30 octubre, 2018
Sánchez: “En los barrios piden que vayamos a debatir sobre el aborto”
El programa Fuera de Servicio, que se transmite por Radio Sur 88.3, dialogó con Mafalda Sánchez, referente del Movimiento Popular La Dignidad (MPLD) y militante de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Habló de su vida, su militancia, el feminismo y la economía populares, y el reclamo por la legalización del aborto.

El programa Fuera de Servicio, que se transmite por Radio Sur 88.3, dialogó con Mafalda Sánchez, referente del Movimiento Popular La Dignidad (MPLD) y militante de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Habló de su vida, su militancia, el feminismo y la economía populares, y el reclamo por la legalización del aborto.
– ¿Dónde naciste y cómo fue tu infancia?
– Nací en la ciudad de Buenos Aires. Me crié con mi vieja sola. Padre ausente. En algún momento la pareja de mi mamá fue como mi viejo. Viví en distintos lugares; con mi vieja anduvimos de acá para allá en los ‘90. La situación era compleja, ella laburaba de lo que podía, limpiando casas, oficinas, cuidando ancianos, y así transitaba nuestro vivir. Tenía mucho que ver con el laburo de mi vieja el lugar donde vivíamos.
– ¿Por qué y cuándo empezaste a militar?
– En la secundaria, en el Pellegrini, en el marco de los conflictos educativos de 2004 y 2005, pleno kirchnerismo. Pero después de terminar el secundario tuve algunos momentos de pensar: “a ver a qué dedicás tu vida”. Empecé el CBC de Bioquímica y después me di cuenta de que eso no me iba a permitir hacer muchas más cosas. Terminé mi último año viviendo sola, laburando, y estudiar era bastante difícil. Así que para mí estar organizada siempre fue una necesidad, porque tenía mucha conciencia pero también las opciones que tenía para desarrollar mi vida de manera individual eran complejas. No tenía ganas de estar en un call center.
Pasé por mil trabajos: vendiendo tarjetas, barcitos, guardarropas, de todo… había algo que no cerraba. Si bien mis viejos no estaban organizados, la política siempre estuvo muy presente en mi casa y estar organizada terminó siendo algo natural. Mi mamá es bastante gorila y mi viejo medio trosko pero también guevarista. La figura del Che siempre estuvo presente. Raro, votaba a Altamira pero leía al Che.
– ¿Cómo seguiste?
– Después estuve en el Partido Socialista Auténtico y lo que fue Proyecto Sur, hasta que empezó a explotar por todos lados. Ahí me acerqué a La Dignidad por un compañero que era presidente de la Cooperativa del Bauen. Nos fuimos acercando a construir ahí en el contexto de la represión en el parque Indoamericano en 2011. Con los compañeros que nos fuimos de Proyecto Sur, teníamos la definición de aportar a otro lado y no armar algo nuevo, aunque no en los partidos tradicionales, ya que por algo nos habíamos ido de donde estábamos.
– ¿Cuándo empezaste a reconocerte feminista?
– En el secundario ya había tenido algún acercamiento. En tercer año armamos una lista independiente y cuestionábamos por qué siempre los varones estaban en las conducciones. Ahí ya me identificaba como feminista. Pero creo que es a partir de un encuentro de mujeres en Tucumán donde me empecé a acercar muy fuerte al movimiento de mujeres. Ahora es muy masivo pero en su momento había mucho rechazo a nombrarte como feminista. No me refiero a apoyar algunas luchas puntuales sino a decirse “feminista”. Pero siempre en mi casa hubo una perspectiva política interesante, entonces para mí fue algo natural.
– ¿Cuáles son las tareas que hacés hoy en el MPLD?
– Principalmente el frente feminista. Cuando me sumo a la Dignidad me dicen: “tenés esto, esto”… había un montón de cosas para hacer. Yo venía de repartir volantes, pegar afiches, poner mesitas, y de repente me encuentro con que está la posibilidad de militar en jardines, bachilleratos, un frente feminista, merenderos, apoyo escolar. Entonces me decidí por el frente feminista, que era algo que venía haciendo en Proyecto Sur. Durante muchos años, desde ahí milité en diferentes barrios, principalmente en villas de la ciudad de Buenos Aires. Y en los últimos dos o tres años, también me dediqué bastante a la coordinación de diferentes espacios que transitan o construyen mayoritariamente la juventud y principalmente en el armado de las políticas del territorio.
