América Latina

2 marzo, 2018

Venezuela alarga la carrera electoral

Por Julián Aguirre, desde Caracas. El gobierno venezolano anunció un nuevo acuerdo político que contempla el pedido de garantías por parte de la oposición. Las elecciones presidenciales fueron postergadas para mayo y serán acompañadas de comicios legislativos locales. En el terreno interno y externo un bloque y otro maniobran para superarse constantemente. Fase de definición.

Por Julián Aguirre, desde Caracas. El gobierno venezolano anunció la llegada de un nuevo acuerdo político que contempla el pedido de garantías por parte de la oposición. Las elecciones presidenciales fueron postergadas para mayo y serán acompañadas de comicios legislativos locales. En el terreno interno y externo un bloque y otro maniobran para superarse constantemente. La revolución bolivariana y la crisis impuesta sobre ella entran en su fase de definición.

El telón no termina de correrse. Después de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunciara una prorroga a la inscripción de candidaturas, el jueves 1ro de marzo el gobierno y las autoridades del poder electoral afirmaron que un acuerdo había sido alcanzado para definir nuevos mecanismos de funcionamiento y garantías de transparencia en la próxima elección presidencial. Más importante aún, la fecha de la votación fue postergada para el 20 de mayo.

Ésta y otras medidas están en línea con las demandas que la oposición llevó a la mesa de diálogo en República Dominicana, pese a que esta última había terminado abruptamente sin resultado aparente. Como lo más destacable está la propuesta de conformar un órgano observador del proceso que será presidido por la ONU. Igualmente se reorganizará la ubicación de los centros electorales y se reabrirá el proceso de inscripción de votantes dentro y fuera del país. El acuerdo fue ratificado por los partidos que ya habían presentado sus candidaturas, incluyendo a la opositora Avanzada Progresista de Henri Falcón.

Pero tan pronto como fue anunciado, una parte de la oposición declaró su rechazo por considerarlo una “imposición”, insistiendo con su reclamo de mayores concesiones, como la reorganización del CNE y la elección de nuevas autoridades para este poder. La batalla entre “participacionistas” y “abstencionistas”  dentro de la oposición está a flor de piel, expresión de la crisis profunda en la que se encuentra sumida la MUD.

Si los partidos no fueran a cambiar su curso, el rumbo del proceso se definirá sobre la combinación de una serie de factores a seguir de cerca:

  • el movimiento de los actores internacionales, siendo que EEUU y sus aliados se encuentran empeñados en obstruir a como dé lugar el mismo proceso electoral y proseguir con el aislamiento diplomático del chavismo. Hay una carrera en curso por ver quién lograr fracturar el marco de alianzas del otro y Washington ya ha dado a entender que no aceptará el resultado de la votación mientras prepara una nueva batería de presiones;
  • la intensidad que asuma la crisis/guerra económica y como esto dará forma a las expectativas y orientaciones de la población, así como la capacidad que demuestre el gobierno para desplegar iniciativas que en lo inmediato contengan sus efectos nocivos sobre el tejido social del país; ya se han sucedido repetidos actos de sabotaje contra los servicios públicos ¿veremos nuevas acciones de violencia en las calles?
  • la abstención y el voto “emigrado”, un componente de peso totalmente nuevo respecto de elecciones anteriores. La primera marcará la legitimidad de origen con la que cuente el próximo gobernante. Sin duda, los sectores de la oposición que se vuelquen por el boicot querrán presentar a este “no-voto” como fuerza propia, pero la apatía y la desmovilización pueden señalar un descontento general con las opciones políticas existentes más allá de identidades partidarias.

A las urnas

Hasta el momento, seis candidatos se han presentado oficialmente, aunque con el nuevo calendario electoral habrá posibilidades de que ese número cambie y aparezcan caras nuevas. Por el momento, no hay mujeres presentes en la disputa y el promedio de edad de los candidatos supera los 50 años.

