Europa

5 marzo, 2018

Italia: ganan los 5 Estrellas, crece la derecha y pierde el progresismo

Por Federico Larsen. En las elecciones italianas de este domingo, el partido fundado por el cómico Beppe Grillo se confirmó en el primer lugar. La derecha de Berlusconi volvió a tener buenos resultados, mientras que la izquierda y especialmente el oficialista Partido Democrático sufrieron una pesada derrota.

Por Federico Larsen. Las elecciones ofrecieron un nuevo panorama en la política italiana que preocupa en Europa. Aunque al cierre de esta nota aún no se habían difundido los resultados definitivos, es posible afirmar que el euroescéptico y anti-sistema Movimiento 5 Estrellas se consagró como primer partido del país con un 32% de los votos, que la coalición de centro-derecha entre el partido de Berlusconi, Forza Italia, la xenófoba Liga y los post-fascistas de Fratelli d’Italia se confirmaron como la alianza más votada -alrededor del 36%-, y que el centro-izquierda del Partido Democrático entró en una profundísima crisis al no llegar al 20%.

La composición del parlamento será la que aclarará el panorama en los próximos días. En Italia, los ciudadanos sólo votan directamente a los 630 diputados y los 315 senadores. Serán estos que, en base a la cantidad de escaños logrados, definirán la composición del Ejecutivo. A esto se le suman las complicaciones por el nuevo sistema electoral, que combina colegios uninominales a sistema mayoritario con un sistema proporcional a nivel nacional.

La Constitución italiana prevé que, una vez confirmados los datos oficiales, el presidente de la república, Sergio Mattarella, deba encargar a uno de los líderes de las fuerzas que se presentaron a las elecciones formar un nuevo gobierno. Es uno de los momentos de mayor protagonismo del presidente que, recordemos, no participa de ninguno de los poderes del Estado, sino que se erige a garante de las instituciones y la Constitución.

Mattarella, durante estos días, llamará a todos los líderes políticos a consulta, para sondear quién de ellos tiene mayores posibilidad de formar un gobierno estable. El criterio para la elección del primer ministro es, en realidad, exclusivamente del presidente. Es decir que no debe dar el encargo necesariamente al líder de la formación que llegó primera, sino a aquél que, según él entiende, puede garantizar la estabilidad del país. Sin embargo, el elegido debe luego someterse al voto del parlamento y lograr la mayoría absoluta. Los resultados de ayer sólo permiten inferir algunos escenarios posibles.

El primer partido, el M5E, aclaró que no va a hacer ninguna alianza com otros partidos, a menos que no adhieran por completo a su programa electoral. Esto le quitaría a Luigi Di Maio, líder del partido, toda posibilidad de asumir el cargo, aunque lo más probable es que Mattarella lo tenga en cuenta como primera opción. El M5E sólo podría gobernar en solitario con el apoyo externo de otros partidos, aunque ninguno parece dispuesto a hacerlo.

Sin embargo, existe un gran temor entre los liberales italianos y europeos, de un posible acuerdo entre los partidos antisistema (M5E, Lega y Fratelli d’Italia) que juntos sumaron más del 50% de los votos -dato que habla a las claras del rechazo generalizado a los partidos tradicionales-. Es un escenario poco probable aunque no imposible. Los dirigentes de la derecha xenófoba y post-fascista deberían sin embargo negociar algunos de los puntos de su programa, renunciar a su protagonismo y aceptar su rol subordinado al M5E, cosa que, a priori, no estarían dispuestos a hacer.

Una segunda posibilidad podría ser la de un gobierno de centro-derecha. La coalición entre Forza Italia, Lega y Fratelli d’Italia, formada antes de los comicios, necesitaría sumar legisladores u obtener el apoyo externo de unos setenta diputados. El problema es que tampoco habría legisladores dispuestos a secundar esta opción. El otro grande interrogativo es quién podría liderar este Ejecutivo. Según los datos que se dieron a conocer hasta el cierre de este artículo, la formación xenófoba La Liga le ganaba a Forza Italia de Berlusconi la disputa interna por la dirección de la alianza y, como acordado en la previa, Matteo Salvini, muy mal visto en Europa por sus posiciones racistas, sería el encargado de formar el gobierno de centro-derecha si así lo decidiera Mattarella.

El paupérrimo resultado del Partido Democrático -un misero 19%- hecha por tierra la posibilidad más ansiada en Berlín, París y Bruselas, la de un acuerdo entre los partidos liberales, Forza Italia de Berlusconi y el PD de Renzi. Este último es el líder más criticado tras los comicios del domingo. Se trata del peor resultado del partido desde su fundación, y su rol como secretario general pende de un hilo.

La última posibilidad sería el bloqueo institucional. Una negociación que dure meses, sin mayorías en el parlamento ni acuerdos, llevaría a la continuidad del actual primer ministro Gentiloni, aunque con las manos atadas para las reformas, hasta que el presidente Mattarella decida disolver el Parlamento y llamar a nuevas elecciones.Uno de los representantes internacionales del poder financiero, el Citigroup, dio a conocer un documento en el cual sostiene que esta sería la mejor opción para los mercados. Porque evitaría la llegada al poder de movimientos definidos como populistas, o uno demasiado débil como para aprobar las reformas que el sector requiere. Y daría tiempo para reforzar los sectores moderados de cara a una nueva campaña electoral.

De todas maneras cualquier hipótesis sobre el futuro del gobierno italiano sería apresurada. La política del país se basa sobre la negociación entre partidos y dirigentes. Lo que para algunos es el pilar de la democracia republicana, que obliga al entendimiento y moderación entre ideas distintas para juntar fuerzas y gobernar, para otros es el apoteosis de lobbistas y cabilderos que concluye en gobiernos totalmente diferentes de lo que fue el voto popular. Este segundo grupo, vistos los resultados de ayer, parece haber ganado por amplio margen en las últimas elecciones.

Las próximas semanas dirán si se ensuciarán las manos para llegar al gobierno, o dejarán que lo hagan los mismos de siempre. Ambas opciones tienen un alto grado de peligro para los 3,3 millones de trabajadores en negro, los centenares de miles de inmigrantes, los 2,9 millones de desocupados, los precarizados y los sectores populares en general, que sin embargo siguen votando a la derecha y 5 estrellas.

@larsenfede

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