Batalla de Ideas

9 agosto, 2018

La marea verde llegó para quedarse: será ley

Por Carla Martilotta. Ganó el no. Los senadores y senadoras de Argentina decidieron que las mujeres a las que dicen representar sigan muriendo en la clandestinidad. No nos vamos a olvidar nunca de este día. El resto del mundo tampoco.

Por Carla Martilotta. Llegó el día. Es hoy. Ocho de Marzo de 2018. Adentro del Congreso los senadores y las senadoras debaten sobre el futuro de millones de mujeres argentinas. Afuera, miles de nosotras invadimos las calles de la Capital Federal esperando que el aborto sea, por fin, legal, seguro y gratuito.

Nada en el clima del día siquiera se asemeja a aquel 14 de junio en que nos levantábamos ansiosas por escuchar a la Cámara de Diputados otorgarle media sanción a la ley. Estamos tan cerca de que todos estos años de lucha vean sus frutos, que pesa saber que el panorama es más oscuro que el cielo. Sabemos que en cualquier momento se viene la tormenta e igual estamos acá, somos millones. Pintadas de verde y sabemos que la alegría es feminista. En nuestra revolución se canta, se baila y se brilla, pero, sobre todo, se lucha, y nada de lo que argumenten en nuestra contra nos va a hacer abandonar.

Nos miramos como si nos conociéramos de toda la vida, como si hoy todo fuese nuestro. Desde el mediodía vamos y venimos entre las carpas, los escenarios y las banderas. Nos miramos como si supiéramos lo que piensa la otra. Nos miramos sin condescendencia, nos miramos orgullosas. “Mirá a dónde llegamos, hermana, estamos haciendo historia”.

En las carpas de la Campaña se dictan talleres de educación sexual; se habla de travestis, lesbianas y trans; se habla de derechos; de historia, de adolescencia y de jurisprudencia. La Campaña nos forma. En los escenarios hay música, arte, poesía y demandas. En la calle hay fuego feminista.

La mística del día es de una seriedad casi total. No es amargura, es seriedad. El pronóstico no nos favorece y los representantes de las provincias están obstinados en negarle la representación al pueblo. Pero el pueblo somos nosotras, y supimos llevar nuestras demandas a lo más alto del poder político. Ellos hablan, argumentan y reafirman que todo es como lo pensamos: hoy la ley no verá la luz del sol.

Empieza la lluvia, el frío se agudiza, y el cielo se pone negro, se viene lo peor. Nos agrupamos, compartimos los paraguas, los mates y las galletitas, hay que aguantar y seguir. Estamos lejísimos del Congreso y la pantalla en la que escuchábamos los discursos se empezó a romper, recién son las cinco de la tarde. Del otro lado, los antiderechos vestidos de celeste tienen un equipo de sonido impresionante y, de mínima, tenemos que lidiar con eso. Se suma la inmensa cantidad de policía a la espera de corrernos, pegarnos y reprimirnos. Ellos saben que la marea verde llegó para quedarse y piensan que con palos nos van a parar, piensan que con su odio nos van a parar. Pobres.

Pobre de esos que no pueden ver lo que está pasando. Las argentinas que hoy estamos en la vigilia somos las hijas de la Campaña por el Derecho al Aborto, somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar, somos las hermanas de las pibas muertas en la clandestinidad, somos quienes acumulamos años de luchas y quienes vamos a lograr nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.

El dictamen que iba por la despenalización se cayó y se impone la negativa a la ley. La lluvia y el viento nos cortan la cara, los senadores nos acuchillan con una percha y encima, después, nos encarcelan. Hablan los antiderechos, invocan a la iglesia. Hablan los indecisos, vacilan incoherencias, hablan los que nos defienden, los interrumpen. Todo es muy difícil.

Nos provocan de todos lados, pero no pensamos responder. Para nosotras el pañuelo verde es una insignia que hay que respetar. Ese pañuelo hoy nos representa más que cualquier bandera. Nuestras canciones son un himno y vamos a cambiar esto con presión popular, con furia feminista, con nuestra presencia en la calle, pero nunca con odio. Nosotras no odiamos, nosotras conquistamos. Nosotras parimos una ley y vamos a hacer que nazca.

Temblamos. De frío y de ansiedad. Estamos mojadas de pies a cabeza y eso nos lleva a cantar y saltar más fuerte. Habla Cristina, habla Pichetto, habla Naidenoff. Hablan Fiore Viñuales y Elías de Pérez. Michetti no se calla. Para bien o para mal, la calle opina, grita y condena. Ninguno es ponderado, ninguno nos miró antes como nos miran ahora. El triunfo será nuestro, el rechazo será su cruz.

Ganó el no. Los senadores y senadoras de Argentina decidieron que las mujeres a las que dicen representar sigan muriendo en la clandestinidad. Los senadores y senadoras de argentina decidieron que las mujeres a las que dicen representar sigan muriendo en la clandestinidad. Lo repetimos, para internalizarlo. No nos vamos a olvidar nunca de este día. El resto del mundo tampoco.

No tenemos mucho tiempo para lamentarnos, aunque lloramos. Tenemos bronca, tristeza e indignación, pero también tenemos que despejar las calles. Estamos advertidas: están listos para reprimir a quien quede. Con eso cumplen. Un grupo de personas que genera disturbios, y las calles se tornaron azules y militarizadas. Se fue la lluvia pero nos quedan los camiones hidrantes. Los palos de las banderas ahora son palos de policía, los flashes de las fotos son sirenas y los gritos sororos se transformaron en pedidos de socorro.

Tenemos que corrernos, pero no nos vamos a ningún lado. Nosotras somos las olas de una marea verde que llegó para quedarse. Tarde o temprano, el aborto será ley.

@CarlaMartilotta

Foto: Emergentes

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