15 enero, 2019
Pánico, desinformación y un Estado ausente: ¿Qué se oculta detrás del Hantavirus?
A principios de diciembre del 2018 la región cordillerana se vio afectada por la noticia del brote del virus del Hanta, más precisamente en la zona de Epuyén, Chubut. ¿De qué se trata la enfermedad que tiene alerta a la población? ¿Qué medidas (no) se tomaron desde el Estado? ¿Qué negocios se ocultan tras la desinformación?.

Hasta el momento, son 10 las muertes registradas, 28 casos de infección comprobados, 4 en observación en el Hospital Zonal de Esquel y 50 aislamientos preventivos. Un brote con características letales nunca antes vistas y una desidia institucional angustiante.
Luego de 10 defunciones, el gobernador Mariano Arcioni decidió salir del silencio y paseó el domingo por Epuyén, el epicentro del brote, aunque la única política de gobierno para solventar la situación fue militarizar la ciudad para que los infectados que están en cuarentena mantengan la restricción.
El periodismo y sus más insólitas comparaciones del brote con series de Netflix, sumado al silencio del gobernador Mariano Arcioni y el intendente de Esquel, Sergio Ongarato, sembraron pánico en la población y afectaron la economía de la zona (sin ir más lejos bajaron las reservas en los alojamientos de la comarca).
El Hantavirus
Lejos de ser una epidemia, se trata de una enfermedad viral aguda causada por el virus del Hanta, que no sólo puede ser evitable, sino que de contar con el presupuesto necesario, hubiese causado menos muertes. En un principio era transmitido únicamente mediante el contacto con ratones silvestres conocidos como colilargos.
Pero el virus mutó y se volvió más agresivo. Por eso desde el 28 de noviembre, luego de la primer muerte, se baraja la hipótesis de “contacto estrecho por contagio interpersonal”. Esto quiere decir que este contacto se da con la persona que compartió un lapso mínimo de media hora con el enfermo cuando comenzaba el cuadro febril o 48 hs antes de que aparecieran los síntomas.

El virus se subestimó y nadie escuchó a los profesionales que, ya en 1996,sospechaban del desconcierto que generaría en el sistema de salud actual que no cuentan con equipo ni capacitación para afrontar el brote. Sin Ministerio y en medio del ajuste, el área de salud atraviesa un panorama desolador, sin respuestas de ningún tipo por parte del Estado nacional, provincial y municipal.
¿Qué pasó desde diciembre?
El brote comenzó con el contagio por exposición ambiental. Un poblador rural de la zona de Epuyén (a 120 km de Esquel) contrajo el virus de manera directa con la rata (saliva, orina o excremento de roedor), y luego en contacto con familiares diseminó el virus.
El 28 de noviembre se confirmaron cinco casos y un fallecido, ninguno había tenido contacto con los ratones silvestres que transmiten la enfermedad viral.
Desde este día, con un escaso grupo de profesionales e infectólogos a cargo, escaso presupuesto y una Secretaría de Salud de la Nación (ex Ministerio) que sólo brindaba precauciones para transitar los parques nacionales, se desarrolló la hipótesis del “contagio por contacto estrecho interpersonal”.

No sólo las estadísticas mostraron el panorama de un brote sin precedentes, sino que el nuevo modo de contagio dejó con muchas imposibilidades a los profesionales dela salud. El bioquímico Omar Daher, del Hospital de Esquel, declaró que se subestimó el brote, en referencia las hipótesis del contacto interpersonal que datan ’96. Todos los casos fueron trasladados al este nosocomio, el único de Alta Complejidad en terapia intensiva de la cordillera chubutense. Por eso los medios de comunicación, reiteradas veces, mencionaron a esta localidad, pero cabe aclarar que no es ahí donde ocurren los contagios.
Después de la novena muerte, perteneciente a la familia Valle, las ciudades y pueblos de la zona entraron en pánico rápidamente. Buscaron respuestas, compartieron información errónea, y se generó una paranoia que recorrió los lugares más habituales como supermercados y almacenes.
A mediados de los años ’90, la enfermedad tuvo un fuerte impacto iniciado en El Bolsón, generando entre 1995 y 1999 un total de 25 casos confirmados, un número menor a los casos actuales, y la muerte de 11 habitantes de la zona, mostrando una altísima tasa letalidad del 44%. En estos momentos, el panorama es idéntico a los ‘90, cuando la salud pública también sufrió el abandono del Estado nacional.
Minería
Las maniobras de los gobiernos pro mineros, como el de Chubut, en cada situación trágica que ha invadido la Patagonia, como hace cuatro años, cuando los lagos y parques nacionales estuvieron llenos de ratas infectadas; los incendios que no sólo acabaron con millones de hectáreas en toda la cordillera sino que aún en la actualidad no hay certezas acerca de sus causales; son algunos momentos en los que medios de comunicación e instituciones estatales implementaron estrategias para boicotear el turismo.

Estos eventos han sido claves para los gobiernos nacionales, provinciales y municipales, a modo de darle un golpe a la principal fuente de trabajo de la Patagonia, dando pie a una gran caída de la economía de la comarca, y sumar más razones para apostar a la megaminería, sobre todo en la cordillera y meseta chubutenses.
Los gobierno pro mineros buscan atorar el bolsillo de los chubutenses para abrir paso a la minería contaminante que envenena a la población y deja una riqueza para pocos. En síntesis, buscan dejar sin alternativas a la población. Sin embargo, algunas voces no se entregan, como el caso del candidato a intendente de Esquel por el Frente Vecinal, Flavio Romano, quien expresó: “Los que tienen el poder en Esquel somos los vecinos, es el pueblo quien marca la cancha”. El pueblo seguirá defendiendo su principal fuente de trabajo y repudiará cualquier maniobra que la intente boicotear”.
Soledad Millatur, desde Esquel.
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