13 septiembre, 2018
Por qué leer a Roald Dahl
«Matilda», «James y el durazno gigante», «Las brujas», o «Charlie y la fábrica de chocolate» son sólo algunos de los títulos más conocidos de Roald Dahl, el galés que nació un día como hoy de de 1916 y escribió para niños sobre cosas serias y para adultos sobre temas escabrosos y profundos con una buena cuota de humor y acidez.

Matilda, James y el durazno gigante, Las brujas, El gran gigante bonachón o Charlie y la fábrica de chocolate son sólo algunos de los títulos más conocidos de Roald Dahl, el galés que escribió para niños sobre cosas serias y para adultos sobre temas escabrosos, perversos y profundos, al mismo tiempo que ácidos y humorísticos. Llevó la imaginación al extremo. Un pequeño homenaje de Notas.
Niño eterno, Roald Dahl es un digno hijo de la Europa de comienzos del siglo XX. Como bien recopila en su libro Boy, relatos de infancia (1984), fue a una escuela – internado, le extirparon las amígdalas sin anestesia en el living de su casa, soportó severos castigos físicos, aceptó la disciplina británica y finalmente se enroló en la Fuerza Aérea inglesa con la que combatió en África en la Primera Guerra Mundial. Boy es el contexto necesario para entender a Dahl. Como él mismo dice en el prólogo, no es una autobiografía. Es una colección de recuerdos y anécdotas de distintos momentos de su vida que, a los casi 80 vuelven como boomerang sobre el ya consagrado escritor.
Es imposible recorrer su obra sin sentir la tentación de ir a la biblioteca y hojear Matilda, la brillante semblanza crítica del mundo de los adultos y militante de la ternura como fundamento de las relaciones familiares. O cerrar los ojos, subirse al avión de la Real Fuerza Aérea (RAF) y ponerse en los zapatos de Volando Solo, el deseo de supervivencia y la terrenalidad de un escritor que hizo de la imaginación su conexión con niños de todo el mundo.
Tal vez incluso, nos detengamos en James y el durazno gigante, su primera obra dedicada al público infantil, luego llevada al cine por el genial Tim Burton (1996). Nuevamente un niño logra escapar de la opresión de una familia no elegida gracias a la ayuda de un extraño. El durazno que creció de forma descomunal es la vía de escape y el escenario de un mundo de descubrimientos.
Podríamos también releer alguno de los cuentos para adultos publicados por Dahl en revistas como las reconocidas New Yorker o Saturday Evening Post, algunos de ellos compilados en Los mejores relatos de Roald Dahl (1996): Hombre del sur, espeluznante historia sobre la ambición humana y las apuestas; El gran gramatizador automático, crítica a la pérdida de creatividad en la literatura y la automatización de fórmulas de éxito; o La señora Bixby y el abrigo del coronel, que juega con los límites de mentiras y engaños en las parejas.
Charlie y la fábrica de chocolate, también llevada al cine por Tim Burton (2005) y previamente por Mel Stuart (1971), es probablemente de sus más famosas invenciones y resulta completamente irresistible. El boleto dorado, la posibilidad única en millones, la humildad y el verdadero disfrute contra lo impuesto y mercantilizado, hacen de Charlie el heredero del famoso fabricante de chocolates Willy Wonka.
Pocos probablemente saben que Roald Dahl escribió el libro de la famosa película Los gremlins, de Steven Spielberg. O que se ganó el odio de feministas que leyeron superficialmente su publicación Las brujas (1983), en la que las mujeres sostienen una red clandestina cuya finalidad perversa es comerse a los niños. Brujas que no son feas y tenebrosas, sino mujeres comunes y corrientes. En ese libro también es posible interpretar una gran ironía sobre cómo el mundo miraba a las mujeres en plena época de ascenso de las luchas feministas.
Si hay algo que atraviesa toda la obra de Dahl -fundamentalmente la infantil- es que mira el mundo con ojos de niño y critica la sociedad que lo rodea. «Observa con ojos brillantes el mundo que te rodea porque los secretos más grandes están siempre escondidos en los sitios más insospechados. El que no cree en la magia nunca la encontrará», recomendó alguna vez.
Toda su vida está en sus historias. Las duras infancias, la fábrica de chocolates, los veranos en Noruega, el poder del deseo y la imaginación. Dahl, como todos sus relatos biográficos lo expresan, vivió décadas en su propia novela.
¿Por qué volver a -o empezar a, llegado el caso- leer a Roald Dahl? Porque nos trata, a los niños que seguimos siendo, con respeto y confianza. Nos invita a viajar y a no conformarnos con el mundo. A mirarlo desde otro ángulo. Y a creer en la magia.
Julia de Titto – @julitadt
Foto: RoaldDahl.com
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