8 junio, 2018
«La semilla que sembró Natalia hace 17 años, hoy florece en miles de margaritas»
En entrevista con “El Pueblo se Hace Escuchar” por Radio De La Azotea FM 88.7, Laura y Gustavo expresaron lo que significa no bajar los brazos en nombre y justicia de su hija Natalia Melmann, mientras se lleva a cabo el segundo juicio por el femicidio de la joven hace 17 años.

Era viernes 9 de febrero del 2001, y en el funeral de su hija, Gustavo Melmann juro que no descansaría hasta que los asesinos estén presos. Hoy en el año 2018 sigue luchando por cumplir esa promesa. Pero no lo hace solo, hombro con hombro, lleva adelante esta batalla épica junto a la mamá de Natalia, Laura.
En entrevista con “El Pueblo se Hace Escuchar” por Radio De La Azotea FM 88.7, Laura y Gustavo expresaron lo que significa no bajar los brazos en nombre y justicia de su hija mientras se lleva a cabo el segundo juicio por el femicidio de la joven hace 17 años.
“Le prometimos justicia hasta el final”, dijo Laura. Y es que el final de esta historia parece inalcanzable, porque a pesar que en el año 2002 fueron condenados a cadena perpetua tres policías, este año Ricardo Panadero está sentado en el banquillo de los acusados por la violación y muerte de Natalia. En la primera sentencia el oficial había sido absuelto, sin embargo la Corte Suprema dio curso a una apelación y la causa fue reactivada. El año pasado, a pedido de la fiscal Ana Caro, fue elevada a juicio oral.
Con la voz quebrada y mientras con su mano derecha acariciaba la imagen de su hija, Laura relató: “Es tanto el dolor que se siente. Yo sentía que iba desnuda por las calles. Yo sentía que sin ella no iba a poder vivir”. Pero recuerda el rol de su familia que fue fundamental para no bajar los brazos y las palabras de su hijo Nahuel: “Si vos te vas, yo me voy atrás tuyo”.
Pero la lucha no se limita tan solo a lidiar con el dolor interno, sino también contra un sistema de impunidad y corrupción. “La policía fue creada para reprimir, pero, ¿quién les da impunidad?”, se preguntó. “Cada policía tiene su boliche. Cada tipo, en un pueblo como este, tiene su olla y nadie mete la mano en la del otro. Uno se dedica a la prostitución, otro al juego, otro a la droga y así. Nadie puede ejercer nada de eso sin la anuencia de ellos y por ende sin la anuencia del poder político del lugar”, agregó.
Y no dejó pasar por alto al intendente de aquel momento, Enrique Marcelo Honores, y calificó la ciudad como “un lugar feudal» donde «el poder se hereda de padres a hijos». “Estos tipos eran los custodios del intendente. Nos mandaban cartitas, amenazas, cartas documentos para que saquemos los carteles que pusimos en la peatonal que decían que los culpables estaban sueltos. El tipo desde el tercer piso miraba las marchas nuestras de los sábados, y miraba quien iba y quién no iba. El intendente y la policía generaban el mismo terror”, denunció.
Vale recordar que Honores fue intendente por 16 años, entre ellos el periodo que abarcó desde 1999 hasta el 2003, y que en enero del 2017 fue elegido como Defensor Adjunto de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires.
En cuanto al nuevo juicio que tiene como acusado al sargento de la Policía Bonaerense, Ricardo Panadero, Gustavo expresó: “¿Que significa poder llevar a Panadero a juicio?, es la promesa que le hicimos a Nati». «Después de 17 años, donde ya están en salidas transitorias quienes mataron a nuestra hija, donde la única custodia que tienen es la propia familia, llega la posibilidad de juzgar a Ricardo Panadero”, añadió y completó: “La condena es para demostrar que de esto no se puede zafar, de la justicia no se puede zafar, no importa el tiempo que pase”.
Gustavo, tampoco quiso dejar de lado la diferencia entre el juicio del 2002 y el de ahora. “Nos encuentra en otra situación importante, hay una vida militante, una vida que no existía en es momento, que se ha creado», dijo. Hoy existe «la multisectorial de mujeres» así como también «la lucha por la igualdad de los movimientos feministas y la lucha en contra del gatillo fácil». «Hay montones de organizaciones sociales y políticas que nos están acompañando y nos van a acompañar. Esperamos que brinden testimonios, se acerquen y den la posibilidad de que se resuelva y condenen a Panadero”, completó.
“¿Dónde está la necesidad de someter a una criatura de 15 años?”, se preguntó Laura, y de inmediato se respondió: “¡Poder! De eso se vale la violación. No es violar a una criatura o a una mujer que no se defiende, si yo no me defendiera ellos no gozarían de mi dolor. La finalidad de ellos es someter al otro, que el otro sufra y ahí está el goce de ellos. El goce de ellos es hacer sufrir a la víctima y son tan cobardes que lo hacen de a muchos y eso tuvo que padecer mi hija”.
Con una mirada profunda, perdida y nostálgica, Laura habla de su hija que ya no está: “Natalia hubiese sido universitaria y se hubiese recibido”. “A Natalia la buscábamos con vida, jamás la buscamos pensando que estaba muerta. Cuando fuimos a Mar del Sur a buscarla yo creí que la íbamos a encontrar llorando en la ruta diciéndome ‘mira mama lo que me pasó’. Jamás en mi vida pensé que iba a encontrar su cuerpo”. Y concluyó: «La semilla que sembró Natalia hace 17 años, hoy florece en miles de margaritas».
Por su parte Gustavo, con los hombros caídos pero con la voz firme, la recordó como «una chica recontra alegre, muy determinada. Quería ser obstetra». «Ella era delegada estudiantil y abanderada de su colegio. Tenía determinado no tener hijos sino adoptar porque decía que en el mundo había muchos chicos sin padres. Tenía un sentido de comunión con la sociedad y de entrega que jamás pensaba que le podía haber pasado lo que le paso, y Natalia jamás pensó que podía haber gente tan mala, tan sádica, tan perversa”, remató.
Marcos Bouzas, desde Mar del Plata
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