30 enero, 2018
20 veces Federer
¿Tiene algún secreto Roger Federer? Queda claro que el talento sin igual que posee no se adquiere en ningún lado, pero la capacidad para trabajar y perfeccionarse es un sello que lo distingue. Análisis de un grande del deporte, luego de su triunfo en el 20° Grand Slam en su carrera.

A esta altura cualquier descripción sobre el asombroso tenista de 36 años se queda corta. La famosa frase que señala que lo importante no es llegar sino mantenerse le aplica a la perfección. Pero al mismo tiempo, la trasciende. Porque Roger Federer no es que simplemente se mantuvo en la élite de su deporte exhibiendo rasgos dignos de competitividad, demostrando vigencia frente a los más jóvenes, que a la larga terminan imponiéndose. No, Federer compite y gana torneos por doquier, suma récords de todo tipo y lleva a lo inverosímil en el mundo masculino (porque vale recordar que entre las mujeres, Margaret Court, Serena Williams y Steffi Graf tienen más títulos aún) la cantidad de Grand Slam que atesoran sus vitrinas. Y lo más increíble de todo es que creemos que puede ganar todavía más.
¿Tiene algún secreto Federer sobre todo para esta actualidad? Queda claro que el talento sin igual que posee no se adquiere en ningún lado, pero la capacidad para trabajar y perfeccionarse es un sello que lo distingue.
Ese jugador completo que ya sabemos que existe hace rato jamás podría seguir ganando si su tenis no hubiera adquirido nuevas características. Federer, como Ginóbili en la NBA, es la expresión máxima en el mundo del deporte de que no hay edad que impida aprender, incorporar otras herramientas y evolucionar. Ha ido mutando sin perder la esencia y en esas mutaciones podemos explicar la sucesión de éxitos pasados los 30 y fundamentalmente desde principios del 2017.
Es un darwinista full time: se adapta para sobrevivir pero termina siendo el rey de la selva. Y además también ha sabido aprovechar las oportunidades que se le presentan: si en el reciente Australia las semis lo “obligaban” a ganar el título dados los rivales que habían llegado, ¿cómo olvidar aquel Roland Garros de 2009 donde Rafael Nadal perdió su invencibilidad con Soderling y Federer aprovechó su chance para ganarle al sueco en la final y atesorar su único Abierto de París?
Sin embargo esta sensación de “Federer eterno” no fue así hasta hace muy poco. Con la consagración en Australia el año pasado – título que acaba de retener- el suizo cortó una racha de más de cuatro años sin quedarse con uno de los grandes.
La celebración en Wimbledon 2012 iba quedando añeja. Jugar contra Federer era jugar contra una leyenda pero los festejos en las finales eran para otros. Fueron tiempos – recientes, pero tiempos al fin- donde pareció consolidarse la tercera hegemonía de esta era, además de la del suizo y la de Rafael Nadal: la de Novak Djokovic, quien, en ese lapso de sequía federiana, obtuvo siete de sus 12 Grand Slam y cinco de ellos entre el 2015 y 2016, dos años en los que prácticamente arrasó con sus rivales. El serbio no sólo aprovechó un vacío sino que lo revalidó ante el suizo en dos finales consecutivas de Wimbledon y en la final del Abierto de los Estados Unidos 2015.
Pero además fueron temporadas en las que supimos hablar de “el otro suizo”, el enorme Stanislas Wawrinka, que ganó 3 Grand Slam, de Andy Murray, que también cosechó un tridente y quien a su vez parecía encarnar junto a Nole el nuevo duelo del tenis en lugar del aparentemente desfallecido Rafa-Roger, de la cuota habitual de Rafa en la arcilla de Roland Garros, donde festejó en 2013 y 2014 -después sobrevendrían varias lesiones para el de Mallorca-, y hasta hubo lugar para el croata Marin Cilic en el US Open 2014.
Lógico, se atrevería a pensar cualquiera. Pasan los años, pasan los jugadores, el deporte queda. La rueda sigue girando. Muerto el rey, viva el rey o los reyes si es que el cetro anterior era muy pesado como para que lo cargue uno. El dominio de Federer -y en menor medida, de un Nadal cinco años más joven- iba dejando paso a otros jugadores que esperaban agazapados su oportunidad. Y empezaron a aprovecharlo.
Si el suizo vio con asombro lo que implicó la aparición del español en su carrera -¿cuántos GS más tendría Roger de no haber aparecido ese animal tenístico, esa piedra en el zapato que significó Nadal?- estos años de mayores dificultades para ganar los trofeos más importantes -cosechó 12 títulos en ese lapso, entre ellos tres Masters Series y la Copa Davis de 2015- parecían decirle que hasta aquí había llegado su reinado. Un reinado único, ¿no? Si la foto la sacábamos en 2016 lo mostraba con 17 de los grandes y con la misma unanimidad que ahora: el más grande de todos los tiempos en la historia del tenis. Y entonces, ¿qué más?
Evidentemente los tipos como Federer siempre están dispuestos a algo más. Será un gen especial o algo por el estilo, pero no hay rendición alguna frente a un estado de situación que parece sumamente adverso. Si en el 2016 el suizo tocaría fondo con la peor temporada desde el 2000 -el último año al que había que remontarse para no observar títulos en su historial- el 2017 empezó una resurrección que parece no tener techo.
Pero no fue sólo un milagro. La decisión de ponerle punto final a la temporada en dicho año tras la caída en semifinales de Wimbledon terminó siendo una de las claves para una vuelta más poderosa, más energizada. Fue bajar un cambio tras casi dos décadas de estar siempre -en febrero de ese maldito 2016 le practicaron una operación tras una rotura de meniscos, la primera en 18 años-, una especie de refresco cerebral y físico sumamente necesario para alguien que, claramente, quería más. ¿O acaso un anuncio de retiro hubiera sonado descabellado en alguien de 35 años que, desde la mayorías de las ópticas, lo ganó todo?
Como solemos decir con Lionel Messi, hay que dedicarse a disfrutar a Roger Federer. Hablamos de un deportista único, que hace rato está sentado en la mesa de los grandes del deporte a lo largo de la historia. Que boxea con Alí, que la vuelca con Jordan, que corre junto a Bolt o nada con Phelps. Y que, por sobre todas las cosas, juega el tenis como solo él sabe hacer. Juega al tenis como Federer.
Sebastián Tafuro – @tafurel
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