Géneros

12 diciembre, 2018

¿Quién cuida a los niños, niñas y adolescentes en la industria del entretenimiento?

Mujer y menor de edad. Thelma Fardin tenía 16 años cuando fue violada por Juan Darthés en la habitación de un hotel en Nicaragua. La denuncia penal que la actriz realizó contra su abusador de la mano de la colectiva Actrices Argentinas, abrió la puerta a una problemática que hasta el momento había pasado desapercibida ante la mirada pública.

Mujer y menor de edad. Thelma Fardin tenía 16 años cuando fue violada por Juan Darthés en la habitación de un hotel en Nicaragua. La denuncia penal que la actriz realizó contra su abusador de la mano de la colectiva Actrices Argentinas, abrió la puerta a una problemática que hasta el momento había pasado desapercibida ante la mirada pública.

En el 2009 Thelma Fardin viajó junto a Juan Darthés y el resto del elenco de Patito Feo a Nicaragua en el marco de la gira de despedida de la tira que protagonizó junto a Griselda Siciliani y Eva de Dominici, entre otras actrices. La novela para jóvenes y adolescentes era una producción de Ideas del Sur y Disney Channel, se emitía por Canal 13 y su productor fue Roberto Stoessel. Además de las personas que integraban el plantel técnico y la producción, el único adulto que viajó junto a los y las menores a Nicaragua fue Darthés, quien enfrenta una denuncia penal en el país caribeño por haber violado a Fardin en una de las habitaciones del hotel en donde se alojaban.

El relato de la joven que hoy tiene 26 años es desgarrador. Según contó, Darthés la penetró a pesar de que en reiteradas ocasiones le pidió que pare, que no lo haga. Que no. “Mirá como me ponés”, le dijo el actor, la misma frase que usó en otras situaciones de abuso con mujeres que integraban la tira. Ante esto, las víctimas y más de 500 actrices argentinas respondieron: Mirá cómo nos ponemos.

El testimonio de Thelma Fardin, acompañado de la denuncia penal y el comunicado de la colectiva Actrices Argentinas, expuso la falta de control y acompañamiento a menores que trabajan en la industria del entretenimiento, así como la falta de respaldo que las mujeres se mueven en el mundo de la actuación y son víctimas de la violencia machista. Se trata de un caso puntual que se expuso ante las cámaras y los diferentes medios de comunicación sobre cómo opera el patriarcado en al ámbito artístico. Las víctimas son más, y los abusadores también. Las actrices lo advirtieron: “Según una encuesta reciente de SAGAI, el 66% de les intérpretes afirmó haber sido víctima de algún tipo de acoso y/o abuso sexual en el ejercicio de la profesión. Se parece más a una norma que a una excepción”.

Más allá del abusador, existe una cadena de responsables detrás de las cámaras, los guiones, los vestuarios y la producción que operan desde las sombras para acallar las denuncias y las situaciones de violencia en el ámbito artístico. “¿A quién vamos a denunciar? ¿Al jefe de casting? ¿Al dueño de la productora? ¿Al director de la obra o película? ¿Al maestro de teatro?”, se preguntaron desde la colectiva durante la lectura del documento. La impunidad de las figuras públicas que son denunciadas nace de la complicidad de quienes por acción u omisión callan, niegan y desmienten las acusaciones de violencia de género en todos los ámbitos. En tanto, es importante resaltar que en el caso de las producciones televisivas, se habla de poner en jaque ganancias millonarias y carreras tan añejas como las prácticas violentas, mientras que la inversión en el cuidado de quienes integran dichas producciones no parece ser lo suficientemente importante para los dueños del capital.

Sin ir mas lejos, Roberto Stoessel, tío de “Tini”, el boom más reciente de la música pop argentina luego de su protagónico en la tira adolescente “Violeta”, respaldó a Darthés cuando Griselda Siciliani lo acusó de haberla violentado. “No podes decir lo que decís sobre Juan sos una soberbia, hipócrita y una mentirosa, trabajamos juntos en Patito Feo y te conozco muy bien o te olvidaste de tu mentira para operarte tu naricita en pleno rodaje? Sos una vergüenza», le había dicho el productor. En tanto, otros exponentes de la actuación salieron a respaldarlo y a negar las acusaciones en su contra. Hoy todos enfrentan las críticas de una parte de la sociedad que, en su momento, prefirió escucharlos.

