30 agosto, 2018
El Brexit, las Irlandas y el imperialismo británico
Julio Gambina, economista y miembro de ATTAC Argentina, conversó con «Fuera de Servicio» por Radio Sur 88.3, acerca de cómo el Brexit repercute en la República de Irlanda y en Irlanda del Norte.

Julio Gambina, economista y miembro de ATTAC Argentina, conversó con «Fuera de Servicio» por Radio Sur 88.3, acerca de cómo el Brexit repercute en la República de Irlanda y en Irlanda del Norte.
Durante las últimas semanas, las negociaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea sobre las condiciones de la salida del primero se han visto trabadas por algunos temas en los que ambos bloques no logran ponerse de acuerdo. Uno de ellos es Irlanda y su frontera con Irlanda del Norte.
– ¿Cómo afecta el Brexit a Irlanda e Irlanda del Norte?
– Irlanda del Norte, que es parte del Reino Unido, está ubicada en una gran isla que tiene a Irlanda con capital en Dublin y a Irlanda del Norte que es un territorio más pequeño. Entonces, el Reino Unido la única frontera territorial que tiene es con Irlanda, porque Irlanda del Norte pertenece al Reino Unido e Irlanda es otro país. Eso hace mucho ruido desde hace mucho tiempo entre los irlandeses, donde hay una voluntad de muchos de que termine esa frontera física.
El tema de la lucha independentista de los irlandeses del norte respecto del Reino Unido reaparece hoy con mucha fuerza porque en 2016 en el Reino Unido se votó por quedarse en la Unión Europea (UE) o salirse. El Brexit -la salida de la UE-, es lograr una autonomía respecto de ese acuerdo comercial, económico y político. Ya en su momento no había aceptado ser parte del Euro, o sea que esta disputa viene de hace rato.
Con la aprobación del Brexit, empezaron una serie de negociaciones muy complicadas. Ahora, el gobierno de Bruselas le está diciendo al Reino Unido que hay que apurar su salida, siendo éste un periodo de transición, que se va a definir con fuerza en marzo de 2019, y desde ahí se dará un tiempo muy preciso para que en diciembre de 2020 Gran Bretaña no tenga ya nada más que ver con el bloque regional. Lo que se pretende hacer en esta transición es que Irlanda del Norte se mantenga bajo las regulaciones de la Unión Europea, que es algo que quiere Irlanda y que en principio quisiera la mayoría de la población de Irlanda del Norte, que en 2016 rechazó mayotirariamente al Brexit.
– Es decir que Irlanda del Norte y la República de Irlanda quisieran quedarse dentro de la Unión Europea.
– No a nivel de Estados sino de población. Hay una contradicción entre los diputados mayoritarios de Irlanda del Norte en el parlamento del Reino Unido -que acompañan a la posición del Brexit, que es la de Teresa May, jefa del gobierno británico- y el pueblo, que en un 56% votó por quedarse en la UE. Lo que se ha generado desde Bruselas y el Reino Unido es la posición de un Brexit duro y uno blando.
El duro es la posición más fuerte para que rápidamente se retiren de la UE y eso supone cantidad de regulaciones económicas sobre intercambios comerciales, financieros, digamos que cambia muchas cuestiones. Por ejemplo, Donald Trump levanta banderas proteccionistas, defiende los intereses de EE.UU. y se pelea con China, con la UE, con Canadá, con México, porque quiere recomponer su posición en el sistema hegemónico mundial. El Brexit es algo similar: Gran Bretaña también toma posiciones nacionalistas; no quiere depender de la Unión Europea, que además está comandada por Alemania. Y como no quiere depender de otro se ponen duros, salen de la Unión para buscar el lugar de predominio que históricamente tuvieron.
– ¿Cómo hace Inglaterra para articular una política imperialista, sin estar dentro de la Unión Europea?
– Ésa es la discusión. Porque el Reino Unido dice “mientras nos estamos separando, empecemos ya a tratar nuevas relaciones económico-sociales entre Reino Unido y Europa; pero también con China y con EE.UU.”. Pero la UE les dice: “No, todavía no tienen autonomía para negociar tratados de libre comercio con otros países mientras estén en el marco regulatorio de la Unión”. Y Europa entonces lo que plantea es que Irlanda de Norte siga bajo las normas de la Unión, a lo que Gran Bretaña se ha venido negando rotundamente.
Hay otro tema que es punto de conflicto: el peñón de Gibraltar, que está debajo de España, pero Gran Bretaña considera como propio. Es una discusión histórica. Y esto es parte del debate por la hegemonía del sistema capitalista mundial.
Digamos que Gran Bretaña pretende recuperar pergaminos perdidos, primero a manos de EE.UU., en términos generales y en términos más regionales a manos de Alemania, y con un nuevo actor que apareció en el sistema mundial: China. Hoy es un tablero de tensiones, de muchas complejidades y todos están moviendo sus piezas como en una gran partida de ajedrez para recuperar posiciones de liderazgo. Todos intervienen en esto y fíjate que curioso, Gran Bretaña y EE.UU. han sido los campeones en los últimos 40 años de las concepciones neoliberales de apertura económica, liberalización de la economía y ambas dos potencias imperialistas están ahora en una concepción que aparece como nacionalista.
Es un nacionalismo para defender su lugar de predominio regional y globalmente. Hay mucho punto de contacto entre la política exterior estadounidense de Donald Trump, privilegiándose con la política nacionalista de recomponer un lugar en la geopolítica mundial, con la del Reino Unido dirigido por Teresa May, los conservadores en este momento.
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