8 noviembre, 2018
RAICES: un programa a extrañar
Por Agueda Menvielle. Sucede a veces que, en diferentes circunstancias, una cierta necesidad encuentra un camino de desarrollo lógico y positivo, creciendo más allá de las expectativas iniciales, y generando una suerte de retroalimentación que se convierte en un círculo virtuoso. Tal fue el inicio y desarrollo del programa RAÍCES (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior).

Por Agueda Menvielle*. Sucede a veces que, en diferentes circunstancias, una cierta necesidad encuentra un camino de desarrollo lógico y positivo, creciendo más allá de las expectativas iniciales, y generando una suerte de retroalimentación que se convierte en un círculo virtuoso. Tal fue el inicio y desarrollo del programa RAÍCES (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior).
Dado que en la Argentina, por diferentes circunstancias, se ha producido el éxodo de científicos a lo largo de varias décadas, en el año 2000 se pensó que sería útil contar con información cierta y sistematizada acerca que los mismos, su destino y ocupación actual, pensando que esa información podría ser útil en el futuro. Se estimó que unos cinco mil científicos y tecnólogos formados en nuestro país, estaban en el exterior. Se creó entonces el programa RAÍCES, que en un principio se limitó a constituir una base de datos. Esta información inicial llevó a que en la entonces Secretaría de Ciencia y Tecnología e Innovación Productiva se pensara que podía servir para fines más amplios que un simple archivo de nombres, y que se podrían generar acciones para fomentar el intercambio de conocimientos entre argentinos residentes en el exterior, con colegas locales, y aun generar acciones de cooperación entre las partes.
Me tocó formar parte del grupo que inicialmente planificara el Programa, y a lo largo de su crecimiento me convertí en una especie de mentora del mismo, trabajando con las sucesivas administraciones que de manera sistemática comprendieron la importancia y alcances potenciales del programa, y alentaron su crecimiento. El entonces ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus, en el año 2003, comprendiendo el potencial de la acción, asignó los primeros fondos importantes que permitieron el rápido desarrollo y crecimiento del Programa.
En esa época se definieron las líneas de vinculación del Programa y las de Repatriación. En 2008, el Programa logró, entre otros notables éxitos, la repatriación número 600 y el diputado nacional Juan Carlos Díaz Roig lo presentó como proyecto de Ley, logrando su aprobación por unanimidad, y en la Cámara de Senadores, Daniel Filmus. Así transformaron este Programa en Política de Estado (Ley 26.421 del 2008). Cabe destacar que las diferentes administraciones, hasta el año 2015, acompañaron las acciones y contribuyeron a su crecimiento.
El Programa RAICES tenía líneas propias de vinculación de los científicos en el exterior con los locales (visitas, dirección de tesis, cursos de postgrado, proyectos internacionales, redes, desarrollo de Pymes tecnológicas), de difusión de información (seminarios, boletines informativos de Ciencia y Tecnología, búsquedas y ofertas laborales, concursos) y de repatriación que suplementaban otras acciones de financiamiento de Proyectos de investigación y que crearon un ecosistema muy activo y propicio para el desarrollo del programa y de la Ciencia y Tecnología en Argentina en general.
Es bien interesante resaltar en qué forma el Programa mismo, a medida que se iban proponiendo objetivos más ambiciosos, generaba acciones, y aún soluciones, a la demanda del sector. A esta altura, claramente los fondos asignados eran insuficientes para todas las acciones que se fueron generando, y se tuvo la capacidad de generar y traccionar fondos ad hoc, en forma de becas, subsidios, pasantías, financiamiento de proyectos de investigación, donación de equipamientos, tanto de la Argentina como del exterior.
Otro tema a destacar fue la generación de convenios con instituciones científicas de diversos países, dado que era necesario generar un marco institucional para el desarrollo de las diferentes tareas planificadas, organizar las visitas en ambos sentidos, realizar un seguimiento de cada programa para tener en definitiva una evaluación precisa de los resultados obtenidos. En forma simultánea, en los diferentes países o regiones se fueron creando redes de científicos argentinos residentes en el exterior, que se convirtieron en eficaces vínculos con la comunidad científica, y a su vez excelentes promotores de RAÍCES. Cabe señalar que estas Redes, que responden tanto a las necesidades propias de su quehacer como a los vínculos emotivos de los interesados con el país, han seguido manteniéndose, aún sin aportes del Estado, lo cual pone en relieve la importancia de mantener viva esta relación.
Haciendo un somerísimo repaso de algunas cifras que demuestran lo expuesto, se señala que la política de repatriación entre 2003 y 2016, logró en total la llegada al país de 1299 científicos. Estos repatriados han encontrado su destino laboral en diferentes instituciones del Estado, en las Universidades Nacionales y en empresas privadas. Asimismo, para estimular las acciones de vinculación, se creó el Subprograma César Milstein, que financia la participación de científicos argentinos radicados en el exterior para estadías cortas de investigación y transferencia de conocimientos, dictar cursos de postgrado, formar recursos humanos, dirigir tesis de grado o postgrado, etc. Hasta el año 2016 se habían otorgado 310 subsidios para esos efectos. Por otro lado, la convocatoria para la presentación y evaluación de Proyectos de Investigación fue creciendo, desde los ocho aprobados en 2005 hasta los 20 aprobados anualmente entre 2011 y 2015.
Una mención especial debe hacerse sobre los efectos no específicos del programa, como ser las acciones bilaterales generadas con diversos países, en programas que si bien no se enmarcan en el Programa RAÍCES tuvieron su gestación a partir de acciones del mismo, y luego derivaron en diversas acciones, aún la donación de equipamiento específico para proyectos de investigación, que se incorporaron a laboratorios de Institutos y Universidades Nacionales.
Finalmente una reflexión sobre los costos: si se tiene en cuenta que el principal motor del Programa son los Recursos Humanos, su vinculación, capacitación y ubicación en lugares estratégicos, no resulta una inversión cara en absoluto, ya que estos movimientos se encuadran en programas seriamente evaluados, y sus resultados han sido muy exitosos. En definitiva, si se tienen en cuenta los logros, resulta claro que la relación Beneficio/Costo ha sido realmente favorable.
Las actuales autoridades han decidido no priorizar a este Programa y, sin anularlo (ya que impondría una nueva Ley), han recurrido a la estrategia más elemental: lo han desfinanciado. De esta manera, un Programa que sin duda ha sido bueno para el país, con buenos resultados, y a un costo mínimo, hoy en día languidece, permaneciendo solo en las declaraciones de algunos funcionarios de turno, y en el pensamiento y la nostalgia de los científicos argentinos radicados en el exterior, que nos miran con tristeza.
* Ingeniera, directora de Relaciones Internacionales del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva desde 1998 hasta 2016; condecorada por los Gobiernos de Francia, Alemania, Italia, España, Austria, Rusia y la Organización de los Estados Iberoamericanos por su trabajo en la cooperación científica y tecnológica; directora y gestora del Programa RAICES; actualmente Asesora del Sherpa Argentino ante el G20.
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