El grueso del chavismo -nucleado alrededor del PSUV y los partidos pertenecientes a la coalición del Gran Polo Patriótico- apostará a la defender la continuidad política del proceso bolivariano por medio de la reelección de Nicolás Maduro.

Para ello, tendrá por principal competidor de la oposición a Henri Falcón, líder de Avanzada Progresista. Gobernador de Lara entre 2008 y 2017, y antes alcalde de su capital, Falcón es un ex militar que acompañó al chavismo desde su llegada al poder en 1999. Pero en 2010 rompió relaciones con Chávez pasándose para el bando opositor; siempre manteniendo una postura moderada con la que aspira a reunir el apoyo de aquellos sectores que pueden no verse reflejados por los lados opuestos de la polarización.

Sin embargo, este mismo “punto medio” ha mostrado sus límites, y en las elecciones regionales del año pasado Falcón fue derrotado en su propio bastión. Su postulación ha sido fuertemente criticada por otros sectores opositores, quienes lo han acusado de legitimar así las acciones del gobierno y le han impedido usar la tarjeta de la MUD. Falcón también deberá lidiar con el desencanto que reina sobre buena parte de la base social opositora, que bien podría abstenerse de votar.

Otra figura es el empresario y pastor evangélico Javier Bertucci, quien se ha presentado como independiente. Siguiendo el modelo de otros predicadores que entraron a la política, Bertucci cuenta con una fuerte llegada a los medios de comunicación y dirige una importante fundación, El Evangelio Cambia, reconocida por su extenso trabajo social entre los sectores más humildes. En una sociedad de por sí apegada a la religión y las tradiciones, la situación vivida en los últimos años pudo haber reforzado el acercamiento de muchas personas a la fe como forma de contención. Sin embargo, también se ha estado involucrado en escándalos de corrupción tras haber sido expuesto en la filtración de los Panamá Papers.

Después están opciones que buscan representar al chavismo “disidente”. Reinaldo Quijada, al frente de UPP 89, Francisco Visconti y el Frente Amplio Nacional Bolivariano; y el pastor Luis Alejandro Ratti, quien se ha presentado como independiente. Con sus diferencias, todos afirman representar una rectificación de la Revolución ante las “desviaciones” y errores del gobierno de Maduro y el PSUV.

Pese a que afuera se lo retrata como un movimiento homogéneo, pasivo, limitado a celebrar los gestos del gobierno, el chavismo abunda en debates y tensiones. Y en especial la crisis política y económica de estos años ha alimentado la aparición de posturas que han buscado diferenciarse del oficialismo pero reclamando a la vez para sí el legado del Comandante. Cuántos votos arrastren estas opciones serán un dato interesante a tener en cuenta, pero por el momento la experiencia de los años pasados muestra que la estructura política armada por Chávez continúa siendo el intérprete privilegiado elegido por gran parte de la base social chavista.

La función no ha terminado

En el terreno interno y externo, un bloque y otro maniobran simultáneamente para superarse en una batalla que se definirá en las urnas y en las calles. La apuesta del chavismo es doble: encauzar la crisis política por vías institucionales y legales, en este caso las elecciones.

En segundo lugar, ganar la votación y mantener la continuidad del proceso de la Revolución Bolivariana al frente del gobierno, dar con una resolución a la crisis y sanar los efectos nocivos que esta  ha generado sobre el tejido social del país. Nada está garantizado, y sus contrincantes se muestran determinados a descarrilar estos esfuerzos.

Un factor central que se debe tener en cuenta para intentar comprender la siempre cambiante coyuntura venezolana -y no desfallecer en el intento- es la incertidumbre. Si un país, aún mirándolo de cerca, se ha demostrado impredecible en sus giros de guión es Venezuela. Pero la incertidumbre no debe ser entendida únicamente como la falta de certezas; es una carta más a disposición de los bloques políticos en disputa por el rumbo del país.

@julianlomje

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