7 diciembre, 2017
Frente Amplio chileno, la respuesta por izquierda a 26 años de transición
Por José Robredo Hormazábal, desde Santiago. Las pasadas elecciones del 19 de noviembre confirmaron que el escenario político en Chile cambió de forma drástica y que, al parecer, la languidez de los últimos 26 años se remecía con la irrupción electoral del Frente Amplio, que lograba poco más del 20% en la presidencial, 20 diputados y un senador. Se comenzaba a ver el resultado de una historia y un camino que se abría tiempo atrás.

Por José Robredo Hormazábal, desde Santiago. Las pasadas elecciones del 19 de noviembre confirmaron que el escenario político en Chile cambió de forma drástica y que, al parecer, la languidez de los últimos 26 años se remecía con la irrupción electoral del Frente Amplio, que lograba poco más del 20% en la presidencial, 20 diputados y un senador. Se comenzaba a ver el resultado de una historia y un camino que se abría tiempo atrás.
En los últimos quince años en Chile, y su transición democrática post dictadura de Pinochet, se ha vivido paulatinamente la aparición de demandas y la manifestación de buena parte de la sociedad por concretar muchas de las promesas que en 1990 venían de la mano con la salida del dictador.
Esto se tradujo en una serie de movilizaciones, primero, demandando un nuevo modelo educativo -bajo el reclamo de garantías de una educación pública, gratuita y universal-, el cambio de la Constitución de 1980 y, en los últimos dos años, la transformación del sistema de pensiones.
Todas estas, demandas sociales que apuntan a la construcción de una sociedad de derechos, cosa que en una de las cunas del neoliberalismo se veían como un hecho curioso para algunos defensores del modelo y, para los más ortodoxos, un retroceso a los años previos al golpe militar de 1973.
De esta forma fueron surgieron organizaciones y movimientos sociales que, junto a partidos de izquierda, tímidamente comenzaron a desafiar a los conglomerados socialdemócrata y de derecha que administraban el poder sin contrapeso. Si bien los resultados fueron mejorando en la medida que los años pasaban, no llegaban a ser considerados debido a la dispersión de las fuerzas alternativas.
Eso hasta cuando en las pasadas elecciones municipales de 2016, la dispersión se redujo a dos bloques que agruparon a las fuerzas que hoy componen lo que conocemos como Frente Amplio. Los resultados fueron muy positivos, siendo el más sonado el triunfo el del municipio de Valparaíso que consagró al ex dirigente estudiantil, Jorge Sharp, como alcalde del principal puerto allende los Andes.
De ahí el proceso fue natural y comenzó a cuajar con fuerza la construcción de una coalición que reuniera al movimiento social, partidos de izquierda y centro izquierda que aspiraban a avanzar hacia los cambios que la sociedad requería desde principio de la década de los 2000.
Maduración contrarreloj
En pleno verano, el 21 de enero, se reunieron militantes de las once organizaciones -hoy son catorce- que levantaron el Frente Amplio (FA), que se constituía como una coalición que buscaba impugnar a los desgastados bloques que protagonizaron el teatro político chileno y que, a la vez, se disponía a disputarles el poder.
Las fuerzas políticas provenían de diferentes orígenes, desde el movimiento estudiantil, ecologismo, feminismo, la socialdemocracia y partidos de izquierda. Su eje del discurso estaba claro: transformar la forma de hacer política, con participación y protagonismo ciudadano.
Hasta ese momento el naciente bloque contaba solo con tres parlamentarios: Giorgio Jackson (Revolución Democrática), Gabriel Boric (Movimiento Autonomista) y Vlado Mirosevic (Partido Liberal).
Por aquellos meses el diputado Boric, quien en 2012 fue presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, señalaba que “debe constituirse como un espacio con proyecciones más allá de lo electoral. Estamos convocando a la ciudadanía a recuperar nuestra democracia, a construir el país que queremos y a dejar de delegar en los mismos de siempre”.
