3 septiembre, 2018
Cuando se ejecuta el caos, no hay lugar para el reformismo
Por Santiago Mayor. La incapacidad e impericia gubernamental para controlar la economía, el ajuste cada vez más pronunciado y brutal y los límites ideológicos de Cambiemos para reorientar el rumbo acotan cada vez más el margen de acción de cualquier actor social y político en Argentina.

Por Santiago Mayor. La incapacidad e impericia gubernamental para controlar la economía, el ajuste cada vez más pronunciado y brutal y los límites ideológicos de Cambiemos para reorientar el rumbo acotan cada vez más el margen de acción de cualquier actor social y político en Argentina.
Es la lógica del capital, estúpido…
El desfasaje entre el modelo que proyectó el macrismo para su mandato y la economía global actual fue notorio desde el principio. Lejos de un mercado dispuesto a hacer llover inversiones y negocios en la periferia del capitalismo, el gobierno argentino se encontró con una dinámica de concentración y repatriación a los centros financieros.
El Brexit en el Reino Unido y el triunfo de Donald Trump en EE.UU. fueron indicios claros de hacia donde se encaminaba la situación. Y así fue que, por primera vez en más de una década, la Reserva Federal estadounidense decidió subir la tasa de interés. Esta medida que -como sucede siempre- sacudió a todos los países del mundo, en Argentina impactó con más fuerza.
¿Y de quién es la culpa? Un mercado financiero local absolutamente desregulado como el que impulsó Cambiemos permitió el ingreso masivo de capitales especulativos en 2016 y 2017 para hacer negocios con la bicicleta de las Lebacs. Pero como contracara, también habilitó su fuga a una velocidad inusitada en 2018.
Las corridas cambiarias de mayo y agosto que hicieron disparar el dólar y tendrán sus consecuencias más o menos mediatas en la inflación, fueron exclusiva responsabilidad del equipo económico que no previó un escenario que, como dijo Mercedes D’Alessandro a RT en Español «cualquier economista más o menos formado y que venía siguiendo los temas de economía internacional (…) lo venía viendo».
Finalmente, lo errático de las medidas adoptadas con cambio de presidente del Banco Central en el medio, liquidaron incluso el propio argumento oficialista de buscar generar «confianza» en los mercados.
Pedir dinero al Fondo Monetario Internacional (FMI); subir la tasa de interés a niveles ridículos que, además, estrangulan el financiamiento de cualquier inversión; anunciar un ajuste más fuerte que el que se venía haciendo; aumentar los encajes bancarios; vender reservas; dejar de vender reservas; filtrar un dudoso escándalo de coimas que pone en duda a todo el sistema político y mancha al empresariado; volver a subir la tasa de interés; pedir un adelanto al FMI; anunciar más ajuste; evaluar subir las retenciones.
Esa previsibilidad no te la robo amigo.
...y la lucha de clases
Los rumores prácticamente certeros de la eliminación de ministerios históricos y fundamentales para cualquier país como Salud y Trabajo, por solo mencionar los dos más icónicos, dan cuenta que el macrismo ha decidido apretar el acelerador en un rumbo que ha mostrado no tener ningún resultado positivo para el pueblo.
Esto empalma con el sistemático, pero cada vez más cruento, recorte en la planta del Estado que tuvo hasta ahora su último capítulo con los 600 despidos en el ¿ex? Ministerio de Agroindustria. Y también la suspensión de la paritaria de docentes universitarios luego de una multitudinaria marcha que estuvo precededida por un mes de paro y la toma de decenas de facultades y universidades en todo el país.
En ese marco, resulta cada vez más difícil pensar en la posibilidad de triunfos parciales. De pequeñas victorias que supongan la reincorporación de los trabajadores y trabajadoras o una negociación salarial que intente alcanzar los índices de inflación.
Resistir, si, pero no para mantener lo conquistado. Si ese es el horizonte, probablemente el retroceso sea cada vez más grande.
Con un gobierno dispuesto a ceder a la fuerza del capital yendo hacia el déficit cero, liquidando lo poco que queda del Estado y continuar beneficiando a los grandes sectores de la economía concentrada mediante transferencias masivas de ingresos (vía tarifazos, devaluación e inflación), la respuesta popular no puede ser a medias.
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La Argentina de 2018 no es la de 2001 por múltiples motivos. El dato optimista en la comparación es que el movimiento popular está mucho más organizado que en aquellos años. Y, sobre todo, no ha sufrido en estos tiempos macristas una derrota que lo deje fuera de combate.
La radicalidad y masividad del feminismo, por un lado, y la organización de los sectores sociales más vulnerables en las organizaciones de la economía popular, se complementan con un sindicalismo tradicional lento y perezoso, pero todavía con un poder de fuego considerable.
Finalmente, existen expresiones políticas con diferencias y contradicciones, pero que siempre han mantenido un rol opositor al modelo neoliberal que van desde el kirchnerismo hasta el Frente de Izquierda y los Trabajadores y otras organizaciones menores de la izquierda.
Ese combo, con desacoples y perspectivas a veces contrapuestas, ha mostrado una madura unidad en las luchas reivindicativas y callejeras que permiten pronosticar una agudización de la disputa con el gobierno, al menos en ese plano. Será tarea de los sectores más dinámicos impulsar a quienes todavía guardan esperanzas en poder negociar alguna migaja en el marco del ajuste.
Porque cuando la crisis se profundiza, la lucha de clases se presenta cada vez con menos mediaciones y no es de descartar un desenlace represivo del cual la batalla de diciembre de 2017 contra la Reforma Previsional haya sido solo un tibio anticipo.
En aquel momento, todavía hubo sectores del campo popular que cuestionaron la confrontación callejera con las fuerzas de seguridad acusando de funcionales a quienes arrojaron piedras. Esa lógica debe ser desplazada en pos de que este gobierno saqueador caiga, en las urnas o en la calle.
La contracara, no menor y en la que queda mucho por hacer, es la falta de un proyecto político que unifique y permita pensar en una alternativa no sistémica al macrismo.
Sin embargo, si hay algo de lo que no hay dudas es que la única posibilidad de derrotar al gobierno será con un pueblo movilizado que garantice que cualquiera sea el recambio gubernamental, esté condicionado a dar por tierra con el modelo neoliberal.
@SantiMayor
Foto: M.A.F.I.A.
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