2 julio, 2018
Un final anunciado: tiempos de renovación
En los días posteriores a una eliminación argentina en una Copa del Mundo se necesitan culpables. Se pide sangre, actitud y se reivindica la figura de los que sí lograron un mundial. Lo cierto es que la selección nacional lleva 17 torneos disputados sin conseguir un título (Copa América 1993), lo que representa la mayor sequía de su historia.

En los días posteriores a una eliminación argentina en una Copa del Mundo se necesitan culpables. Se pide sangre, actitud y se reivindica la figura de los que sí lograron un mundial. Lo cierto es que la selección nacional lleva 17 torneos disputados sin conseguir un título (Copa América 1993), lo que representa la mayor sequía de su historia.
En estos 25 años, Rusia 2018 fue la eliminación más previsible de todas. Desde el último mundial se dio la renuncia de Alejandro Sabella, la muerte de Julio Humberto Grondona, la elección del 38 a 38 con 75 votantes en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), la salida de Gerardo Martino, el papelón del sub-23 en los Juegos Olímpicos de Río, la asunción de Edgardo Bauza -elegido por la Comisión normalizadora- y su salida apenas ocho meses después y, finalmente, la llegada de Jorge Sampaoli, quién logró la clasificación en la última fecha de las eliminatorias sudamericanas.
Desde que empezaron los entrenamientos en el predio de la AFA no dejaron de surgir imponderables: la polémica lesión de Sergio Romero (arquero con más presencias en el seleccionado) y la rotura de ligamentos de Manuel Lanzini, quizás uno de los jugadores que más ilusionaba de cara a la Copa del Mundo.
No obstante, el mal manejo del cuerpo técnico le dio de comer a la mala fortuna y a la prensa hegemónica. Las supuestas diferencias entre el DT y Sebastián Becacecce, su colaborador principal, agigantaron las grietas en las relaciones. No estuvo claro quién era la autoridad principal. Más aún si tenemos en cuenta el peso específico de Javier Mascherano y Lionel Messi en la toma de decisiones que, consensuadas o no, generaron confusión.
Sampaoli nunca repitió el equipo ni el esquema en el mundial, lo mismo ocurrió en las eliminatorias. Los cambios drásticos confundieron. El entrenador dispuso un equipo con línea de cuatro defensores al inicio de Rusia, con Eduardo Salvio improvisando de marcador lateral por la derecha, Lucas Biglia acompañando a Mascherano en la recuperación, y precauciones exageradas ante uno de los rivales más débiles de este torneo como fue Islandia.
Ante Croacia, volvió a cambió de esquema: línea de tres, salida de Marcos Rojo, Biglia y Ángel Di María e ingreso de Gabriel Mercado, Marcos Acuña y Enzo Peréz, este último a horas de aterrizar sin haber estado en el proceso preparatorio.
Contra Nigera, Sampaoli declaró que había que “ganar con el corazón”, apelando más a lo metafísico que a sus dotes estratégicos. Sumado a esto optó, otra vez, por la línea de cuatro y castigó a Wilfredo Caballero por el error que terminó en el primer gol croata. En reemplazo, ingresó Franco Armani (seguramente el jugador más pedido por el público), que estuvo alejado de sus grandes actuaciones en la Superliga Argentina. Apareció Ever Banega, y retornó Rojo, mientras que Sergio Agüero salió inesperadamente por Gonzalo Higuaín.
Consumada la primera victoria del equipo nacional, todo parecía indicar que Sampaoli repetiría equipo por primera vez desde que tomó la dirección técnica. Lejos de eso, optó por jugar sin un nueve de área y apostar a que Lionel Messi juegue de falso nueve como lo hacía en el Barcelona de Pep Guardiola. Tras jugar un solo partido, Higuaín le dejo su lugar a Cristian Pavón.
En síntesis, el mundial se usó para buscar un equipo a como dé lugar, por eso no sorprende la eliminación en Octavos de Final.
La nueva generación
Sin lugar a dudas, unas de las principales contradicciones, se sustenta en el caso de Enzo Pérez, quién estaba de vacaciones al ser descartado a último momento de la lista de 23. Por la lesión de Lanzini fue llamado y terminó siendo titular.
Incluso fue alternativa por delante de Giovanni Lo Celso que llegó como el socio ideal de Messi (dicho por el propio DT) y uno de los predilectos de Sampaoli. El ex Rosario Central fue titular en todas las prácticas y en el amistoso ante Haití, pero deberá esperar cuatro años más para debutar en un mundial.

Qatar 2022 será otra historia. Con Messi o sin Messi el cambio generacional resulta imperioso. No sería ilógico que comience en la Copa América Brasil 2019. Es hora de Paulo Dybala, Lautaro Martinez, Pavón, Lo Celso, Santiago Ascacibar y varios más.
Quien comande la selección tendrán la ardua tarea de reemplazar a una generación de jugadores reconocidos mundialmente. Una generación que resulta desmesurado criticarla por haber llegado a tres finales, y que logró construir un equipo como hacía mucho tiempo no pasaba.
Jorge Britos – @JMBriitos
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