Géneros

10 octubre, 2018

Las nenas son nenas, los nenes son nenes (I)

Por Leticia Garziglia. Desde hace algunas semanas circula en distintos grupos de profesionales que trabajan con Educación Sexual Integral (médicos, docentes, psicólogos) un documento titulado “Ideología de género. Mitos y verdades”. El texto es de autoría de la campaña #ConMisHijosNoTeMetas.

Por Leticia Garziglia. Desde hace algunas semanas circula en distintos grupos de profesionales que trabajan con Educación Sexual Integral (médicos, docentes, psicólogos) un documento titulado “Ideología de género. Mitos y verdades”. El texto es de autoría de la campaña #ConMisHijosNoTeMetas.

Se trata de un grupo de personas que se propone intervenir en la discusión por la educación sexual. Sus primeras apariciones públicas en nuestro país fueron en forma de grupos pro-vida durante el debate por la legalización del aborto. Ganada provisoriamente esa batalla, van por más.

Haciendo memoria

La ley de Educación Sexual Integral Nº 26.150 de 2006 entiende a la educación sexual de manera no biologicista. Es decir, concibe a la sexualidad no solamente como una cuestión biológica o reproductiva, sino que se ponen en juego también aspectos sociales. Un ejemplo: una cosa es enseñar a adolescentes las características y uso de los métodos anticonceptivos y otra muy distinta es hacerlo reflexionando además sobre los factores sociales, culturales y de género que repercuten en que los mismos adolescentes (sobreinformados muchas veces) efectivamente los utilicen o no. Acá entran estereotipos, prejuicios, violencias, factores que nada tienen que ver con lo que la naturaleza ha dictado para nuestros cuerpos.

Entender a la educación sexual de esta manera implica inevitablemente incluir la categoría de género -de carácter social, que no es lo mismo que sexo biológico. Esto nos permite hablar de estereotipos de género, violencia de género, identidades de género y diversidades, pensar a la anticoncepción no como una cuestión meramente técnica sino como el acto social de cuidarse y cuidar a otro u otra; nos permite hablar de responsabilidad y de respeto, que para nada constituyen aspectos biológicos.

#GéneroNuncaMás

Es uno de los principales hashtags que utiliza la campaña -junto a #ConMisHijosNoTeMetas. Hace referencia a su planteo fundante: la categoría de género no existe y por lo tanto debemos dejar de hablar de ella. Todo lo demás deriva de no reconocer la validez de este concepto.

Su simbología es celeste y rosa, con líneas que delimitan claramente los colores, que son dos y no se mezclan. El lila no existe. La amplia gama del arco iris, mucho menos. Todo lo que tiene pene es varón. Todo lo que tiene vagina es nena. Punto. La persona que entre en conflicto con estas correspondencias tiene un trastorno psíquico llamado Disforia de Género, categoría tomada de la última actualización del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5, año 2013), editado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Por su parte, la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) incluía al “trastorno de identidad de género” en la lista de desórdenes en su versión CIE-10 (año 1990). Si bien aún está vigente, ya está finalizada la CIE-11, que deja de clasificarlo de esa forma.

En síntesis, lo que esta concepción desconoce es que hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha descartado a la no congruencia entre sexo biológico e identidad de género como un trastorno que debe ser tratado o curado.

Por otro lado, la campaña habla de Ideología de Género con el objetivo de restarle valor de verdad a esta categoría. Dicen que la ideología de género es el marxismo del siglo XXI: “La estrategia se redefine y reinventa a lo largo de la historia: del obsoleto comunismo del siglo XIX, se pasa al marxismo cultural del siglo XX, y de ahí evoluciona a la ideología de género del siglo XXI, que defiende que las diferencias entre el hombre y la mujer, a pesar de la obviedad anatómica y biológica, no corresponden a una naturaleza fija, sino que son construcciones culturales y convencionales, que responden a roles y estereotipos que a lo largo de la historia la sociedad ha ido creando”.

Retomando algunas palabras de una primera concepción marxista de la ideología, la entienden como “una falsa conciencia sobre las condiciones materiales de existencia”. Afirman: “Las ideologías pueden ser herramientas de control social para despojar al ser humano de su libertad, transformándolo en parte de una masa manipulable”. Así buscan mostrar que la categoría de género es ideológica, que es parte de una “falsa conciencia” y sirve como herramienta de manipulación social.

Se contrapone de esta manera ideología (falsedad) a ciencia (verdad), entendiendo a esta última como lo que puede ser verificado a partir de la biología. Desde esta mirada, entonces, decir que la educación sexual debe ser científica significa que debe ser biologicista.

Algunas primeras contradicciones

Una de las principales características de las ideologías neoliberales es no reconocerse como ideologías. Una concepción amplia de ideología la entiende como un sistema de ideas que expresa una cosmovisión acerca del mundo, por lo que nadie estaría por fuera de ella. Sin embargo, los neoliberales (Durán Barba es un claro exponente) suelen tomar este concepto en forma negativa y hablan del “fin de las ideologías” para invisibilizar el carácter ideológico de sus propias concepciones.

La campaña #ConMisHijosNo afirma que la educación sexual debe ser “científica” (biologicista). Hablan a la vez de una “visión social de la sexualidad”, expresada en una “moral sexual” de los padres y un “ideario institucional” de las escuelas que reclaman que se respete. Según sus propias definiciones, esta visión, moral e ideario tienen un carácter ideológico, no científico.

Promueven en sus textos la prevención del abuso sexual y la violencia, problemáticas íntimamente ligadas a la categoría de género y a aspectos sociales que, por otro lado, rechazan. ¿Cómo podrían abordarse las problemáticas de violencia y abusos desde una concepción biologicista, sin tener en cuenta los factores culturales que las atraviesan?

Por último, quienes impulsan este movimiento son personas relacionadas con la Iglesia evangélica, aunque aseguran que para hablar de esto dejan afuera sus concepciones religiosas y usan argumentos científicos.

@letigarziglia

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