Batalla de Ideas

26 febrero, 2018

Aborto legal: un debate con todas las voces

Por Diana Broggi y Constanza San Pedro. Estamos debatiendo la legalización del aborto en la Argentina. En tanto debate candente, ilumina y genera fuegos cruzados, no podemos esperar otra cosa. Como feministas estamos con múltiples tareas, muchos frentes abiertos pero fundamentalmente queremos aportar, porque queremos ganar esta lucha y que el aborto sea legal en la Argentina.

Por Diana Broggi* y Constanza San Pedro**. Estamos debatiendo la legalización del aborto en la Argentina. En tanto debate candente, ilumina y genera fuegos cruzados, no podemos esperar otra cosa. Como feministas estamos con múltiples tareas, muchos frentes abiertos pero fundamentalmente queremos aportar, porque queremos ganar esta lucha y que el aborto sea legal en la Argentina.

El debate en torno a la legalización del aborto no es una simple puesta en escena de argumentos individuales sobre quiénes están a favor y quiénes en contra. Eso servirá para que cada quien elija si desea abortar o no. Es un debate que trasciende las individualidades, es un debate sobre la salud pública, sobre la responsabilidad que tiene el Estado de garantizar un acceso igualitario a un derecho que es cercenado en nuestro país. Un derecho negado y relegado, porque se nos impone a las mujeres y personas gestantes la maternidad obligatoria.

La realidad muestra que las mujeres abortamos, sea legal o no. El aborto inseguro es la primera causa de muerte materna, 500 mil mujeres abortan en Argentina por año, más de 50 mil son hospitalizadas por abortos inseguros.

Las mujeres abortamos. y las mujeres acompañamos e intentamos que ese aborto sea en condiciones seguras. Tenemos consejerías, tejemos redes con profesionales del sistema público, presentamos proyectos en el congreso. Nuestra disputa trasciende las anécdotas particulares y los posicionamientos individuales.

Nosotras queremos que cada una pueda decidir. Y que el resto, nuestros compañeros, no digan qué opinan sobre lo que nosotras hacemos. Si exigimos que no opinen sobre cómo nos vestimos, sobre los trabajos que elegimos, sobre lo que hacemos con nuestros cuerpos, sobre nuestros deseos, les exigimos que no opinen sobre si queremos maternar o no. Que no nos digan si están de acuerdo o no, si les parece bien o mal. Que nos escuchen y nos acompañen en nuestras decisiones.

Hablar tiene costos

El registro del discurso y la palabra en las redes sociales es una modalidad común en nuestra época y genera posibilidades de expresión que se amplifican y eso efectivamente contribuye al debate. Todas y todos podemos decir lo que pensamos en las redes sociales, en una nota, o cuando se nos pregunta. Perfecto. El problema es que muchas veces esas opiniones, se ubican en diferentes planos que entorpecen el diálogo. Lo que se dice o lo que no, lo que nos sentimos habilitados/as para decir. Si todas y todos podemos hablar libremente de todo, y queda en el plano de la generalidad, parece que no existieran costos o nos acostumbramos a que es así.

Hoy escuchamos distintas voces, entre ellas de varones, que se posicionan en contra del aborto, desde lugares de referencia y con opiniones polémicas en muchos planos. Lo primero a decir es que las voces de los varones en este debate tienen que calibrarse o abstenerse, demorarse. No se trata de “cualificar” opiniones pero ellos tienen que escuchar. Las mujeres ponemos el cuerpo, nos exponemos a situaciones inseguras, nos acompañamos, decidimos abortar. Somos además las que asumimos las tareas de cuidado de nuestras casas y con nuestros hijos e hijas.

Después de muchos años de invisibilización y silencio, hoy estamos pudiendo debatir, irrumpiendo con más fuerza que nunca en la escena pública. Bienvenido el debate de toda la sociedad. Pero nuestro lugar sigue siendo central y una buena tarea para el varón hoy es abstenerse de opinar de todo el tiempo.

Tampoco creemos que se se trata de quién se posiciona y cómo individualmente, esto aporta a caer en la práctica tribunera de quiénes están a favor y quiénes están en contra. Abrir el debate supone escuchar activamente sin caer en la lógica del carpetazo o el mansplaining de los muchachos que se posicionan arrogándose certezas.

Las feministas no hablamos así, no solo porque no hablamos por otras/otres ni imponemos nada, sino porque entendemos cuál es nuestro rol, las herramientas que tenemos que aportar y los caminos que hay que abrir para que se elijan libertades.

Nuestras contradicciones

Quienes construimos en barrios populares y con mujeres de distintos sectores sociales sabemos que efectivamente este tema es polémico, y nos genera contradicciones. Por supuesto que no todas estamos a favor del aborto. Años de opresión y de un discurso centrado en la maternidad obligatoria y en una falaz “defensa de la vida”, más la penalización generan objetivamente contradicciones y miedo en muchas mujeres, porque se trata de ideologías dominantes que calan en lo profundo de nuestro ser.

No podemos ni queremos negar eso, escuchamos y como feministas construimos procesos para que cada persona pueda tener herramientas para pensar desde sí misma, sin condicionamientos patriarcales.

Porque hoy las que abortan lo hacen a escondidas, en condiciones que ponen en riesgo sus vidas. Hoy las mujeres más pobres, las excluidas, son las que se exponen a esa situación.

El reclamo por la legalización supone entender que abortar en condiciones seguras tiene que ser una posibilidad para todas las mujeres que así lo desean. Es saber que no habrá lugar para injusticias como las de Belén en Tucumán o las cientos de mujeres estigmatizadas y perseguidas por abortar. Porque cuando esa posibilidad se convierte en un derecho, podrá cada una decidir si desea continuar con un embarazo o no.

Nosotras creemos que la maternidad no es destino, que nuestros cuerpos y nuestras vidas son nuestras. Que ninguna mujer más tiene que abortar en condiciones inseguras, y que nadie más nos tiene que decir qué tenemos que hacer y cómo.

Nosotras creemos que la mujer es quien decide, la sociedad debe respetar, el Estado garantizar y la iglesia no intervenir. Para esto necesitamos que sea legal, pero también que sea legítimo y esto es en plano de la batalla cultural, del quiebre con la ideología dominante que muchas veces, más que cualquier ley, establece lo que está bien y lo que no en nuestras vidas.

Lo que realmente importa

Como antes decíamos, no se trata de tribunas. Por eso hablar desde la individualidad abona a esa lógica de “tiro lo que pienso en redes” con cierta cuota de irresponsabilidad que nunca se mide. No dejamos pasar, y tomamos nota de cuánto nos retrasa en las temporalidades que manejamos.

No queremos eso, queremos construir un debate abierto donde podamos problematizar las condiciones reales en las que lo estamos dando, porque el reclamo de la legalización supone también, como disputa de la salud pública la plena implementación de la educación sexual integral, y el acceso real a métodos anticonceptivos en cada uno de los centros de salud de nuestro país.

Como parte de una lucha histórica en nuestro país, no es un dato menor que hoy sea un gobierno neoliberal quien intenta posicionarse con un perfil progresista habilitando el debate. En el marco de la cuarta ola feminista nuestra tarea también es visibilizar esto y no perder la claridad para que nuestras intervenciones, aun frente a quienes no acordamos y consideramos parte del campo popular, no nos clausuren puentes con otras mujeres.

Lo que realmente importa es que ganemos la legalización del aborto en la Argentina. Que sea legal y que sea legítimo abortar.

*Lic. en Psicología – @DianaBroggi1
**Militante territorial 

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