17 diciembre, 2018
Temporal en La Plata: zonas rurales aisladas y pérdidas en las cosechas
Los fuertes vientos y precipitaciones del día lunes causaron daños sustanciales en las quintas que forman parte del cordón frutihortícola de la zona del Gran La Plata, generando pérdidas materiales y económicas irreparables para los pequeños productores y productoras. Cultivos inundados, invernaderos destruídos y caminos intransitables pintan, una vez más, un panorama desolador cada vez que se producen estos fenómenos climatológicos.

Los fuertes vientos y precipitaciones del día lunes causaron daños sustanciales en las quintas que forman parte del cordón frutihortícola de la zona del Gran La Plata, generando pérdidas materiales y económicas irreparables para los pequeños productores y productoras. Cultivos inundados, invernaderos destruídos y caminos intransitables pintan, una vez más, un panorama desolador cada vez que se producen estos fenómenos climatológicos.
Es cierto que frente al calentamiento global se presentan de manera progresiva variaciones atípicas en relación a la temperatura, las precipitaciones y la intensidad de los vientos, fenómenos a los que estamos expuestos de forma habitual. Estas manifestaciones que se producen como respuesta a la contaminación y son habituales en esta época del año, perjudican no sólo a los centros urbanos, generando anegamientos y complicaciones, sino también a las zonas rurales que se encuentran por fuera de la urbe, como es el caso del sector productor de frutas y verduras.
Cada vez que se anuncian alertas por abundante caída de agua productores y productoras del cinturón frutihortícola de Olmos, Abasto y Etcheverry comienzan a preocuparse e imaginan lo peor. La intranquilidad deviene de cuestiones lógicas: todo el tiempo dedicado a la tierra se ve afectado en cuestión de horas por la inclemencia del clima, que cada vez es más nocivo para la producción.
Ahora bien, pensar que las dificultades que devienen son sólo por cuestiones de orden natural y climatológicas es caer en un error, ya que preexisten aspectos estructurales, los cuales los Estados provincial y municipal no se encargan de prever, y tampoco de mitigar luego de que suceden dichos eventos. Desde hace tiempo la desidia en la zona rural de alrededores de La Plata no deja de ser un problema, y no parece estar dentro de las prioridades de las autoridades. Son las organizaciones sociales como el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), o la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), entre otras, las que relevan las zonas afectadas e intervienen como mediadores para visibilizar los problemas de los productores y productoras cuando suceden este tipo de inconvenientes.
La cosecha, arrasada por el agua
Nilda Avendaño es productora en una quinta de aproximadamente media hectárea, ubicada en Lisandro Olmos, partido de La Plata. Desde hace tiempo viene trabajando con la tierra, sembrando lechuga, rúcula, remolacha, zapallito, acelga y cebolla de verdeo. “Todo está inundando. Cuando llueve el agua tapa todo lo sembrado, eso después se honguea y no sirve más, se pierde todo”, lamentó. La quinta es una importante extensión de tierra, una porción está destinada a la siembra y otra a la cosecha. Todo está ordenado de manera proporcionada, distinguiéndose con claridad cada verdura. Una gran porción de la hectárea está inundada, las hojas de lechuga aparecen tímidamente por sobre el agua al igual que las mangueras de riego.
Nilda es madre de cuatro chicos, quienes de manera habitual ven como su madre se esfuerza diariamente por mantener la quinta en buenas condiciones. Ella, al igual que sus compañeros y compañeras de trabajo en la zona rural, se angustia cada vez que el agua se lleva todo el trabajo de semanas. “Cuando llueve los camiones directamente no entran, en consecuencia no se vende nada. Directamente no se puede salir, quedamos aislados. Acá nadie hace nada, nosotros somos los olvidados”, comentó.
Otra cuestión es reiniciar los trabajos de siembra y todo lo que eso conlleva económicamente hablando. Volver a comprar las semillas, arar la tierra, sumado a los remedios para combatir las plagas se vuelve imposible para Nilda y para quienes deben volver a empezar, como ellos y ellas dicen. Lo mencionado, sumado a las tarifas de luz y a los precios de alquiler crean una sumatoria de obstáculos inviables para el normal desarrollo de la producción.
Los que pagan, siempre los más pobres
Maria Eugenia Ambort, militante del MTE Rural manifestó a Notas que “cada vez que llueve un poco es imposible salir de las quintas. Esto genera una situación de aislamiento, es una complicación cotidiana para la comercialización de la producción. Los fuertes vientos levantan las estructuras de los invernaderos y hacen perder inversiones de mucho dinero y pérdida total de la producción”, afirmó Ambort. Otro de los problemas que origina el temporal son los cortes de luz.
“En las periferias de La Plata y precisamente en las zonas rurales la luz demora una semana en restaurarse. Además de dejar a cientos de hogares sin electricidad, afecta de manera directa a la producción porque el riego es con electricidad”. Ambort señaló también que las ayudas que se reciben son a fuerza de presión desde las organizaciones, para demostrar la magnitud de los destrozos y exigir respuestas. Además, expresó que tanto las políticas de la municipalidad de La Plata como desde la provincia de Buenos Aires, son ineficientes y escasas, cuentan con propio presupuestos en relación a los establecimientos, productores y volumen de producción.
Es claro que frente a la situación de cambio climático se desprenden y se hacen visibles situaciones de vulnerabilidad de las familias productoras. Altos precios de alquileres, costos elevadísimos en la cadena de producción, tarifazos y devaluación que encarecen los insumos, son componentes claves que impiden el normal desarrollo de la producción. Frente a situaciones inesperadas, las familias productoras en general no cuentan con márgenes holgados de dinero para solventar los problemas en las quintas. “Lo que reciben por la venta de la producción es para volver a invertir y no queda margen para un nivel de ingreso digno de las familias y menos para hacer frente ante este tipo de temporales. Es un espiral en el que los pagan son siempre los más pobres”, enfatizó Ambort.
Tomás Ferrando, desde La Plata.
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