En la misma línea se expresaba la presidenta del partido Poder Ciudadano, Karina Oliva, la que sostenía que dicho encuentro era “la primera vez que se unen sectores políticos y sociales para enfrentar a la casta política y económica para transformar Chile bajo un sentido democrático”.
Casi dos meses después vendría el primer golpe de efecto. Los primeros días de marzo el sociólogo Alberto Mayol, quien se hizo conocido mediáticamente como uno de los intelectuales que impulsaban la movilización estudiantil de 2011, aparecía en escena como precandidato presidencial, moviendo el tablero apoyado por diferentes personalidades del conglomerado. Mientras, el 21 de marzo la por entonces conductora radial Beatriz Sánchez, se presentaba como precandidata presidencial con el apoyo de parte de las fuerzas frenteamplistas.
Ya con dos aspirantes a La Moneda (como se llama la casa de gobierno chilena) el Frente Amplio presentaba sus credenciales. El siguiente paso fue definir las candidaturas para las elecciones de noviembre, lo que se concretó a través de primarias presidenciales y parlamentarias en siete distritos. A ello se suma la construcción de un programa a través de encuentros en las bases frenteamplistas, el que fue sancionado a través de un plebiscito.
Las primarias determinaron que la candidata presidencial del FA sería Beatriz Sánchez. “Con el poder de la gente vamos a derrotar el poder del dinero, porque eso es lo que viene. Les vamos a ganar en primera vuelta y en todas las elecciones que vienen”, sostenía exultante a la hora de los festejos.
Tras cartón vinieron los primeros problemas: la negociación, durante los meses de julio y agosto, de los cupos parlamentarios, tensaron al extremo el ambiente al interior del conglomerado y permitieron a los bloques tradicionales iniciar una campaña conjunta contra la nueva alternativa.
Superada la refriega interna, todas las fuerzas se pusieron en la campaña presidencial y parlamentaria de noviembre pasado con el objetivo de golpear al bipartidismo, lo que en Chile se conoce como “El Duopolio”.
Sorpresa electoral y proyección
Hasta el inicio de la campaña electoral el Frente Amplio había logrado crecer por sobre las expectativas de sus propios dirigentes, lo que se reforzaba con las ahora desprestigiadas encuestas.
Sin embargo, con el correr de la cruzada, la pista se empinaba. Los líos en la interna, la operación de los medios de comunicación tradicionales, las mismas encuestas que encumbraban a Beatriz Sánchez y la presión de la Nueva Mayoría junto con la derecha parecían poner el camino cuesta arriba.
Pero el 19 de noviembre vino la sorpresa. Con un 20,2% de los votos, la alternativa frenteamplista estuvo a poco más de 160 mil votos de disputar la segunda vuelta con el multimillonario, ex presidente de la República y representante de la derecha Sebastián Piñera. Junto con eso se logró elegir 20 diputados y un senador, con lo cual la instalación del FA como protagonista de la escena política chilena quedaba sellada.
Con estos resultados la atención se centró en la definición del apoyo en segunda vuelta por parte del conglomerado. Tras deliberaciones de cada una de las orgánicas y de las estructuras frenteamplistas se determinó no hacer un llamado explícito para votar por el oficialista Alejandro Guillier, aunque sí se señaló que en el balotaje se debía actuar en “contra de la derecha”.
Con esto, diferentes personalidades del conglomerado fueron manifestando su público apoyo a Guillier, incluida la ex candidata presidencial, Beatriz Sánchez, la que señaló para justificar su decisión que “Chile con Sebastián Piñera no solo significaría un retroceso, sino que también un riesgo”.
De esta forma se cierra la primera etapa del Frente Amplio cumpliendo el objetivo de convertirse en la tercera fuerza política del país, dando cuenta que el movimiento social y la izquierda en Chile cuaja y hace sentido a una sociedad que comienza a despertar. Serán los cuatro años que vienen los que determinarán las posibilidades reales de esta coalición para poder alcanzar el gobierno y profundizar el proceso de cambios que vive Chile.
@joserobredo
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