América Latina

31 octubre, 2018

China, el principal socio de Brasil, también mira de reojo a Bolsonaro

La relación en la última década entre China y Brasil está catalogada por el gigante asiático como una “asociación estratégica integral” por eso resulta necesario comprender que la postura que Bolsonaro adopte puede tener importantes implicancias económicas y políticas para el país y la región.

La relación en la última década entre China y Brasil está catalogada por el gigante asiático como una “asociación estratégica integral” por eso resulta necesario comprender que la postura que Bolsonaro adopte puede tener importantes implicancias económicas y políticas para el país y la región.

Desde el punto de vista político y estratégico, esa relación estuvo enmarcada en el fortalecimiento de las alianzas bajo el eje de cooperación sur-sur con la mirada puesta en reducir las asimetrías con los países más desarrollados en la búsqueda de una mirada más multipolar del mundo. Fruto de esta búsqueda fue la creación del BRICS en 2006, bloque del que Brasil forma parte junto a dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y tres potencias nucleares.

Respecto de esta alianza, China ya expresó a través de su Ministro de Asuntos Exteriores, Lu Kang, luego de la victoria del candidato de ultraderecha, que esperaba “que los dos países (China y Brasil) fortalezcan la cooperación en el marco de los BRICS y la cooperación multilateral, sirviendo al interés común de los países en desarrollo y los mercados emergentes» teniendo en cuenta que está prevista la 11ª Cumbre del BRICS en 2019 de la que Xi Jimping formará parte.

Por parte de Bolsonaro, la participación de Brasil en este bloque es un gran incógnita aunque sí se sabe que pretende fortalecer vínculos con el gobierno de Trump y eso se puede relacionar con la recomendación que el Secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, manifestó en su visita al país en agosto declarando que Brasil debe tener cuidado con «la dependencia tecnológica e incluso económica de países que no están alineados con nuestra forma democrática de proceder» a la hora de escoger a sus socios comerciales.

En materia económica, China es el principal socio comercial de Brasil, teniendo como componentes centrales de esta relación la soja, minerales de hierro como el niobio y el petróleo. Está claro que la región es estratégica para el gigante asiático pensando en los recursos naturales y las materias primas que China necesita para sostener su crecimiento. Con lo cual no es descabellado pensar que esa relación también debe ser pensada estratégicamente por nuestra región, pero tal como ya se asume en el gobierno de Xi Jimping, utilizarlo como cuco mundial rinde electoralmente por estas tierras.

En números, el intercambio económico entre ambos países es cercano a los 90 mil millones de dólares dejando un saldo favorable al país sudamericano. Brasil es, desde el 2015, el principal exportador de soja del mundo representando cerca del 50% del mercado mundial y China es el destino de cerca del 80% de esas exportaciones. Esto ubica a Brasil en una posición que puede ser ventajosa en el marco de la llamada “guerra comercial” observando que China respondió a los gravámenes de Estados Unidos poniendo impuestos a la soja que proviene de allí y, según trascendió estos días, está evaluando dejar de importar ese comodity desde el país del norte.

Ahora bien, Bolsonaro sí fue explícito en lo que refiere a la relación comercial: “China no está comprando en Brasil, China está comprando Brasil” expresó en su campaña respecto de la relación comercial y las inversiones que China desarrolla en su país.

Si bien estas declaraciones hacen que desde Asia se mire con cierta preocupación la postura que adopte el próximo gobierno de Brasil, el gesto que más incomodó y que puede modificar fuertemente la relación entre ambos Estados tiene que ver con el principio que la República Popular China instauró para sus relaciones internacionales en la década del ’70 bajo el nombre “Una sola China”. Según este principio, el gobierno de Pekín es el legítimo representante de China, razón por la cual todo Estado que mantenga relaciones diplomáticas con China no puede mantenerlas con Taiwán, ya que reconocen a la Isla como parte integral de su territorio.

En febrero, como candidato a la presidencia de Brasil, Bolsonaro emprendió una gira por Asia en la que visitó a Japón, Corea del Sur y Taiwán, lo que despertó un gran malestar reflejado en un comunicado de la embajada China en Brasil que consideró la visita como «una afrenta a la soberanía y la integridad territorial de China».

El presidente electo ya manifestó que Estados Unidos será uno de sus primeros destinos como presidente pero aún no se manifestó respecto de cómo llevar las relaciones con China, haciendo esperar al que hasta ahora es su principal socio comercial.

Ezequiel Parrilla – @ezeparri

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