14 febrero, 2018
The Square: el arte y la vida
Aristóteles decía que el objetivo del arte no es representar la apariencia externa de las cosas sino su significado interior. The Square (2017) invierte ese enunciado de manera dramática. La crítica brutal de esta comedia dramática al mundo de los museos, curadurías y artistas de vanguardia contemporáneos resulta de una mirada intensa que deja lugar a la reflexión del espectador.

Aristóteles decía que el objetivo del arte no es representar la apariencia externa de las cosas sino su significado interior. The Square (2017) invierte ese enunciado de manera dramática: el arte moderno no hace más que mostrar una apariencia superficial, vacía, sin un significado profundo. La crítica brutal de esta comedia dramática -ganadora del Goya y la Palma de Oro a la mejor película europea- al mundo de los museos, curadurías y artistas de vanguardia contemporáneos resulta de una mirada intensa que deja lugar a la reflexión del espectador.
¿Todo es arte? ¿Cuáles son los límites que lo definen? En un siglo en que las personas caminan sin ver a los demás atrapados por las pantallas de sus celulares, la frivolidad y la falta de empatía con el otro dominan los actos y los sentimientos. El individualismo de Christian -el director del museo de Estocolmo interpretado por Claes Bang- se refleja a lo largo de la película y se expande en todas direcciones.
“El Cuadrado” es una instalación de vanguardia que intenta reflejar valores de solidaridad y humanidad pero termina sirviendo de contrapunto para lo contrario. Dos jovencísimos millenials, supuestos expertos en redes sociales y comunicación de alto impacto, son contratados por el museo para promocionar la instalación. La superficialidad de sus vidas hiperconectadas hacen del mensaje un equívoco gigantesco. La ignorancia de la prensa y los periodistas que funcionan como formadores de opinión sin reflexión de toda una sociedad atontada, a modo de jefes de una Santa Inquisición moderna, asoma sin piedad.
Los únicos seres humanos que aparecen como bálsamos para estos personajes individualistas y volátiles son los que paradójicamente ellos mismos tratan de invisibilizar: los pobres. Los excluídos ayudan cuando nadie escucha, tienen códigos, piden perdón y exigen el de los demás.
Al antiguo snobismo de las clases acomodadas se les suma el fomento del ego en los likes de las redes, los gestos forzados (el protagonista practica sus emociones frente al espejo) y la necesidad de ser “moralmente correctos” cuando el arte siempre es todo lo contrario.
El arte, completamente despojado del aura benjaminiana, se valida a partir de una necesidad de clics: cuanto más visitas tiene un sitio en youtube, está más cercano a lo artísticamente auténtico. En palabras del poeta T.S. Eliot: ¿Dónde está todo el conocimiento que perdimos con la información? Se trata de la búsqueda de esos rasgos que nos definen como seres humanos: la sabiduría, la solidaridad, y la pasión auténtica por vivir una vida plena.
Pero, ¿qué es una vida plena? The Square nos muestra que es aquella cercana a los sentimientos. Dejar de lado los eufemismos, las vanguardias reivindicatorias de la nada, las cenas de caridad, los actos vacíos, para encontrarse con el otro, el olvidado, el que inmigrante que pide monedas en el subte, ese reflejo que en el fondo nos devuelve una mirada de nosotros mismos.
The Square propone una visión ácida de la sociedad actual. Dirigida por Ruben Ostlund (Fuerza Mayor, 2014) cuenta, parafraseando a Walter Benjamin, cómo la cultura pierde valor cuando la experiencia no nos conecta con ella. Con buenas actuaciones de los principales Claes Bang (Bron, 2013) y Elisabeth Moss (la Peggy de Mad Men) tiene los condimentos necesarios para entretener y llevar a la reflexión sobre cuestiones fundamentales como el arte y la vida.
Mariano Cervini – @marianocervini
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