Batalla de Ideas

17 mayo, 2018

Mundo nuevo, políticas del pasado

Por Kevin Castillo y Justo Hernández. El 2018 nos nos encuentra repitiendo viejas políticas en nombre de la modernidad. ¿Nos encontramos en el mismo mundo que acogió las recetas neoliberales en décadas pasadas? El mundo de hoy se disputa entre una remake proteccionista de los países desarrollados y la nostalgia neoliberal de la nueva oleada conservadora en países periféricos.

Por Kevin Castillo y Justo Hernández*. El 15 de diciembre de 2005, Néstor Kirchner anunciaba el pago adelantado al Fondo Monetario Internacional (FMI) de alrededor de 9.810 millones de dólares con los que saldaba la totalidad de la deuda nacional con dicho organismo.

“Tenemos la firme convicción de superar la Argentina de los viejos y recurrentes problemas”, sostuvo al iniciar el discurso que cerró un ciclo prolongado de relaciones con el organismo internacional, que condicionaron la política económica de nuestro país en pos de garantizar condiciones viables de pago a acreedores.

El mundo de aquella época, pre-crisis financiera del 2008, todavía llevaba consigo los resabios de años de políticas neoliberales y apertura comercial y financiera indiscriminada.

Los países de nuestra región se han caracterizado por ser espacios geográficos de apropiación de riquezas por parte de las potencias imperiales de turno, pero desde la instalación de los consensos neoliberales en los años 70 y su institucionalización mundial en el Consenso de Washington, la velocidad a la que nuestra región se volvió dependiente de los mercados se aceleró de manera inédita, dejando un margen nulo para las políticas de Estado.

Es en la década del ’90 cuando Argentina comenzó a cargar anclas que impedían el despegue al desarrollo. Ley de convertibilidad, disciplina fiscal autista y miope, venta de activos estratégicos, y financiamiento externo sin límites e irresponsable, fueron los aspectos que llevaron a la catástrofe de 2001. Detrás de todas estas medidas se encontraban los organismos internacionales que bregaban por el liberalismo económico a escala global y gobiernos adeptos.

Este año nuevamente se repiten viejas políticas en nombre de la modernidad. Ahora, ¿Nos encontramos en el mismo mundo que acogió esas recetas en su momento? El mundo de hoy se disputa entre una remake proteccionista de los países desarrollados y la nostalgia neoliberal de la nueva oleada conservadora en países periféricos.

Por un lado, dejar entrar bienes de todas las procedencias en nuestros países y dejar salir todo el dinero que sea necesario para generar confianza a los inversores con complejos de inferioridad. Por el otro, extraer toda la utilidad posible de países subdesarrollados y poner criterios de protección de la industria local frente a los bienes de la periferia.

En fin, vulnerabilidad financiera y estrangulamiento comercial para nosotros, recomposición del capital y mejora en bienestar para ellos.

El triunfo de Donald Trump como presidente de los EE.UU., marcó una nueva etapa proteccionista para los países desarrollados. Se impusieron impuestos a la importación de acero, aranceles a las importaciones provenientes de China, entre otras.

Este tipo de políticas adoptadas por Washington llevó a que países como China tomen medidas defensivas, reduciendo tanto las importaciones como las exportaciones y centrándose principalmente en el mercado interno. Ante este contexto, al que se suman las tensiones geopolíticas, los capitales especulativos perdieron confianza en los países emergentes y decidieron cubrirse de los riesgos que pueden existir en un mundo con altos grados de incertidumbre.

A su vez, la Reserva Federal de los Estados Unidos, impulsó un aumento de la tasa de interés de los títulos públicos estadounidenses durante el mes de abril, llevándola al nivel más alto en los últimos años (3%).

Estos fenómenos afectan a los principales socios comerciales argentinos, como Brasil. Las políticas de ajuste en América Latina generan recesión en la actividad económica y repercuten directamente en el empleo y la producción nacional. Esto profundiza el déficit comercial en el sector externo ya que se reducen cada vez más los mercados en los cuales se pueden instalar productos locales.

En este mundo, ¿era necesario recurrir al FMI nuevamente? ¿Tanta centralidad tenía quitar las restricciones para la compra de dólares? ¿Era fundamental financiar el déficit con deuda?

El gobierno de la alianza Cambiemos daba por supuesto que una vez eliminado el “cepo al dólar” se generaría un shock de confianza que atraería inversiones, y planteaban que la emisión monetaria era la responsable de los altos niveles de inflación que tenía nuestro país. Con el retorno al FMI, se asegura que nuestro país tendrá mejores condiciones para enfrentar la volatilidad generada por las dos medidas anteriores.

Hasta aquí lo logrado por las políticas del macrismo son mayores niveles de inflación, deuda y vulnerabilidad externa, acompañado de pérdida de empleo y retracción de la producción industrial. El retorno al FMI y a las políticas de austeridad, en detrimento del desarrollo del mercado interno y la generación de empleo, solo traerá consigo mayor recesión económica y conflictividad social.

@Kev_Castillo90 y @JustoHernan

* Miembros del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN) – MUECE

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