6 septiembre, 2018
Despenalización del Aborto en Chile: un paso hacia el derecho a decidir
El pasado 21 de agosto, en Valparaíso, parlamentarias de las bancadas de oposición al gobierno de derecha encabezado por Sebastián Piñera ingresaron el proyecto de despenalización del aborto, con el que se marca un hito del movimiento feminista en Chile. Se concretan, así, años de lucha poniéndo el sello a un primer semestre intenso para el movimiento.
El pasado 21 de agosto, en Valparaíso, parlamentarias de las bancadas de oposición al gobierno de derecha encabezado por Sebastián Piñera ingresaron el proyecto de despenalización del aborto, con el que se marca un hito del movimiento feminista en Chile. Los pasillos del Congreso chileno se dividieron entre el verde de las feministas, que con cánticos y coreografías celebraban el histórico momento; mientras que del otro lado, enfundados en celeste, los grupos conservadores vociferaban mensajes acusadores y llenos de estética cristiana.
En total diez diputadas son las firmantes del proyecto, que es fruto del trabajo mancomunado con organizaciones feministas como Humanas y la Mesa por el Aborto y concreta años de lucha poniéndo el sello a un primer semestre intenso para el movimiento.
Que el 2018 se escriba en clave feminista en el país trasandino, tal como pasa en la Argentina y en varios de nuestra región, se debe a que terminó por germinar la permanente lucha del movimiento que viene dándose desde finales del siglo XIX, asumiendo el protagonismo en la lucha contra la dictadura de Pinochet y que hoy puede mostrar importantes logros en la promoción y defensa de los derechos de las mujeres del país.
Un primer paso fue dado el año pasado con la aprobación del proyecto de aborto en tres causales, que permite la interrupción del embarazo en casos de inviabilidad fetal, riesgo de vida de la madre y violación, tras un intenso debate en el Parlamento y que dio cuenta de lo dura que sería la batalla. Este logro se sumaba a las denuncias de violencia machista que durante 2016 y 2017 coparon las calles del país con multitudinarias manifestaciones.
Un segundo paso, que permitió mover el cerco a nivel social uniéndose a la “ola feminista”, fueron las multitudinarias movilizaciones estudiantiles que este año se realizaron en todo el país denunciando actos de violencia y acoso en las universidades públicas. Casi 50 establecimientos vivieron tomas de casi tres meses, en las cuales a través de autogestión de las estudiantes se realizaron talleres sobre feminismo, asambleas compuestas solo por mujeres y un fuerte trabajo de concientización respecto a los diferentes tipos de violencias contra la mujer.
Todas estas acciones motivaron la activación de protocolos para dar respuesta efectiva a los actos de violencia machista.
Todo este contexto fortaleció al movimiento feminista chileno, que unido al presente de su par argentino, acumuló la suficiente energía para ingresar el proyecto de despenalización con una puesta en escena impensada hace pocos años. Y más importante aún, con mucho más apoyo social.
Descriminalizar la decisión
El proyecto presentado busca quitar del código penal al aborto y según Gloria Maira, representante de la Mesa Social por el Aborto, hay que considerarlo como un “hito en un proceso de más larga data”, y agrega que “el derecho al aborto y a poder decidir respecto de la reproducción y la sexualidad es un núcleo duro de la subordinación de las mujeres y, por lo tanto, la lucha por el derecho a decidir y la autonomía reproductiva es emancipatoria”.
“Esto no es un proyecto testimonial”, explicó Maira al ser consultada por la proyección que tiene la propuesta legislativa. Destacó, además, que lo que se busca es “sacar del código penal la regulación de la autonomía reproductiva de las mujeres. El aborto no es delito».
Por este motivo la propuesta legislativa viene a reforzar la lucha por la autodeterminación de la mujer en el país trasandino, hecho que es señalado por la socióloga feminista Mia Dragnic: “La despenalización tiene relación con reconocer la autonomía y reconocer un derecho social que ha sido negado a las mujeres”, explicó.
“Apunta a la seguridad y la planificación de la vida. No es una decisión pública, no es una condición punitiva”, destacó Dragnic respecto al objetivo del proyecto presentado. También recalcó que una de las tareas es instalar en la ciudadanía que el aborto es parte de “derechos sociales básicos, derechos humanos básicos que a las mujeres se les han sido negados”.
Maira va un poco más allá: “La sociedad muestra su deseo de las personas de avanzar hacia la libertad de decisión y en eso el movimiento feminista ha sido fundamental”. Por eso, según Dragnic, el actual momento “tiene que ver con las movilizaciones que han logrado instalar en el sentido común este debate desde una crítica feminista”.
La política al debe
Tal como sucede en buena parte del mundo, la política ha demorado en conectar con las demandas del movimiento feminista chileno, que a pesar de acumular importante fuerza social y correr la barrera impuesta desde los medios de comunicación, aún no logra permear completamente a los miembros del Parlamento y las organizaciones políticas.
Esto ha quedado demostrado en la superficialidad, a veces intencionada, de cómo se ha llevado el debate de la despenalización del aborto. Un ejemplo lo pone también Maira, cuando señala “que mañosamente se ha puesto esto como ‘aborto libre’ y está lejos de serlo” dado que “aborto libre sería tener la posibilidad de decidir sin coacción alguna, sin violencia ni riesgo para mi vida y el acceso a un establecimiento que me permita concretar esa decisión. No aceptemos que nos hablen de aborto libre en este caso”.
Al respecto, Dragnic es más drástica cuando expresa que existe poca voluntad política “para desarrollar nuevas configuraciones para pensar lo político”, ya que plantea que pensar la política desde el feminismo significa plantearla de una forma diferente a la que establecen las estructuras clásicas de los partidos. “No tiene que ver con integrar a mujeres en cargos políticos, lo que es una discusión que deberíamos tener superada”, dijo.
Junto con lo anterior la socióloga señaló el desafío de derribar ciertos cercos de clase que se perciben en el desarrollo del movimiento feminista en el país es una tarea que el movimiento feminista “debe hacerse cargo en algún momento”.
Un paso adelante, de tantos que quedan por dar, es el horizonte que el movimiento feminista chileno tiene en frente. Mientras tanto, en el Parlamento, se inicia el debate para descriminalizar a las mujeres por poder decidir sobre sus cuerpos.
José Robredo Hormazábal, desde Santiago – @joserobredo
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