América Latina

21 febrero, 2018

Aborto legal en Uruguay: lucha, conquista y desafíos

La senadora uruguaya Constanza Moreira, integrante del Frente Amplio y promotora de la legislación, detalló a FM La Patriada cómo fue el proceso que llevó a la aprobación de la ley y cuáles son las trabas con las que aún combaten para su efectiva aplicación en todo el país.

En 2012, Uruguay conquistó una ley que despenaliza el aborto y se convirtió en uno de los tres países en América Latina (junto con Cuba y Guyana) que permite la interrupción del embarazo por la simple voluntad de la mujer. La senadora uruguaya Constanza Moreira, integrante del Frente Amplio y promotora de la legislación, detalló a FM La Patriada cómo fue el proceso que llevó a la aprobación de la ley y cuáles son las trabas con las que aún combaten para su efectiva aplicación en todo el país.

Largo camino

“Desde la transición democrática hasta que lo logramos se presentaron ocho proyectos de ley”, relató Moreira, y recordó que en 2008, de hecho, el entonces presidente Tabaré Vázquez había vetado una legislación similar. “Lo primero que hizo Uruguay, antes de aprobar el proyecto de ley fue instalar a través de una ley de salud sexual y reproductiva”, contó.

Veto mediante, la ley de salud sexual y reproductiva quedó vigente salvo el apartado sobre aborto, entonces a partir de ahí, “el Estado le prestaba asistencia a las mujeres antes y después”. “Lo único que no podían hacer los médicos era decir dónde se compraba el misoprostol”.

“Recordemos que Uruguay es muy laico. Los grupos “pro-vida” aparecían a veces pero eran una cosa nueva”, mencionó, para diferenciar de la situación argentina.

“Después lo que intentamos, que es lo que se busca en Colombia, fue la especificación de las causales. Nosotras teníamos tres causales que venían de la ley de 1938 que eran violación, malformación del feto y penuria económica. Entonces a partir de la tipificación de esas causales se podía ir avanzando”, indicó.

Una lucha en múltiples ámbitos

Al momento de redactar la ley, pusieron especial énfasis en la descriminalización. “Y además nos apoyamos mucho en encuestadoras amigas con las que trabajamos juntas. Si preguntás a la gente si están a favor de que se despenalice el aborto quizás dicen que no. Pero si preguntás si están a favor de que una mujer que intenta un aborto después de tener cuatro hijos vaya a prisión, la gente va a decir que no. Así fuimos conquistando a la gente”, contó.

La senadora destacó “la conquista de la opinión pública, el trabajo con la policía para que no vaya persiguiendo mujeres que abortan y el trabajo con los jueces” como factores “clave”. “Evitar que la criminalización se haga efectiva es muy importante”, sostuvo.

“Yo creo que la inmensa mayoría de los hombres y mujeres  educados, salvo que sean muy ‘comesantos’, como decimos nosotros, están a favor. Es una práctica muy común, no hay que ser hipócritas”, comentó sobre la relevancia del trabajo hacia la opinión pública.

En ese sentido, destacó que en Uruguay lo que más funcionó fueron “los argumentos sanitarios”. “Es un país muy sanitarista. Esos siempre están a la hora del día. Decir la cantidad de embarazos adolescentes que existen, por ejemplo”, planteó.

Aunque sostuvo que para ella y para el feminismo siempre es importante hablar de que la mujer tiene que tener derecho a decidir sobre su cuerpo, “la sociedad no necesariamente es feminista y lo sanitario sensibiliza más”. “La sociedad tiene que saber que una mujer que no quiere llevar adelante un embarazo no lo va a hacer, es simple”, añadió.

Por otro lado, sumó que la oposición principal al derecho al aborto siempre viene de la religión, “no hay otra variable importante. Puede haber machismo, conservadurismo, pero es la religión, la católica y otras”.

Desafíos actuales

Para la senadora, luego de la despenalización, urge que el servicio “sea brindado en tiempo y forma en el sistema público y privado de salud” y que allí es donde tienen “fracasos parciales”.

“No logramos que el servicio esté 100% en tiempo y forma para todas las mujeres, sobre todo por la objeción de conciencia”, que reconoció como un error haberlo incluido en la ley. “Hay departamentos del país como Salto, que son muy católicos, donde la objeción de conciencia alcanzó el 100%. Las mujeres de Salto se tienen que trasladar”, ejemplificó.

Además, planteó como un déficit no haber hecho campañas “para instalar que todas las mujeres tienen ese derecho en el sistema de salud”. “Hay que trabajar mucho con los médicos y el personal de salud sobre que sus propias ideas no pueden anteponerse a la voluntad del paciente”.

En tercer lugar, han tenido muchos problemas con la Justicia. “Es importante que el único requisito sea la voluntad de la mujer. Nada de causales ni nada”.

Respecto a los cambios que generó en la vida de las mujeres la despenalización, afirmó que “la mortalidad materna disminuyó bastante después de aprobada la ley. El aborto tiene un impacto sanitario muy importante”. “Decir que si se legaliza las mujeres van a abortar en masa es menospreciar a las mujeres. Las mujeres no quieren abortar, es una intervención sobre su cuerpo, sea pequeña o más importante. Es un disparate”, agregó también.

“En Argentina no sabemos en este momento los números sobre aborto porque es una práctica criminalizada, entonces decir que van a aumentar después es un disparate estadístico”, aseguró.

Sumó, en ese sentido, que los mejores indicadores de salud que hoy existen los tiene Cuba “que tiene el aborto permitido hace 1500 años”. “La mortalidad materna baja después de la legalización del aborto inducido, sin duda alguna”, remarcó.

Para resumir la situación actual en Uruguay, sostuvo que “después de dar la batalla política y lograr la despenalización, viene la lucha contra el sistema de salud y contra la Justicia. Es otra gran lucha”.

Educación Sexual para decidir

Por último, la senadora feminista remarcó la centralidad de la educación sexual y lo deseable que sería que existan más y mejores “tecnologías anticonceptivas para varones, para que no tengamos que ser las mujeres las que tenemos que estar controlando la fecundidad todo el tiempo”.

“La educación sexual fue en Uruguay una lucha tan grande como la del aborto. Pusimos el programa de Educación Sexual en las escuelas pero ahí toda la derecha sexual reaccionó. Todavía hay resistencias a hablar de homosexualidad, que está en las guías”, afirmó. Y concluyó: “Lo ven como un tema de la izquierda y la derecha no termina de ver que si no hay educación sexual los problemas se van a agravar”.

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