24 abril, 2018
México: una elección que puede marcar el rumbo de América Latina
El 1 de julio México elegirá al presidente por los próximos seis años. Quien gane se convertirá en el reemplazante de Enrique Peña Nieto (EPN) del Partido Revolucionario Institucional, quien dejará el cargo con una alta imagen negativa como consecuencia, entre otras cosas, de los casos de corrupción que salpicaron su mandato y la aplicación de políticas antipopulares.

El 1 de julio México elegirá al presidente por los próximos seis años. Quien gane se convertirá en el reemplazante de Enrique Peña Nieto (EPN) del Partido Revolucionario Institucional, quien dejará el cargo con una alta imagen negativa como consecuencia, entre otras cosas, de los casos de corrupción que salpicaron su mandato y la aplicación de políticas antipopulares.
Los principales contrincantes para suceder a EPN y acceder al Palacio de Gobierno son Andrés Manuel López Obrador de la coalición Juntos haremos Historia, Ricardo Anaya de Por México al Frente y José Antonio Meade por el oficialismo que se presentará como Todos Por México.
Además, se suman los casos de Margarita Zabala y Jaime Rodríguez Calderón, quienes se presentarán de manera independiente y por fuera de las estructuras partidarias tradicionales. Vale aclarar que en el sistema electoral mexicano no hay instancias de ballotage o segunda vuelta.
Estos comicios tomarán una relevancia clave en el contexto de América Latina, ya que pueden determinar el surgimiento de un gobierno con orientación progresista, si es que López Obrador logra imponerse, o bien profundizar el avance conservador en la región que ya cuenta con varios mandatarios, sobre todo en América del Sur.
Sin embargo, el contexto que atraviesa la sociedad mexicana no es para nada alentador en materia democrática y de derechos humanos. El país está sumido desde hace tiempo en una profunda crisis estructural consecuencia, en parte, de la convivencia y complicidad entre fuerzas de seguridad y carteles de narcotráfico. Según un informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés) con sede en Londres, México es el segundo país más violento del mundo, solo por detrás de Siria. Este último inmerso en una guerra civil desde hace varios años.
En ese sentido la presente campaña electoral no está exenta del contexto de violencia generalizada como lo demuestra el asesinato de Juan Carlos Andrade Mañana, representante de Movimiento Ciudadano y aspirante a la alcaldía del Estado de Jalisco. De acuerdo al documento “Informe Violencia Política 2018” elaborado por la consultora Etellekt se han registrado un total de 78 políticos muertos en hechos violentos en lo que va del actual proceso electoral.
A esta cifra, hay que agregarle 40 periodistas y trabajadores de prensa que fueron asesinados en lo que va del mandato de Peña Nieto, según información del diario El País de España.
No obstante, probablemente el caso que más relevancia ha tenido es la desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en 2014, cuyo crimen de lesa humanidad continúa impune.
López Obrador: ¿la tercera será la vencida?
En este marco de violencia sistémica y creciente deslegitimación de la dirigencia política, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se erige como favorito en la carrera presidencial. Según las últimas encuestas cuenta con un 43,4% de intención de voto, seguido por Anaya con 27,7% y Meade con 22,2%.
Entre las principales propuestas de AMLO de cara a un eventual gobierno suyo están la educación gratuita en todos los niveles; darles prioridad a los pueblos indígenas (que conforman casi el 10% de la población) mediante el fomento de la actividad agropecuaria, pesquera y forestal; reducir la deuda pública para fortalecer el mercado interno, poniendo al Estado al servicio de los más pobres y vulnerables de la sociedad.
Está será además su tercera candidatura presidencial. La primera fue en las elecciones del 2006, año en que perdió contra Felipe Calderón Hinojosa por un estrecho margen (0,58%) en una votación que estuvo plagada de denuncias de fraude y manipulación de campaña; mientras que la segunda oportunidad tuvo lugar en 2012, cuando cayó derrotado frente al actual presidente.
Factor Trump
Una variante no menor a la hora de analizar las elecciones mexicanas es la incidencia que pueda tener en el voto la política migratoria implementada por Donald Trump. Desde su campaña presidencial que lo catapultó a la Casa Blanca, el magnate neoyorquino ha enarbolado una retórica xenófoba y racista por la que acusa a los mexicanos de “criminales”, “violadores” y los responsabiliza de quitarles trabajo a los estadounidenses.
En este sentido, la propuesta que mayor polémica generó fue la de construir un muro completo en la frontera entre EE.UU. y México para controlar la inmigración de personas provenientes del sur del Río Bravo.
No obstante, esta política no es nueva. Existe actualmente una valla que recorre cerca de mil kilómetros fronterizos y que fue construyéndose por los sucesivos gobiernos estadounidenses desde 1994. Por otra parte, el predecesor de Trump en la presidencia, Barack Obama, deportó durante su mandato un promedio de 3,4 millones de latinos, según el Instituto de Investigación y Práctica Social y Cultural.
Ante este complejo escenario, algunos analistas políticos consideran que es la oportunidad ideal para que el país azteca deje su lugar histórico como socio subordinado a Washington y se integre en una visión más cercana a la unidad latinoamericana. El sociólogo y docente de la Universidad Autónoma de México (UNAM), John Ackerman, afirmó al respecto a Notas: “Es una buena oportunidad para mirar hacia adentro y hacia el sur”.
Leonardo Casciero – @leocasciero
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