6 octubre, 2018
Brasil: ¿cómo se fue construyendo la figura de Bolsonaro?
Con 63 años y un claro posicionamiento de ultraderecha, Jair Messias Bolsonaro se coronó triunfador de la primera vuelta en las elecciones presidenciales que se llevaron a cabo este domingo en Brasil. Con pasado militar y actual dirigente del Partido Social Liberal (PSL), construyó una carrera política inspirada en el fascismo, el machismo y la xenofobia.

La mañana del 17 de abril de 2016 la cámara de diputados de Brasil comenzaba a decidir, a través de un Impeachment, si Dilma Rousseff debía continuar con su gobierno o si quedaba sujeta a un juicio político que la destituiría del cargo. Ya había rumores de destitución y una atmósfera de discursos plagados de rencor hacia el Partido de los Trabajadores (PT).
Jair Messías Bolsonaro había tomado la decisión, faltaba hacerla pública a la cámara. También había preparado un breve discurso unas horas antes de la votación para que no quedaran dudas de su posicionamiento. El ex diputado del Partido Social Cristiano (PSC) estaba eufórico, optimista, como sabiendo cuál sería el resultado. Cuando llegó su turno una decena de diputados lo escoltaban y pedían silencio al resto, mientras él se acomodaba frente al micrófono para rezar una misiva contra el gobierno del PT.
Desde que apareció en la escena política allá por el año 1988, Bolsonaro fue delineando su perfil ideológico poniéndolo de manifiesto en sus discursos de campaña como así también en los medios de comunicación. Allí aparecen la misoginia, el racismo, la homofobia, una clara antipatía al comunismo y al socialismo, y un visto bueno al libre mercado, entre otras cuestiones. Este tipo de actitudes generaron una contrapartida en la sociedad brasileña, originando marchas multitudinarias en su contra bajo la consigna “Ele não” (Él no) con réplicas en países latinoamericanos y otras partes del mundo.
Primera infancia
Nacido el 21 de marzo de 1955 en Campinas, un pequeño municipio de São Paulo, se crió con su padre Percy Geraldo, que trabajaba de odontólogo sin haber estudiado la profesión y su madre Olinda Bonturi, que se ocupaba de criar a sus seis hijos. A muy temprana edad, Jair quería sobresalir del resto de sus compañeros de escuela, imponiendo sus reglas, diciéndoles qué tenían que hacer, sin escrúpulos. Ese ímpetu autoritario lo trasladó al Ejército, en el que se formó en 1977 con una trayectoria de varios años en la Academia Militar, en la Artillería y paracaidismo.
Contrajo matrimonio tres veces y tiene cinco hijos, de los cuales tres se dedican a la política y comparten sus ideas conservadoras y nacionalistas de derecha. En reiteradas oportunidades lo defendieron públicamente por sus declaraciones controversiales. En una confesión desafortunada señaló: “Tengo cinco hijos, cuatro varones y en la última ya tuve un momento de debilidad y salió niña”.
Bolsonaro es Trump
El candidato que lidera las encuestas de cara a las elecciones presidenciales del próximo domingo 7 de octubre, no deja de perder popularidad pese a sus condenas judiciales, pedidos de casación y masivas marchas a lo largo y a lo ancho de Brasil que repudian su candidatura. Del otro lado está Fernando Haddad (PT), que reemplaza a Luiz Inácio Lula da Silva, imposibilitado de competir por maniobras judiciales que lo condenaron a 12 años de prisión. Aprovechando este montaje, Bolsonaro capitaliza una gran porción del electorado que rechaza determinantemente la imagen del ex mandatario.
No es casual que Bolsonaro haya elegido a Steve Bannon como consejero de campaña. Bannon ha sido el arquitecto de campaña de Donald Trump y artífice de que éste último haya llegado a la presidencia. Dicha campaña se está desarrollando principalmente en las redes sociales, una estrategia política que ha tenido sus frutos en Estados Unidos y espera tener el mismo resultado en Brasil.
Bannon apuesta todas sus fichas a Internet y a la potencialidad de Facebook, Instagram y Twitter para interpelar a los votantes desde lo emotivo, difundir las denominadas fake news y “dar la batalla al marxismo cultural” como lo expresó Eduardo Bolsonaro, hijo del candidato de ultraderecha.
En los spots, Bolsonaro fue construído como un mito, como alguien que representa la honestidad, la esperanza de un futuro mejor para olvidar el pasado y que se diferencia radicalmente del PT. Además, se deja en claro la no incorporación de la “ideología de género” en las escuelas, la inseguridad como un problema que se soluciona a través de la mano dura y la eliminación de los programas sociales que llevaba a cabo el gobierno anterior. La religiosidad y los valores patrióticos también aparecen poniendo a Dios como responsable de todas las decisiones, el orden y el progreso como doctrina.
Fascismo al palo
Nostálgico de la etapa más oscura de Brasil, la dictadura militar que comenzó con el golpe de Estado en 1964 y concluyó en 1985, el fascitas Bolsonaro es una pieza de rompecabezas que se agrega al esquema neoliberal de América Latina, y que países como Bolivia y Venezuela vienen resistiendo con los años, entre embates y arremetidas.
También revive los fantasmas del pasado, repleto de oscuridad, de violencia institucional a través de la tortura, desaparición y muerte. Representa la intolerancia a la diversidad sexual, expone el machismo sin recelos y es un confeso racista. Sus dichos lo pintan de cuerpo entero. En el 2002, sobre el matrimonio igualitario expuso: “No voy a combatir ni a discriminar, pero si veo a dos hombres besándose en la calle, les voy a pegar».
En una conferencia de prensa, refiriéndose a la población negra de Eldorado, señaló: “No hacen nada. Creo que ni para el procreador sirven más. Más de mil millones de dólares al año estamos gastado con ellos”.
Más extremo aún, en 2016 dijo que el error de la dictadura había sido “torturar y no matar». En tanto, con respecto a la participación de las mujeres en cargos públicos, expresó: ”No es una cuestión de colocar cuotas de mujeres porque sí. Tenemos que colocar gente capacitada. Si colocan mujeres porque sí, voy a tener que contratar negros también».
Esta radiografía de un político que defiende ideales de la dictadura militar, cuestiona la diversidad sexual y ve como un problema a la población afrodescendiente, da cuenta de que la sociedad brasileña tiene en sus manos el futuro del país, así como también de toda la región latinoamericana, de cara al ballotage dentro de tres semanas.
Tomás Ferrando
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