América Latina

10 enero, 2018

Venezuela en el punto de inflexión

Por Julián Aguirre, desde Caracas. El viejo año ha quedado atrás. La pulseada política alrededor de Venezuela vio escaladas y giros en cuestión de días que establecieron las condiciones para lo que vendrá. El país se prepara para un momento histórico dentro de su historia política reciente: la elección presidencial de 2018.

Por Julián Aguirre, desde Caracas. El viejo año ha quedado atrás. La pulseada política alrededor de Venezuela vio escaladas y giros en cuestión de días que establecieron las condiciones para lo que vendrá. El país se prepara para un momento clave dentro de su historia política reciente: la elección presidencial de 2018.

El gobierno encabezado por Nicolás Maduro y el chavismo como movimiento lograron atravesar la tormenta. Ahora predomina la calma en el escenario político, a tono con el impasse que trajo el receso de fin de año. Un merecido descanso, un instante para tomar aire entre rounds. Sin embargo la tensión y la incertidumbre marcan la pauta en el país que se debatirá este año el premio mayor: la elección para el cargo de presidente y con ello la conducción política del Estado.

Este año también verá elecciones presidenciales en México, Colombia y Brasil. Independientemente del resultado en las urnas, su desarrollo servirá para tomar el pulso de cada país y de la región en su conjunto.

2017 fue un año partido en dos en Venezuela. El punto de quiebre lo representó la celebración de las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) el 30 de julio. Fue realmente un antes y un después en la polarización y disputa por el país. Asimismo acabó siendo, quizá, el mayor acierto para el chavismo en la crisis actual: se logró desactivar una escalada de violencia -a la que una parte del liderazgo opositor se encargó abiertamente de darle tintes insurreccionales- asistida directamente desde el exterior. El discurso de la paz logró empalmar con la condena social mayoritaria a las acciones callejeras desplegadas por grupos opositores y evitar la ruptura institucional.

El gobierno retomó la iniciativa política al tiempo que sumió a la oposición en la mayor crisis de sus últimos años. El chavismo reconstruyó una mayoría electoral revirtiendo simbólicamente su derrota en las legislativas de 2015. Sin embargo, eso no se traduce necesariamente en un cheque en blanco para el gobierno.

El 6 y 7 de enero se dieron las primeras jornadas de debate para dar forma al Plan de la Patria 2019-2025, con asambleas realizadas a nivel nacional. Se trata de los lineamientos generales que darán forma a la plataforma electoral y plan de gobierno del chavismo para el próximo periodo. La crisis ha alimentado ansiedades y debates acerca del rumbo que adoptará el proceso bolivariano.

Si bien el año pasado el gobierno de Maduro hizo de la cohesión una virtud para sostenerse políticamente, la unidad y la lealtad viven continuamente en tensión ante las demandas de acciones. El chavismo no es un movimiento estático ni uniforme, como a menudo se lo quiere representar. Pero contener y dirigir a las distintas fuerzas sociales -contradictorias entre sí por momentos- que lo conforman demanda gran capacidad de liderazgo que se verá a prueba este año.

Mejor hablar de ciertas cosas

El mayor reto hoy no proviene de la oposición partidaria, sino de la crisis/guerra económica prolongada en el país durante los últimos años, la cual ha hecho estragos en su tejido social y deteriorado la capacidad del Estado para actuar. De no revertirse los efectos, el malestar será condición ideal para nuevos estallidos de violencia y traerá enormes costos en las urnas.

El tema que ocupa prácticamente todas las conversaciones en la calle y en los hogares es la economía. Un aumento de precios constante que ya asume en los hechos el carácter de una hiperinflación inducida, ante la cual los incrementos de sueldo y bonos económicos emitidos por el gobierno resultan necesarios pero insuficientes, se le suman la corrupción y la ineficiencia en la gestión, temas que han sido abordados con urgencia, como remarca la “cruzada” encarada al interior de PDVSA.

La situación no se guía por ningún ejemplo de manuales de economía,  sino que está sujeta a la acción simultánea de múltiples actores y factores distorsivos, entre los que prima el dólar paralelo como la referencia real en una economía cada vez más informal.

En ese contexto el pasado viernes 5 de enero, Maduro anunció el cierre de las vías aéreas y marítimas con las islas de Aruba, Curazao y Bonaire por 72 horas. Una informe del colectivo de periodistas Misión Verdad da cuenta de las dimensiones del tráfico de materias primas y minerales y el lugar que ocupa en el desangre de la economía venezolana. A su vez, el sábado 6 se reinició la verificación del control de precios en las principales cadenas de supermercados del país.

La ANC ha preparado y aprobado en estos primeros días de enero una batería de leyes que contribuyan a dar mayor transparencia en el intercambio de bienes y servicios, promuevan la entrada de inversiones extranjeras y dinamicen los sectores productivos de la economía.

Pero la gran iniciativa del gobierno recientemente ha sido el Petro. Incursionando en el nuevo terreno de las “criptomonedas” y las transacciones virtuales, apunta sortear las restricciones y sanciones que EE.UU. ha impuesto contra las operaciones financieras y comerciales del país.

Uno de los efectos más notables de las acciones de Washington ha sido dificultar al país la importación de alimentos básicos y medicamentos para suplir las necesidades de su población.

Si el Petro sigue buen rumbo, supondría un cambio en la manera que Venezuela se relaciona con el exterior, contribuiría a contrarrestar la dependencia del dólar en los intercambios internacionales y su influencia en la economía nacional.

El tablero

Está previsto que para el 11 y 12 de enero se retome la mesa de diálogo ente las delegaciones del gobierno y de la oposición en República Dominicana. Trabada en luchas internas por el liderazgo y el rumbo a seguir -entre partidarios del boicot y sectores más pragmáticos volcados a la participación- la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) padeció una profunda crisis en la que se derrumbó parte del capital político que había acumulado desde 2015.

Los mayores perdedores están entre esa generación de dirigentes que emergió con el chavismo en el gobierno, aglutinados principalmente en los partidos Primero Justicia y Voluntad Popular. El protagonismo ha vuelto a Acción Democrática y su pragmático dirigente nacional, Henry Ramos Allup, representantes de la política tradicional, quienes ganaron cuatro gobernaciones en octubre pasado.

El fracaso momentáneo de la oposición en renovarse políticamente también ha puesto a un nombre sobre la mesa. Es señalado por encuestadoras, dirigentes y formadores de opinión como la principal carta de la oposición: Lorenzo Mendoza. Se trata del hijo y titular del poderoso grupo empresarial Polar, líder en el sector alimenticio del país, siendo que sus productos ocupan buena parte de la canasta básica venezolana. La familia Mendoza ha sido denunciada en reiteradas ocasiones como causante del desabastecimiento y la escalada de precios que golpean la economía familiar.

Es el outsider perfecto, que con la “mística” de la gestión privada atrae a un electorado desencantado que se siente huérfano de su clase política. Pero Mendoza, por el momento, se ha mantenido ambiguo en sus declaraciones públicas y sin duda, consiente de su peso, hará valerse en las negociaciones que deben estar teniendo lugar para colocarlo en la carrera electoral.

@julianlomje

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