9 enero, 2018
«Manhunt: Unabomber», el poder de las palabras
La serie, disponible en Netflix, narra de manera minuciosa la investigación del FBI para identificar a la persona detrás del envío de 16 cartas bomba a lo largo de casi dos décadas. Impecable producción basada en hechos reales que pone el foco en el desarrollo de la lingüística forense.

La serie, disponible en Netflix, narra de manera minuciosa la investigación del FBI para identificar a la persona detrás del envío de 16 cartas bomba a lo largo de casi dos décadas. Impecable producción basada en hechos reales que pone el foco en el desarrollo de la lingüística forense.
¿Cómo atrapar al criminal aparentemente perfecto e invisible? Jim Fitzgerald (Sam Worthington), un agente especializado en análisis linguístico, se suma al equipo que el Buró montó para rastrearlo con el único fin de desmenuzar sus escritos y palabras para extraer posibles pistas que permitieran dar con su identidad y paradero.
«Unabomber» (como lo llamaba el FBI por las primeras pistas -luego incluso puestas en cuestión- que tuvieron sobre él: University and Airline Bomber) es un matemático, llamado Theodore Kaczynski (interpretado por Paul Bettany), con una postura ideológica anti-tecnología con la que justificaba sus atentados. Una especie de ludita de fines del siglo XX. Kaczynski incluso desarrolló su pensamiento en un manifiesto, titulado La sociedad industrial y su futuro que, por recomendación del FBI fue publicado en el New York Times y el Washington Post.
En la serie -de la que es imposibles spoilear argumentos o hechos ya que los hechos que relata son reales en un 80%, según los protagonistas en la vida real- seguimos los pasos de Fitzgerald y su desarrollo de la lingüística. Lo vemos estudiar al detalle cada palabra, expresión y formato con los que el Unabomber se comunica y extraer de ellos datos e información sobre su vida que ninguna evidencia física es capaz de brindar. También lo observamos compenetrarse con las ideas de Kaczynski, e incluso comulgar con algunos de sus postulados.
La producción recuerda al estilo de Mindhunter, ya que se trata de un policial poco ortodoxo, con más elementos de drama o thriller psicológico que de resolución de crimen, aun cuando éste está puesto en el centro de la pantalla.
Manhunt: Unambomber funciona a lo largo de sus ocho capítulos en dos tiempos. Va y viene de 1995 -cuando Fitzgerald se incorpora al equipo del FBI- y 1997, cuando finalmente capturan a Kaczynski en su cabaña de Montana. La excepción es el brillante y tenebroso sexto episodio, titulado «Ted», en el que el relato se adentra en la mente del criminal, su historia y las experiencias que lo marcaron en la vida y recorre varias décadas, desde su niñez.
Aunque la presencia en cámara de Kaczynski es mucho menor que la del investigador del FBI, la serie producida por Discovery Channel construye un brillante contrapunto entre ambos: las soledades, las reflexiones, la incomprensión y la genialidad los unen y enfrentan al mismo tiempo. También se ve en ambos la crítica a las instituciones, la desazón que produce la burocracia y los protocolos en un caso, la destrucción del pensamiento crítico en el otro.
Un semáforo en rojo en medio de la nada que sin embargo se obedece. En esa imagen se puede resumir la filosofía detrás de la crítica social que sostiene el autor de los 16 atentados entre 1978 y 1995 en distintos puntos de Estados Unidos y causó una de las investigaciones más costosas de la historia del FBI. Luego de aprehendido, el matemático graduado en Harvard fue condenado a ocho sentencias consecutivas de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Una serie que hay que ver.
Julia de Titto – @julitadt
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