTB. Las guías elaboradas para el tratamiento de estos temas son creadas por el vinculo con organizaciones, no son solo cosas que la defensoría creo de la nada sino que parten de la relación con la sociedad civil.

Nosotros sistematizamos lo que salió de las reuniones y produjimos las guías que dan pautas de cómo no incurrir en malas prácticas a la hora de informar sobre estos casos. Básicamente tiene que ver con tener presente la dignidad de las personas que han sufrido violencia, con no revictimizarlas en el contexto de la cobertura. Esto quiere decir por ejemplo no lesionar su dignidad, su derecho a la intimidad, no mostrar fotos o imágenes o la voz de una mujer o persona del colectivo LGTB en situación de violencia porque esto puede afectar o recrudecer la violencia en su entorno.

Recomendamos diversificar la fuentes, es muy común en estas coberturas que la única fuente que se presente son las fuentes policiales, las judiciales y los vecinos. Sería deseables que además de estas fuentes hubiere otras que tienen que ver con las expertas, con las organizaciones de mujeres, las organizaciones LGTB que tienen mucho conocimiento sobre este tema y otro tipo que pueden contribuir a una perspectiva distinta y contribuir a la pluralidad de voces. Si solo nos quedamos con las fuentes policiales vamos a tener mas que nada una cobertura policializada, que es algo que vemos mucho. Siempre la cobertura termina policializandose, por la fuentes, por la música incidental, porque se crea una sensación de suspenso, porque las imágenes son de la policía o de cámaras de seguridad. Todos estos registros empíricos terminan dando una perspectiva más policializada del caso de lo que sería deseable.

– ¿De qué manera se puede trabajar con periodistas de medios hegemónicos para que se interesen en tratar estas noticias introduciendo la mirada de género?

– Hay varias líneas de acción, a través de la recepción de las denuncias que realizan las audiencias respecto de determinados contenidos por las incomodidades que sienten las audiencias en relación con determinadas emisiones de radio y televisión. Cuando se procesa esa denuncia lo que se busca es encontrarse con productores o responsables de la emisión del mensaje para revisar cuál fue la incomodidad de las audiencias y qué es lo que se podría hacer en una siguiente vez. Lo que está detrás de esto es darse cuenta que cada vez más es un requisito para los medios estar a la altura de estas nuevas formas más respetuosas de trabajar.

En la medida en que todas y todos vayamos promocionando estas nuevas maneras de emitir enunciados en los medios, más presión se ejerce hacia quienes están fuera de ese paradigma. Esto no pasa de un día para el otro porque los cambios culturales llevan mucho tiempo, pero lo importante es que haya voces, la defensoría, los colectivos de mujeres, LGTB, las audiencias, que ejercen estas demandas. Y que deje de ser solo una cuestión de interés personal de periodistas para transformarse en algo mucho más estructural de parte de los medios, algo que se instale como rutina productiva. Me parece que el verdadero horizonte sería transformar las rutinas productivas de los medios hacia estas nuevas formas más respetuosas de producir contenidos y que no quede en la voluntad individual.

– Hay una serie de cuestiones que nos llevan a pensar que son las propias trabajadoras de medios las que llevan adelante sus propias formaciones y que muchas veces se las censura o desvincula. Hay una resistencia muy grande de los medios a perder ciertos privilegios.

– Porque también la percepción es que si se cambia la manera en la cual se vienen haciendo las cosas no hay garantías de que funcione. Lo otro es una receta comprobada el morbo, la espectacularización, lo pasional en una pareja que decanta en violencia, son fórmulas re contra asentadas entonces lo distinto viene a contrarrestar y a ponerle un desafió a eso pero no siempre hay ánimo para hacer eso. Sin embargo a medida que las cosas van transformándose y que esto se convierte en una pauta social que comienza a ser bastante hegemónica es muy difícil seguir informando de una manera ostensiblemente violenta.

– ¿Cómo podemos detectar que hay una mala enunciación en notas vinculadas a violencias contra las mujeres?

– Es una tarea sin fin. En un caso de femicidio por ejemplo o de abuso, cuando la cobertura tiene que ver con la culpabilización, la responsabilización, la sexualización de la víctima eso claramente es una mala práctica. Sabemos que la violencia es un tema estructural, no es un tema personal, ni del victimario, ni mucho menos un problema de responsabilidad de la víctima. Esto lo vimos hace muy poquito tiempo en una nota de un diario muy famoso en donde evidentemente se había adoptado esa perspectiva de la culpabilización de la víctima, estas cosas efectivamente siguen ocurriendo.

El tema del respeto a la dignidad que tiene que ver por ejemplo con no divulgar detalles escabrosos que no aportan información relevante y que solo abundan en el morbo. Por ejemplo la descripción pormenorizada, el modus operandi de lo que pasó, qué le pasó a la víctima, que hizo el victimario, de cuantos martillazos en la cabeza, ¿cuánta información aporta eso?. Eso le saca lugar a lo que es más importante que es poder decir «esto es un caso de violencia de género, que obedece a causas estructurales, a la desigualdad entre varones y mujeres». Lo de la dignidad que mencionábamos tiene que ver también con no divulgar información personal de la víctima, ni la voz, ni la imagen, ni el lugar de residencia, ni el barrio, ni otra serie de datos que podría ocasionarle en su entorno el recrudecimiento de la violencia en caso de que sea una persona en situación de violencia.

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

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