Cultura

27 abril, 2018

Rock y violencia de género: «La necesidad es que todos los varones se sientan interpelados»

Julieta Greco, antropóloga e integrante de Revista Anfibia, reflexionó en comunicación con «Insurgentes» por Radio Sur 88.3 sobre las denuncias por abuso, acoso, violencia de género por parte de los músicos ¿No vamos a poder escuchar ninguna banda más?

Julieta Greco, antropóloga e integrante de Revista Anfibia, reflexionó en comunicación con «Insurgentes» por Radio Sur 88.3 sobre las denuncias por abuso, acoso, violencia de género por parte de los músicos ¿No vamos a poder escuchar ninguna banda más?

– Leímos tu análisis en Revista Anfibia acerca de lo qué pasa con las denuncias que hay a diferentes rockeros por violencia de género. Vos te preguntás: ¿Alcanza con el punitivismo? ¿Habrá más víctimas? ¿Tenemos que desconfiar de todos? ¿O es hora de que los varones renuncien a sus privilegios? Queríamos reflexionar con vos en torno a estas preguntas que hacés en la nota.

– Es una nota que, más que desde mi lugar como antropóloga, está escrita desde mi lugar de fanática de Pez y desde mi lugar de militante feminista. En ese espacio, con este hecho en particular, colisionaron esas dos identificaciones y de alguna manera lo que quise escribir es la sensación de que esto no se limita al mundo del rock y de las idolatrías. Es algo que aparece todo el tiempo para nosotras, la identificación que tuve como respuesta de mis compañeras, amigas, contactos de redes sociales, excedía la cuestión de la idolatría por un músico.

Habían otras compañeras que se sentían identificadas por el lado de tener un amigo y enterarse de que es un abusador. Entonces me parece que ahí está la clave de lo que nos está interpelando: son nuestros compañeros, son los hombres que queremos, esa siempre fue mi gran pregunta…

– Que pasa con ese amor, con esa construcción de años que una hace con un otro y que de repente por una actitud patriarcal, machista, se rompe. ¿Qué hacer con ese amor que igual se construyó durante esos años?

– Claramente no es invalidar ese amor o esa experiencia pero sí mirar para adelante. Esto que en un una parte de la nota en donde digo que es algo muy visto, en el público de Pez por lo menos, esta sensación de «yo creía que ellos eran la excepción». Porque a mí, Pez me cerraba por todos lados. Ese era el sentimiento que yo tenía, me cerraba artísticamente, políticamente, éticamente en un montón de aspectos y de golpe está totalmente fuera de lugar, no me cierra más.

Esto es algo que nos pasa con todos los hombres y evidentemente es algo que tenemos que desarmar nosotras, está claro que esta nota intenta interpelar a los hombres más que a las mujeres. Intenta interpelar a los varones desde su posición e incluso el ruido que a mí me hacía leer varones señalándonos: «Ah, son unos hijos de puta, chau Pez». ¿Y vos qué hacés? ¿Cómo contribuís a esto?

– No alcanza con lo políticamente correcto de acompañar a las compañeras o acompañar esta denuncia. Porque, como varón, también es muy fácil ponerse en el lugar de «sí es un abusador, hay que echarlo, no lo escuchemos más», pero ¿cuál es la reflexión propia?

– Sí, y sobre todo rescatar esto que ya hemos publicado en otras notas y que circula en otros espacios, esta idea de que no son monstruos. No son enfermos, es una consigna básica del feminismo que a veces olvidamos y que los hombres son los que menos claro lo tienen porque son los primeros en decirte: «No, no, no, es un hijo de puta».

Es un tipo que no es realmente consciente de que eso que está haciendo es una violación o un abuso, estoy completamente segura de que los pibes de Pez no creen que lo que hayan hecho sea un abuso o una violación. Y esto es lo que hay que desarmar, esta fantasía de que violación es solamente el desconocido que te agarra en la calle, te penetra y te deja tirada. La realidad es que eso es violar, pero un montón de otras cosas también lo son.

