Nacionales

15 diciembre, 2017

«El problema del mundo no es la falta de alimentos sino la mala distribución»

En el marco de la 11º Cumbre Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Buenos Aires y de la Cumbre de los Pueblos “Fuera OMC – Construyendo soberanía”, el programa “Fuera de Servicio” de Radio Sur FM 88.3 entrevistó a Deolinda Carrizo, referente y militante del MoCaSE – Vía Campesina, para hablar del foro de Soberanía Alimentaria realizado en la contracumbre.

En el marco de la 11º Cumbre Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Buenos Aires y de la Cumbre de los Pueblos “Fuera OMC – Construyendo soberanía”, el programa “Fuera de Servicio” de Radio Sur FM 88.3 entrevistó a Deolinda Carrizo, referente y militante del MoCaSE – Vía Campesina, para hablar del foro de Soberanía Alimentaria realizado en la contracumbre.

-¿A qué nos referimos cuando hablamos de soberanía alimentaria?

– Nosotros como Vía Campesina estamos intentando anteponer el concepto de Soberanía Alimentaria al concepto de Seguridad Alimentaria que es promovido por el lobby de las transnacionales. La Vía Campesina desde el año 1996 viene trabajando sobre esto y ha ido irradiando el concepto de soberanía alimentaria que se ha ido convirtiendo en principio de lucha. Se trata del derecho de los pueblos a decidir qué y cómo producir, y qué y cómo consumir.

En ese sentido es una lucha del pueblo del campo, los bosques, la pesca ante los megaproyectos que han ido impulsando las transnacionales bajo la excusa de que iban a acabar con el hambre del mundo con el «paquete verde» que se ha ido expandiendo por muchos lugares con el acaparamiento de las tierras. Es evidente que después de 20 años no ha tenido resultado esa “seguridad alimentaria” que ellos proponían sino que al contrario se ha incrementado el hambre.

Sobre eso se sigue peleando y en este foro lo que queremos es no sólo seguir compartiendo la lucha por la soberanía alimentaria sino también compartir experiencias concretas de la lucha que se viene realizando, no sólo en la resistencia sino en la construcción de esa alternativa a la que proponen las transnacionales.

– ¿Cómo pueden afectar posibles tratados de libre comercio (TLC) a la alimentación de los pueblos?

– Viene afectando ya con la concentración de las tierras, el impulso en muchos países de las modificaciones de leyes agrícolas o leyes de semillas que son parte de los TLC que realizan algunos países de forma bilateral, pero que nacen en la OMC, sobre todo en lo referido a la agricultura. Han ido cerrándose en ese ámbito y eso ha perjudicado mucho a los sistemas agrícolas de nuestros países, por eso la lucha permanente y la visibilización contra los transgénicos, el monocultivo de soja, de pino, de eucaliptus.

Pasa con los commodities, como el tema de la soja, que no es una producción que alimente al pueblo sino que es una extracción de nutrientes de riquezas de nuestro suelo para llevar a los mercados que alimentan a los cerdos en Europa o en Asia y eso ha ido rompiendo muchos mercados y producciones locales y poniendo en riesgo la soberanía alimentaria de los pueblos.

La semilla, que es uno de los ejes centrales para la producción, ha ido teniendo una pérdida de territorio a causa del glifosato o el 2,4D que son agrotóxicos que se aplican para mantener el monocultivo y que son diseñados en la mesa donde los ministros de agricultura de los diversos países se sientan a negociar.

– Ante este sistema de concentración y de libre comercio de mercancías, ¿cómo es el modelo de soberanía alimentaria que van a mostrar en el marco de esta contracumbre?

– Seguir diciendo que estamos, existimos y es una pelea no sólo del campo, sino de la ciudad. Un solo territorio. Una disputa permanente por quién controla la alimentación ha venido siendo a lo largo de estos años un eje muy importante y ha ido tomando más cuerpo, se han ido apropiando en diversos ámbitos para seguir trabajando y hoy a nivel nacional hay todo una red de cátedras libres de soberanía alimentaria que van disputando el sentido de soberanía y seguridad alimentaria.

Nosotros decimos que no hay seguridad si no hay soberanía alimentaria. En ese sentido se han ido creando diversos ámbitos académicos para disputar también esa idea de quién controla y cómo se hace la producción de alimentos. Como está diseñada la producción de los países. Ahí hay que ponerle mente y cuerpo.

– ¿Qué respuesta tenés al argumento de que para alimentar a todos los pueblos del mundo es necesario tener otra escala que dicen que no tienen las propuestas de soberanía alimentaria y que sólo puede ser conseguida a través del monocultivo y agroquímicos?

– El problema en el mundo no es por la falta de alimentos, sino por la mala distribución, no solo de los alimentos sino de los bienes. Hablamos de agua, tierras, semillas y no las herramientas.

Los pueblos hemos tenido la desventaja de que donde se deciden estos tratados, deciden unos pocos y lo hacen a costa del hambre de muchos. Quienes han llegado ahí han sido los lobistas de las transnacionales y han ido generando toda esta concentración a lo largo y ancho de nuestro planeta y decidiendo para que se siga reconcentrando.

Los TLC no tienen nada de libre para los pueblos, porque los pueblos se ven sometidos a la pérdida de los bienes naturales. Somos testigos, lo vivimos en los pueblos campesinos e indígenas. Vemos cómo cotidianamente, en Argentina, el intento de expulsión por parte de las transnacionales y la reconcentración de tierras es producto de lo que se firman en esas mesas de los TLC, la OMC.

Toda esa intencionalidad de que se firme del TLC entre la Unión Europea y el Mercosur y lo que se hable en el G20 responde a una coyuntura lamentablemente en nuestra región que va a permitir o intentará avanzar sobre la firma de ese acuerdo. En Uruguay se está realizando una jornada continental de rechazo a los TLC y OMC en defensa de la democracia y hace parte de las diversas acciones que de forma coordinada se vienen realizando en otros países.

– ¿Qué relación hay entre soberanía alimentaria y la producción sustentable y las formas que toman las relaciones laborales en esos espacios de producción?

– Hay un todo sistema de producción y también de colectivización. En Argentina tenemos distintas formas, en el caso de la tenencia de la tierra, que son tierras y territorios colectivos, donde coexisten y que se ha transmitido de generación en generación el saber para mantener de una forma sustentable y sostenida en el tiempo.

Es así que muchas generaciones van pasando en un territorio que se revive cotidianamente y de ahí se produce, se mantiene un intercambio. Hay otras lógicas que se mantienen invisibilizadas, pero se mantienen por ejemplo en el norte, en Salta, Jujuy, en el caso de las organizaciones que han sido parte de la vía campesina en Argentina hace 21 años vienen sosteniendo lo que es el «Cambalache», que es el intercambio ancestral que se hacía en esos pueblos, bajar con las semillas y llevarse otros productos que no se pueden producir en las alturas.

Son formas ancestrales que se mantienen. Después las trashumancias, sistemas de control territorial de los caminos que hoy se ven afectados por el cerco que van poniendo los compradores de las tierras y en las zonas de las chacras.

Algunas legislaciones provinciales han permitido acceder a las tierras para la producción de productores familiares, cooperativas. También se han ido generando ferias donde participan los propios productores para hacer venta directa al consumidor. Pero también hay otro sistema de productores intercambiando o haciendo que se vendan sus productos en los espacios justos donde se genera esa venta alternativa, fuera de las góndolas de los supermercados y otras realidades un poco más urbanas pero que no dejan de relacionarse o articular con el campo. Por ejemplo, las temporadas de producción y recolección de frutos secos.

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