3 mayo, 2018
«Hablamos de ‘gatillo femicida’ cuando el Estado entrena y protege a los femicidas»
El femicidio de Natalia Melmann en el verano de 2001, en Miramar, ha vuelto al foco de la Justicia. Desde el 28 de mayo, se realizará un segundo juicio contra el cuarto policía implicado (otros tres fueron condenados a perpetua). Esta vez, se suma a la causa la abogada feminista Lisa Cabral quién dialogó con Notas para analizar el proceso que se viene.
El femicidio de Natalia Melmann en el verano de 2001, en Miramar, ha vuelto al foco de la Justicia. Desde el 28 de mayo, se realizará un segundo juicio contra el cuarto policía implicado (otros tres fueron condenados a perpetua). Esta vez, se suma a la causa la abogada feminista Lisa Cabral quién dialogó con Notas para analizar el proceso que se viene.
Ricardo Panadero se sentará en el banquillo de los acusados por la violación y muerte de Natalia hace más de 17 de años. En la primera sentencia el oficial había sido absuelto, sin embargo la Corte Suprema dio curso a una apelación y la causa fue reactivada. El año pasado, a pedido de la fiscal Ana Caro, fue elevada a juicio oral.
– ¿Cómo te interesaste por la causa?
– El caso tuvo resonancia nacional, lo pasaban en los canales de Buenos Aires y había sucedido a 50 km de Mar del Plata, donde nací y vivo. Era adolescente y la investigación me apasionaba. El caso presentaba muchos interrogantes y la corrupción policial era algo que se comentaba como cotidiano por estas ciudades.
Hace algunas semanas, todo eso volvió a mis recuerdos: compañeros abogados me comentaron que este año se llevaría a juicio a Panadero y que querían que aporte desde una mirada técnica-jurídica con perspectiva de género. En concreto, valoraron como positivo que también sea militante y feminista.
– Tantos años después del hecho la familia Melmann se ve obligada a revivirlo, expuesta a cruzarse en las calles de Miramar con los asesinos de Natalia ¿Cómo se explica?
– Este será el segundo juicio. Los Melmann atravesaron dos sobreseimientos y 17 años de espera para enjuiciar a quien aparece desde el principio indicado como coautor pero todavía no se logra cerrar esta etapa.
Son víctimas por la pérdida de un familiar y también por la dilación del sistema policial y judicial. Lo que sucede es que se perpetúa la impunidad, hay un precepto que dice “justicia tardía no es justicia” y acá lo podemos ver y sentir.
Hay infinidad de casos en los cuales las víctimas y sus familiares sufren la ausencia de políticas públicas de ayuda y si bien existen algunas legisladas, no cuentan con un presupuesto adecuado. Hay dos leyes nacionales que garantizan un abogado gratuito para familiares de víctimas de femicidio que aún no se han reglamentado ni se ejecutan.
– Dentro de los feminismos hay diferentes maneras de pensar la justicia para casos de femicidio. ¿Desde dónde te parás para encarar este juicio?
– El objetivo principal de este juicio es sin duda que no haya impunidad. Sin embargo, eso no le devuelve a Natalia la vida ni termina con los femicidios.
Con la visibilización social de estos casos apuntamos a todo lo que el Estado no hace para prevenir y sancionar a los responsables. Buscamos interpelar a la sociedad, desde la cultura que comenzamos a absorber en la escuela y en la televisión, pasando por el mundo del trabajo y las relaciones de noviazgo, la maternidad y el hogar, y puntualmente a la justicia penal. Este es un ámbito que conserva una mirada muy machista y se resiste a los cambios, porque es un lugar de mucho poder y privilegio. Hay una ausencia total de la perspectiva de género.
Desde que una piba desaparece, ya comienza a juzgársela. Qué hacía a esa hora por la calle, cómo se llevaba con sus familiares, si era rebelde, si estaba sola, cómo estaba vestida. Así las preguntas se suceden infinitamente y se manifiesta en las investigaciones que prima facie son catalogadas de“averiguación de paradero” o “fuga del hogar”. Esta mirada machista entorpece la búsqueda de la verdad y justicia.
A la hora de pensar la conformación del Poder Judicial es clave la mirada de género, que sea requisito y se incluya en la formación. No como un casillero a llenar sino como una completa revisión de los procedimientos que hoy se llevan a cabo.
