Cultura

4 diciembre, 2017

El Refugio de los Invisibles: parir la libertad

La obra de Catalina Briski propone quitarse las máscaras de la comodidad. Los invisibles son aquellos que la sociedad elige no ver. Una construcción que surge de negar la mirada que en el fondo es lo mismo que negar su existencia.

La obra de Catalina Briski propone quitarse las máscaras de la comodidad. Los invisibles son aquellos que la sociedad elige no ver. Una construcción que surge de negar la mirada que en el fondo es lo mismo que negar su existencia.

¿Quiénes son los invisibles? ¿De qué se esconden? Esas dos preguntas configuran un eje central y único en el que se estructura El Refugio de los Invisibles. La obra de la directora y actriz Catalina Briski propone desde el primer momento un juego de simbolismos potente en que el espectador debe despojarse de lo cotidiano para entrar.

Con cuatro actores en escena, construye una tensión que oscila entre la danza  el cuerpo en movimiento; a veces preciso, otras veces torpe, casi clown, otras frenético- y la mirada del público al que se le exige entender desde un lugar no lineal, con una profundidad de significaciones que se van desplegando a medida que pasa el tiempo.

Esta propuesta enlaza lo físico de la actuación manejado con precisión y soltura. Los Invisibles aparecen en escena, se muestran desde un juego de luces y sombras en el que gritos, ruidos y parpadeos crean su propia esencia de monstruos desplazados en la oscuridad. El cuerpo de cada personaje exhibe su autoridad a partir del movimiento. El sonido -a veces grito, a veces canción- termina de configurar una identidad propia que a la vez es colectiva, valiente y siempre rebelde.

Si Jean Paul Sartre dijo alguna vez que el infierno es la mirada del otro, en El Refugio… ese infierno es construido por los que eligen no ver: la sociedad acomodada que prefiere no mirar al que sufre. El ser humano deja de entenderse como solidario sin su característica principal de ver al otro; al que necesita ser visto pero es evitado por el confort de la vida burguesa cotidiana que favorece a unos pocos.

Un gran trabajo de coordinación entre Mariela Bonilla, Ramiro Cortez, Manuel Fanego y María Kuhmichel que a veces parecen un todo y saben desdoblarse en los momentos indicados para ganar en un reclamo permanente de cuerpos colectivos. Los Invisibles pueden ser presos de un pabellón, una familia de inmigrantes de cualquier época o un conjunto de amigos que a veces se aman y otras se odian. Lo importante es que se forman desde el margen. Convocan a esa mirada que los evita para quitar el velo de la indiferencia. Escenas que parecen no tener una continuidad lineal y evocan desde ese refugio de sensaciones la humanidad de los que miran con los ojos ciegos bien abiertos. El despertar como un acto de rebeldía. Lo oculto que explota en movimiento y está en puja permanente. Un reclamo que es como un parto; parir el nombre propio, la identidad verdadera y, por fin, la libertad.

Mariano Cervini – @marianocervini

Ficha técnica

Idea: Catalina Briski
Actúan: Mariela Bonilla, Ramiro Cortez, Manuel Fanego, María Kuhmichel
Vestuario: Estefanía Bonessa
Escenografía: Estefanía Bonessa
Diseño de luces: Paula Fraga
Video: Paola Evelina Gallarato
Música: Tomas Melillo
Fotografía: Paola Evelina Gallarato
Diseño gráfico: Paola Evelina Gallarato
Asistencia general: Kevin Litvin
Prensa: Noralia Savio
Producción: Puja Producciones, Casandra Velázquez
Dirección: Catalina Briski
Agradecimientos: Centro Cultural Borges, Espacio Sísmico, Teatro Caliban, Liliana Cepeda, Inés Maas, Marie Pascal, Jean Paul, Mauro Podesta

Última función: viernes 8 de diciembre a las 21hs en el C.C Borges, Sala Norah Borges.

Foto: Tiempo Argentino

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