– Un planteo recurrente es el de cómo saber si la denuncia es real, lo cual ya es una desvalorización de la voz de las mujeres, y otro prejuicio el de que si te violaron tenés que denunciarlo en el momento. Pero no es nada fácil reconocerse en ese accionar violento, y el segundo paso, que es decirlo, también genera una exposición de la víctima que es muy difícil.

– Sí, prejuicio y también otra demanda sobre las mujeres digamos, otro momento en donde las responsables somos nosotras, las que tenemos que hablar en el momento. Es cierto, por otro lado, como hice referencia a una nota de Ileana Arduino publicada en Inrockuptibles, que es muy poderosa, incisiva, y que tiene muchísimas preguntas más que afirmaciones, que me parece interesante también para pensar y desconfiar de nuestra actitud punitiva o de esta demanda de haber sacado al baterista de la banda.

No sé si esto resolvía las cosas, no era la solución. El miércoles escuchaba en un programa de radio a un varón que decía: «Que loco va a ser el día en que nos enteremos de estas cosas porque los propios compañeros de banda lo denuncien». O sea que el corrimiento de alguien de una banda no surge por el señalamiento o la denuncia sino porque los propios compañeros dicen «esto no». Ahí es cuando se va a romper el pacto entre machos.

– También citas a Rita Segato, que ella propone que el violador es un disciplinador, un moralizador que se ocupa de aleccionar a una mujer que salio de su lugar esperado. La violación es un crimen de poder y tal vez ahí se genera ese lazo que no permite que entre los varones creer eso que esta sucediendo. El comunicado que publica Pez después de la denuncia es negando el hecho. ¿Qué opinás que deberían haber hecho?

– Esa pregunta no la puedo responder. Mi sensación fue que el comunicado me decepcionó un montón y cuando me pregunté que comunicación de ellos me hubiera dejado tranquila, no pude responder eso.

Tiene que ver con que hay un desgarro de un vínculo con la banda que por más que digan cualquier cosa es para mi irreparable. Cuando escribí la nota, yo trabajo en Anfibia y fui consultada para la publicación de la ilustración y demás, no quería que quedara como un señalamiento a la banda porque me parece hipócrita creer que es esta banda o que son las bandas a las que le saltaron denuncia. En algún lugar son todos, ese es el sentimiento que tengo.

Se que el peligro de decir son todos es quitarle peso a esto que no es mi intensión. La necesidad es que todos los varones se sientan interpelados por esta situación.

– Claro, no es algo que tenga que ver con una banda en particular o con el rock. Todos los hechos de violencia merecen su repudio pero también preguntarnos si alcanza simplemente con este repudio o hay que hacer algo más. Y ese algo más es lo que vos proponés de desarmar los mecanismos de naturalizados de violencia.

– Es muy del lado de ellos me parece. De nuestro lado es tomar conciencia de que están en nuestra cama, son nuestros amigos y no vamos a poder destruir todos nuestros vínculos con varones violentos, con aristas violentas, con momentos en los que pueden cometer abusos. No vamos a poder hacer explotar todo eso ¿Cómo podemos construir vínculos en donde podamos ser consciente de que eso ocurre?

A los que queremos tal vez mostrarles esas cosas, a los que no queremos, sabemos que no es nuestro rol estar enseñándoles a los varones como tiene que ser. De parte de ellos es eso, es que se empiecen a hablar entre ellos, que se empiecen a sentir incómodos, que empiecen a repensar sus actitudes en el pasado, sus actitudes con mujeres, momentos en que cogieron con una piba que no tenía ganas, que forzaron una situación. Que puedan pensar que hay alguna piba que puede estar sintiendo lo que estas pibas están sintiendo cuando se ponen a escribir una denuncia. Algo que para ellos pasó inadvertido para alguien fue una marca. Esa es el camino que imagino.

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas