1 marzo, 2018
El hit del verano: las canchas andan diciendo
Por Sebastián Tafuro. MMLPQTP se convirtió en un grito de descarga. Una especie de himno popular frente a una situación social y económica sino explosiva, por lo menos preocupante para la gran mayoría de quienes son habitués de las canchas.

Por Sebastián Tafuro. La cronología ya la sabemos: el domingo 4 de febrero ante algunos fallos arbitrales que lo perjudicaron en su partido contra Boca, la hinchada de San Lorenzo se despachó contundentemente contra el presidente de la Nación Mauricio Macri, tal como lo había hecho en 2011 -en un antecedente poco señalado en estos días- cuando el otrora jefe de Gobierno afirmó que el Ciclón no tenía posibilidades de volver a Boedo. Aquel cántico no tenía escrúpulos, como suele ocurrir con las canciones de cancha, donde incluso se va más hondo y aparece el matar a otro, por dar un ejemplo.
“Mauricio Macri, la puta que te parió” -repetido infinidad de veces con un in crescendo de la intensidad con que se lo entona- tenía un destinatario concreto, con uno de los insultos favoritos en nuestro país y aparecía originalmente vinculado a la relación que existe entre Macri y Boca. Ya mucho se venía hablando de los arbitrajes, la “AFA bostera” y la “guardia alta” -la frase que instaló Marcelo Gallardo- y ese arbitraje de Trucco caló hondo en la parcialidad del conjunto azulgrana, en ese entonces escolta de Boca a seis puntos. Y desde esa bronca, estalló.
Lo que vendría después era difícil de imaginar en ese momento. Como un efecto dominó, el cántico se derramó hasta el Monumental la semana siguiente -aunque con menor porcentaje de adhesión en las tribunas- y luego en diferentes estadios y eventos. Los motivos parecieron ampliarse: a los fallos arbitrales -tuvieran una conexión con Boca o no-, se le sumó un corte de luz en la cancha de Huracán o la simple necesidad de cantarlo, cualquiera fuera el contexto. Porque está claro que se convirtió en un grito de descarga. Una especie de himno popular frente a una situación social y económica sino explosiva, por lo menos preocupante para la gran mayoría de quienes son habitués de las canchas. Además, valga la humorada, de lo pegadizo que es, que se vuelve imposible no cantarlo en la ducha o mientras uno camina por la calle.
En el macrismo hay estado de preocupación y hace unos días apareció la insólita apreciación del titular del Sindicato de Árbitros (SADRA) Guillermo Marconi que planteó evaluar si esos cánticos se encuadran en un acto de discriminación y, de ser así, proceder a suspender los partidos en los que ello sucediera. Es como querer tapar el sol con las manos.
La realidad está ahí: en ese espacio de reglas propias y donde solemos dejar nuestras individualidades para fundirnos en una masa compacta y homogénea de aliento, puteadas, abrazos, júbilo y hasta tristeza, la expresión popular quedó clara. Podrán prohibir bombos y banderas, las transmisiones bajarán el volumen cuando surja el hit veraniego, seguirá sin concurrir el público visitante pero las voces no podrán callarse. Quizás se atenúen, pero nada indica -si uno se guía por las políticas gubernamentales- que el malestar general disminuya.
El fútbol fue indudablemente la plataforma de acceso al poder, primero en la Ciudad y luego en la Nación, para Mauricio Macri. La relación entre el deporte más popular y la política viene de antaño en nuestro país y en el mundo, pero encuentra en Macri uno de los casos de mayor simbiosis. Que desde ese lugar se esté expresando un repudio a su figura, independientemente de la mayor o menor convicción de quienes entonan el hit, impacta doblemente en un gobierno que está atravesando un momento complejo en cuanto a su imagen y sus resultados. El amague prohibitivo de Marconi alimentó aún más repudio y una cantidad infinita de parodias que llegó a su climax con el hashtag #ApprovedSongs y en múltiples videos de circulación viral en Whatsapp u otros universos comunicacionales.
El 24 de octubre de 1981 Chicago recibía en Mataderos a Defensores de Belgrano. En el medio de un partido sin gran trascendencia, la hinchada local comenzó a entonar los primeros versos de la Marcha Peronista. Arrancó con timidez y luego se extendió por todas las tribunas hasta volverse un grito uniforme. Y por sobre todas las cosas, un grito de rebeldía, un desafío al poder establecido, a la censura que todavía imperaba.
En ese entonces, la dictadura militar atravesaba su quinto año y empezaban a notarse cada vez más sus fisuras. Sin embargo, semejante expresión no podía ser tolerada y se produjo una violenta represión que arrojaría, según números algo desinflados, 49 detenidos. El dato de “color” de ese hecho terminó siendo que, dado que los móviles policiales no alcanzaban para albergar a esa cantidad, muchos fueron trasladados al trote hasta la comisaría más cercana, la 42.
Pero lo más trascendental de ese hecho es su significado hoy en día: en ese territorio anárquico e inasible que es un estadio de fútbol todo puede pasar.
No hay poder que pueda controlarlo del todo, aún apelando a la represión más descarnada. Porque incluso luego de aquellas detenciones, en los partidos que Chicago jugaba de visitante, sus hinchas pasaban en micro por la puerta de la comisaría y amagaban cantar otra vez la marcha pero decidían arremeter con el clásico “Arroz con leche”, en un gesto sobrador e irónico a quienes jugaban para los verdugos.
No podemos ser terminantes sobre cómo continuará este capítulo. Quizás como todo hit veraniego quede en dicha estación o quizás se instale en el imaginario popular durante mucho más tiempo, volviéndose aún más incontrolable de lo que es en la actualidad para el elenco gubernamental. Lo cierto es que MMLPQTP suena fuerte y es un mensaje de una potencia al menos inesperada (como buena parte de lo que ocurre en nuestro país, líder absoluto en la dinámica de lo impensado). Quien quiera oír, que oiga.
@tafurel
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