18 mayo, 2018
Festival Raymundo Gleyzer: un claro en la tormenta
Después de dos semanas de lluvia ininterrumpida, el mundo audiovisual y la cultura encontraron el último fin de semana un refugio en el trabajo de productores y productoras populares y comunitarias en el Festival Independiente de Cortometrajes Raymundo Glayzer que llevó a cabo su segunda edición.
Después de dos semanas de lluvia ininterrumpida, el mundo audiovisual y la cultura encontraron el último fin de semana un refugio en el trabajo de productores y productoras populares y comunitarias en el Festival Independiente de Cortometrajes Raymundo Glayzer que llevó a cabo su segunda edición.
A través de diferentes cortos independientes que interpelan y cuentan otras realidades, abordando el género, las historias urbanas, la memoria y los posrelatos, no sólo volvió a salir el sol, sino que durante las distintas proyecciones itinerantes en el barrio porteño de Colegiales durante cuatro días, el cine independiente volvió a sentir un halo de esperanza moralizador.
“El festival surgió por las características propias de nuestra comuna 13. En pocos lugares de la capital se da la triple condición de tener varias escuelas de cine (el Centro de Investigación Cinematográfica y la Eliseo Suviela), un complejo de cines (el Belgrano Multiplex, el General Paz y el Arteplez) y el propio Distrito Audiovisual. Aún así, en ninguno de estos lugares se da la verdadera apertura a la realización por parte del grueso del público”, explicó Iván Piroso Soler, impulsor y organizador del evento.
Junto a Nuevo Encuentro Comuna 13, el Centro Cultural TRES16 y el Centro Cultural El Desparrame, desplegaron un certamen con una calidad indiscutible. No fue casual. Piroso Soler asegura que fue a partir de entender el entorno que los rodeaba lo que le dio impulso a la tarea de varias organizaciones sociales y culturales de preparar un espacio que canalice las necesidades de producción y consumo de un cine verdaderamente plural y abierto al público.
En el primer Festival, realizado en la Plaza Mafalda durante dos días, se proyectaron alrededor de 15 cortos. A un año, el Raymundo Glazer pudo crecer, extendiéndose. Con optimismo frente a la lucha gremial, el organizador del evento avizora que se abre una bisagra alrededor de la industria audiovisual: “Ante el avance del proyecto neoliberal encontramos una resistencia que se va internalizando en los productores y en el público, ante todo, sobre el rol de la mujer, de los géneros, de la identidad latinoamericana y, sobre todo, de la identidad nacional en el cine”.
El tercer día de encuentro, momento en el que ya habían pasado más de 200 personas por el festival, se realizó un debate sobre la Industria Audiovisual Argentina, sus desafíos y perspectivas ante las políticas del Gobierno Nacional. El panel estuvo integrado por la guionista y directora Alejandra Marino, el guionista Pablo Lago y los directores Fernando Krichmar y Benjamín Naishatt. El director de cine Javier Diment fue el responsable moderar el intercambio.
“Es lamentable lo que sucede; desde el punto de vista del macrismo se mide la rentabilidad, pero también hay un objetivo ideológico de desmadre”, consideró Diment quien, junto a los expositores coincidieron en que hasta 2015 existió una política de fomento para los pequeños y medianos productores y que fue posible gracias al impulso del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Desde entonces, el sector se encuentra en lucha y resistencia debido a la amenaza de lesionar la autarquía del instituto y las fuentes de financiamiento del Fondo Audiovisual, de acuerdo a lo establecido en la Ley 26.522 («Ley de Medios»).
La televisión, afirmó Lago, está frente al mismo escenario: “Se debe a que a nivel mundial está cambiando la forma de hacerse y consumirse la TV, pero además siempre está la voluntad política de generar contenidos locales o no; sin duda hay un factor ideológico del país que deseamos en función de lo que queremos para nuestro público argentino”.
Por su parte Marino pudo incorporar la necesidad de igualdad de oportunidades para las mujeres que trabajan en la Industria Audiovisual y detalló las contundentes cifras de desigualdad: “Tomando a los países Argentina, Colombia, Ecuador, Mexico, Paraguay, Venezuela, España y Portugal, en 2016 la participación femenina en la producción fue del 27% contra un 73% de los hombres; en tanto la dirección cae a un 18% contra el 82%”.
A pesar de ser referentes de distintos lugares ideológicos, todos coincidieronn -y coincidimos, dice Piroso Soler- en que esta resistencia no es en el aislamiento político, sino a partir de una articulación. Y eso surge del reconocimiento a las distintas identidades, que ya estaban, pero la crisis actual en la industria obliga a reafirmar.
El último día culminó en la Plaza Clemente, con el objetivo de acompañar la defensa del espacio público que las vecinas y vecinos vienen sosteniendo contra las obras ilegales que el Gobierno de la Ciudad quiere llevar adelante. En este sentido, Sara Weimann, una de las organizadoras de TRES16, explicó: “Lo hicimos allí porque creemos en los espacios públicos, donde crecen las y los chicos del barrio, donde vivimos el carnaval cada año, donde elegimos cruzarnos, conocernos y vincularnos. Elegimos el lugar para defender lo nuestro y la cultura del encuentro”, subrayó.
La actriz Paula Carruega, el licenciado en Ciencias de la Comunicación Sergio Armand, la crítica cultural Malen Denis y el periodista Fito Mendonca Paz, fueron los jurados de los cortos proyectados. Los ganadores por terna fueron: Mención especial Géneros: Adela, de Evangelina Montes; Mención especial Urbana: Cien Cuadras de noche, de Rafael Perez Broero; Mención especial Memoria: Esta es la historia del papel, del Instituto América Latina; y Mención especial posrelatos: Las personas que recuerdan demasiado, de Eduardo Elli.
Julieta Lutz
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