– ¿Qué significa ser parte de la conducción de una organización a los 27 años?
– Cuando empecé a estar en la mesa de conducción, era bastante joven, tenía 21 años. Nunca lo viví como algo muy problemático. Las organizaciones populares son espacios menos rígidos, cualquier compañero pasa y se sienta y nadie va a decirle nada. Después fui aprendiendo; implica asumir determinadas responsabilidades, tareas integrales que no tienen que ver específicamente con tu espacio de construcción sino pensar una política más general para la agrupación.
– ¿Qué es el feminismo popular?
– Creo que es una concepción o una pata del feminismo que se fue construyendo en los últimos años. Te puedo contar un poco nuestro recorrido, de cuando empezamos como organización a acercarnos al feminismo o el feminismo se acercó a nosotras. Hay una historia del feminismo en nuestro país muy vinculada a sectores académicos o a las ONGs. De hecho la actual titular del Consejo Nacional de las Mujeres, Fabiana Túñez, viene de ese palo.
Había algo ahí que no nos contenía, no contenía el problema de nuestras compañeras en los barrios. Primero nos acercamos un poco más a la concepción del feminismo comunitario de Bolivia pero nos parecía que no tenía que ver mucho con los sucesos acá. Entonces nos inclinamos por el feminismo popular, que para nosotras está vinculado a poder generar respuestas. Una de las características de nuestras organizaciones populares tiene que ver con pensar soluciones a los problemas que vivimos como sociedad, organizarnos, salir a luchar y tratar de resolverlos; muchas veces algunos de los programas del Estado nacen de las propuestas de las organizaciones. Entonces era eso, lo que para nosotras es la construcción de poder popular, vinculado con el feminismo.
Los primeros años construimos muchas asambleas de mujeres en las villas. Empezamos con las primeras experiencias de acompañamiento en violencia, después armamos casas de las mujeres, consejerías. Al seguir peleando por los derechos que nos corresponden, no son cosas que van por caminos separados. Tenemos todos los días llamados a nuestras compañeras para resolver diversas situaciones: desapariciones de chicas, violencia, abortos. A eso había que dar respuesta; no podíamos decir “en algún momento el Estado te lo va a resolver”.
– ¿Cómo se recibe la legalización del aborto en los sectores populares?
– Como organización entramos en la campaña hace 6, 7 años. Siempre se tiene alguna dificultad a la hora de plantear el tema en los sectores populares. Sobre todo porque al menos, en los barrios -y en otras provincias mucho más- la Iglesia tiene un papel muy fuerte. Muchas veces, al no estar el Estado, está la Iglesia y las organizaciones populares, y también trabajamos en conjunto.
Durante el kirchnerismo se fueron muchas organizaciones de los territorios y nos encontramos siendo muy pocos ahí. Sin embargo, nunca le corrimos a la discusión ni tuvimos muchos problemas. Siempre abordamos el tema del aborto porque efectivamente las que se mueren o llegan a las situaciones más críticas por abortos inseguros son las mujeres de sectores populares. Eso es real y lo vivimos a la semana de la votación en el Senado, con dos casos de mujeres muertas por abortos inseguros y de las formas más precarias, como el uso del perejil. Hacía bastante tiempo que no veíamos una situación así.
Del primer encuentro de mujeres recuerdo una compañera de Soldati que dijo “basta de esta discusión, acá es muy simple, si las que nos morimos somos nosotras, esto hay que salir a pelearlo”. Desde su lugar de mujer pobre, entendió que las que llegaban a esa situación eran ellas y no otras, que las que no tenían plata para pagar un aborto seguro en una clínica eran ellas. Y desde ahí empezamos a construir como organización en la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Siempre estuvimos muy presentes, con muchas compañeras participando y en muchas provincias del país impulsándola donde no aún estaba y la realidad es que desde los barrios nos pidieron este año que vayamos para debatir ese tema en especial.
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