América Latina

12 diciembre, 2017

Elecciones municipales en Venezuela: gobernar la crisis

Por Julián Aguirre, desde Caracas. Venezuela celebró elecciones municipales para definir el gobierno local de sus 335 alcaldías. Con este cierre electoral del año, el chavismo se anotó una tercera victoria ante la fragmentación opositora que definirá el mapa político con el que país recibirá el 2018. Las presidenciales asoman. En medio de todo eso, un distrito en la frontera puede contar una de las muchas historias que hacen al país.

Por Julián Aguirre, desde Caracas. Venezuela celebró elecciones municipales para definir el gobierno local de sus 335 alcaldías. Con este cierre electoral del año, el chavismo se anotó una tercera victoria ante la fragmentación opositora que definirá el mapa político con el que país recibirá el 2018. Las presidenciales asoman. En medio de todo eso, un distrito en la frontera puede contar una de las muchas historias que hacen al país.

No hay dos sin tres

El país espera, busca ganar aire mientras dos dinámicas conviven en contradicción aparente: la estabilización momentánea del escenario político, por vías institucionales-electorales, y la profundización a niveles críticos del ahogamiento de la economía. Esta última se da a merced de una escalada de precios que ya tiene tintes de hiperinflación, que semana a semana golpea el bolsillo de la economía familiar con la especulación en una mano y el dólar paralelo en la otra.

El 10 de diciembre se celebraron las elecciones municipales para definir los gobiernos de 335 alcaldías. El chavismo se aprestó a coronar el 2017 con una nueva victoria política. Y es ante todo una victoria moral de cara a la carrera presidencial de 2018; enfrente, la oposición acabó dividiéndose entre quienes optaron por la abstención y quienes participaron para aspirar a retener algunas trincheras, con la mirada apuntando al próximo año.

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Wilmer Berrios

Esto no puede confundirse con un cheque en blanco. El eje de la cuestión se encuentra en el frente económico. Mucho queda por hacer para devolver al país y su población alguna reminiscencia de normalidad.

El desabastecimiento selectivo de productos -a los que ha de sumársele en las últimas semanas la escasez de dinero efectivo en las calles- completa un panorama que reclama acción ante la incertidumbre que envuelve la llegada de las fiestas de año nuevo. Demasiados factores distorsivos y actores internos y externos presionan, y aún queda por ver qué estrategia se elaborará que pueda dar resultados tangibles en el corto plazo.

En la estrategia del gobierno, la última pieza que quedaba por acomodar en 2017 son las alcaldías, primera instancia de gestión del territorio y de mediación entre el Estado y la población, esencial para la aplicación de cualquier plan de iniciativas públicas que responda a la crisis.

Y aquí entran quienes pretenden ocupar dichos roles de autoridad política. Entre ellos está José María Romero, el ‘Chema’, militante social y comunero de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora (CRBZ) y alcalde electo por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para el municipio Páez, Estado Apure.

La calle a la política

Páez se ubica en la parte occidental de los llanos venezolanos, recostada sobre la frontera con Colombia. Hoy, la zona es el escenario donde la crisis muestra desnuda una de sus caras: un mercado negro, de entrada y salida constante de productos de todo tipo -alimentos, medicamentos, combustible, divisas- que conforman el desangre constante que la economía venezolana ha sufrido en los últimos años. Un caos con sus propias reglas, habilitado la corrupción recurrente y la falta de voluntad o capacidad de funcionarios locales.

“Páez Potencia” es la consigna que acompasa la épica que tanto caracteriza a la retórica nacional. Pero es una campaña que busca bajarse a tierra, a los problemas de la gente. Sin negar la tradición pero que busca hablar a alguien más allá de los convencidos de siempre. El ‘Chema’ es uno de varios candidatos que este año se han propuesto hablar claro, librándose de ceremonias y discursos grandilocuentes pero faltos de contenidos.

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Wilmer Berrios

Para ello él sale, visita todos y cada uno de los parajes, pueblos y distritos que componen el municipio. Junto a sus compañeros y compañeras sienten que un cambio adecuado en las formas y discursos apoyados en el trabajo de años como militantes de base dará sus frutos.

Las alusiones de rigor al legado del Comandante Chávez están, pero ocupan un lugar central los llamados a combatir la corrupción, reconstruir el tejido productivo local, promover la transparencia y la eficiencia como bases de la buena gestión.

De igual manera, la mayoría de las veces prefiere usar ropa casual en lugar del rojo ritual y otras identificaciones partidarias. En sus propias palabras, se trata de “ampliar las fronteras ideológicas”, hablar más allá del convencido, construir nuevos consensos con aquellos sectores que tienen un lugar que ocupar.

Sus intervenciones públicas conviven con los despliegues usuales del chavismo y de los periodos de campaña. Se lanzan así los “casa-casa”: el candidato recorre -o corre- durante toda una tarde una zona o distrito determinado, acompañada de varias docenas de militantes y simpatizantes. Se aparece y habla con cada familia que le abra una puerta, mientras que una compañera de su equipo de campaña toma nota de los reclamos y necesidades que se oyen. Un vecino ya mayor recostado en su hamaca sentencia: “Cuente con nosotros pero no se olvide de nosotros”.

En rincones como este, los reclamos y pedidos que familias hacen llegar al candidato son tan básicos como elementales: pavimentar calles, arreglar la iluminación, proveer de insumos y bienes básicos (una heladera, instalaciones de gas, etc.) en un país que en toda su historia moderna ha tenido al Estado como el proveedor del bienestar. Y eso carga en los liderazgos locales la tarea de reunir y traducir ese vasto abanico de expectativas en políticas. De dar respuestas.

Un camión encabeza la columna, sobre el cual van los parlantes que spots electorales con joropo llanero y reggaetón. El orden dura poco en la columna de gente. Risas, gritos, ruidos, el chavismo suelto es un caos colorido, suma -o revuelto- de todo lo que la cultura y expresión popular tiene para ofrecer.

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Wilmer Berrios

El ‘Chema’ ha tenido una rutina de hiperactividad, necesita que la gente lo vea, incómodo de ser necesario. Habla de sacudirse el confort de una burocracia política asilada en las oficinas y lejos de las calles; promete que pasará más días con las comunidades que dentro de la alcaldía, para gestionar pero también para involucrar directamente a las comunidades en los procesos públicos. Vecino que siempre estuvieron vinculados a la oposición los que esperan un buen desempeño suyo, ante la falta de alternativas propias.

El domingo lo premia con 16976 votos sobre 27738: más de 7 mil arriba que su principal contrincante. La ausencia de algunas de las principales formaciones opositoras en la contienda coincide con el escenario nacional. Han cedido este momento para llegar ordenados a la disputa mayor de 2018.

Aquí se sabe que esto es tan solo el comienzo. Mucho queda por hacer para estar a la altura de lo prometido. Revitalizar una confianza desgastada en estos años de crisis, donde la resignación está al alcance de la mano. Pero hay quienes buscan hacer frente a la coyuntura, hacer de la crisis una oportunidad para reinventarse, para volver a la iniciativa, para hacer de la política una herramienta que actúe sobre la realidad.

@julianlomje

Foto de portada: Wilmer Berrios

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