De hecho, se ha vuelto a impulsar la conformación del cuerpo de investigación no militarizado, es decir que no dependa de la policía. Esto debería ser así a causa de la violencia que emana directamente de los fuerzas de seguridad. La conformación de este cuerpo ya estaba prevista desde hace años por la Constitución de la Provincia de Buenos Aires.
La noticia me alegró inocentemente, hasta que consulté la página de la Procuración y vi que no se exige una perspectiva de género, ni se la menciona. En el comité evaluador hay gente muy calificada y seguramente respetable, pero no se ha convocado a ninguna organización feminista ni al Consejo Nacional de las Mujeres y, para rematar, los representantes de las organizaciones convocadas son todos varones.
– ¿Cómo se manifiesta el carácter patriarcal de la justicia en nuestro país?
– Algunos de los ejemplos son los que daba antes de los sesgos machistas en las investigaciones cuando la víctima es una mujer. Lo podemos ver en el caso de Natalia.
Durante cuatro días fue buscada (muchos sabían perfectamente dónde estaba y en qué condiciones) como fugada de su hogar, es decir voluntariamente. En realidad, se la daba por fugada por ser joven, por ser mujer y porque -con toda sinceridad y naturalidad- sus padres relataban que había salido a reconquistar a un novio.
Sobre las pruebas en el juicio, los Melmann han tenido que escuchar y soportar que el perito oficial dudara sobre la violencia sexual porque según él la “chica estaba en una fiesta negra”, no había violación sino sexo consentido entre una adolescente de 15 años y cinco hombres uniformados y armados que la habían dejado semi-inconsciente a causa de un golpe en la cabeza y la ingesta de alcohol.
Necesitamos que el poder judicial se ponga las lentes violetas, porque demostramos y queda claro que si no está presente una perspectiva de género, prima el machismo y la misoginia.
– En relación a los delitos cometidos por la policía ¿Qué significa el concepto de «gatillo femicida»?
– En el caso de Natalia eso fue probado sobradamente en el primer juicio. Natalia fue secuestrada, torturada, abusada sexualmente y estrangulada por, al menos, cinco policías de la Bonaerense, según indican pruebas de ADN y el testimonio de vecinos.
Pasaron 17 años y la familia aún busca la verdad. Esto se debe al silencio y la complicidad de la fuerza que encubrió a los autores materiales e intelectuales. Como dijo alguna vez su papá Gustavo, no se hace justicia con atrapar a los que la mataron, sino desarticulando toda la cadena de encubrimiento y corrupción.
No se puede hablar del delito de femicidio sin relacionar al Estado por acción y omisión, siguiendo a Marcela Lagarde. El femicidio, así a secas, puede ser definido como el accionar violento que da fin a la vida de una mujer por el hecho de ser mujer y lo que sucede es que esa definición esconde la responsabilidad del Estado. Según indican las pocas estadísticas que existen 1 de cada 12 femicidas son o fueron miembros de las fuerzas de seguridad, y desde el 2008, 130 fueron las mujeres muertas por uniformados.
En todos esos casos el Estado entrenó y muchas veces proveyó el arma que sirvió para matar a una mujer. Cuando hablamos de “gatillo femicida” es cuando el Estado entrena, protege y resguarda a los femicidas.
– ¿En qué sentidos creés que el feminismo puede contribuir a que se haga justicia por Natalia?
– Creo que la fuerza del movimiento de mujeres y diversidad radica en gran media en su demostración en la calle, en alzar la voz y ponersela a muchas que ya no están. Sabemos que nadie nos devuelve a Natalia ni a Laura Iglesia ni a Lucía ni a Miriam y otras tantas, pero luchar contra la impunidad es subvertir el orden patriarcal y, así, ir construyendo una justicia no machista.
En el feminismo tenemos que entrar todas, que uno de nuestros objetivos debe ser que el Estado garantice el pleno desarrollo de cada una de nosotras en igualdad de oportunidades, así como que nuestras voces no sean censuradas y que gocemos de la plena decisión sobre nuestros cuerpos. Esto es una pequeña, pero muy importante, parte de la transformación social que el feminismo plantea a nuestro tiempo y la justicia es un campo difícil que sostiene los pilares del patriarcado muy eficientemente pero en donde también daremos batalla.
Julia Rigueiro, desde Mar del Plata – @JuliRigueiro
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