En el país existen leyes y tratados internacionales que prohíben el trabajo infantil, como la Ley 26.847, la 25.255 y la Ley 24.650. En tanto, en 2008 se sancionó la ley 26.390 que además de prohibir el trabajo infantil, regula el adolescente. En su articulado se fija la edad mínima de admisión al empleo en los 16 años prohibiendo el trabajo de las personas menores de esa edad en todas sus formas, sea o no remunerado o bajo una relación contractual. Además, fija un máximo de 3 horas para la jornada laboral y 15 horas semanales, en el caso de los mayores de 14 años y menores de 16, que realicen tareas en empresas de la familia y siempre que no se trate de tareas penosas, peligrosas y/o insalubres, y que cumplan con la asistencia a la escuela.

Sin embargo, de aplicarse a las tiras y novelas no existen mayores controles sobre las tareas, horarios, edades y condiciones sobre la exposición de menores que trabajan en la industria del espectáculo. Lali Espósito, una de las mayores referentes de la música y actuación para las jóvenes argentinas e integrante de Actrices Argentinas, brindó su declaración tras el testimonio de Thelma Fardin y sostuvo: “Thelma era menor, yo se lo que es trabajar siendo niña. Hay que abordar esos temas que los damos por hechos. Si a un adolescente le pasó esto en una gira, habrá que replantearse cómo trabajan las producciones”.

“Cuando sos chico estás disfrutando de lo que te gusta hacer, es un situación feliz para los niños hacer lo que les gusta y no tiene que ser él quien tiene que cuidarse, es el adulto, la producción, la gente que los tiene contratados (…) yo crecí en un lugar como la productora de Cris Morena y tuve la suerte de no vivir algo similar pero también se tomaban ciertas medidas… habrá que preguntarse si eso basta”, problematizó.

En tanto, son centenares los actores y actrices menores de edad que ven modificada su vida normal y vivencian situaciones de violencia, bullying, sobreexposición, trastornos alimenticios, trastornos en la personalidad, falta de empatía, inasistencia a la escuela y demás problemas que pueden torcer su desarrollo. “En nuestro ámbito laboral se nos aisla frente a vivencias naturalizadas que lleva años poner en palabras, mientras tanto el abusador habla y trabaja con impunidad y pretende que la víctima sea culpada de su abuso. Se erotiza, se sobreexpone a niñes y adolescentes en la industria del entretenimiento, y nosotras siempre estamos desprotegidas por quienes nos contratan”, denuncia el documento colectivo.

En esa línea es que resulta vital hablar de una estructura patriarcal jurídico-política que apaña las situaciones de violencia infantil y adolescente invizibilizadas en pos de las industrias del espectáculo y que se agravan cuando en el medio hay casos de abuso o violencia de género. No debería ser una cuestión de “suerte” que menores que cumplen el sueño de convertirse en actores o actrices, llegue a la adultez sin traumas ni enfermedades psíquicas, físicas o de adicciones. Es menester demandar a las industrias del espectáculo las herramientas necesarias para que el ámbito laboral esté adaptado a las regulaciones vigentes y tenga además el respaldo y la seriedad que le compete, así como una justicia que crea en las víctimas, las respalde y las proteja y nuevas legislaciones que se adapten al devenir de las industrias culturales y del entretenimiento.

Al finalizar el documento, las actrices resaltaron: “Donde la justicia y el Estado fallan de forma aberrante a favor de los victimarios, como el caso de Lucía Pérez, nos convocamos para decir ¡basta! porque el tiempo del silencio se terminó. Frente a este maltrato, la indiferencia y la mordaza legal, las actrices nos organizamos. Frente al ‘mirá cómo me ponés’, decimos: Mirá cómo nos ponemos. Nos ponemos fuertes, unidas, frente a tu violencia y tu impunidad, estamos juntas. Que se haga justicia por nuestra compañera y por todas. Esto recién empieza”.

Se espera que las denuncias por acoso y abuso en la industria el entretenimiento se multipliquen, sin embargo, el eje del “esto recién empieza”, invita a la sociedad a participar de un cambio a futuro que corte de raíz con las prácticas machistas en los ámbitos laborales, sociales, políticos y jurídicos. Que las prácticas machistas queden desterradas de la infancia de les niñes y adolescentes en la búsqueda de un futuro sano, pero ante todo, libre. Libre de traumas, de miedos y de mordazas.

Carla Martilotta – @CarlaMartilotta

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