Géneros

27 noviembre, 2017

Momentos finales del juicio por el femicidio de Daniela Rodríguez

La semana pasada comenzó el juicio por el asesinato de Daniela Rodríguez en el partido de Tres de Febrero. El caso no está siendo juzgado como femicidio. Daniela fue asesinada por su novio con el arma reglamentaria de su padre.

La semana pasada comenzó el juicio por el asesinato de Daniela Rodríguez en el partido de Tres de Febrero. El caso no está siendo juzgado como femicidio. Daniela fue asesinada por su novio con el arma reglamentaria de su padre.

Daniela Rodríguez tenía 15 años y vivía en la localidad de Pablo Podestá, partido de Tres de Febrero. El 29 de diciembre de 2016, su novio de 16 años la asesinó con el arma reglamentaria de su padre (miembro de Gendarmería). La semana pasada en el Juzgado de Menores de San Martín comenzó el juicio contra el joven, que concluirá este miércoles 29. Luego, en un plazo de cinco días, se dictará la sentencia.

No está definida, por tratarse de un menor, la carátula que lleva el caso ni si recaerá alguna responsabilidad sobre el padre del asesino por haber dejado su arma en su domicilio, al alcance de su hijo menor de edad. Se sabe que no será otorgada la carátula de femicidio y que se esperan varias declaraciones de testigos y la reconstrucción de los hechos, para poder luego desarrollar conclusiones e informarlas.

Lo que sí está probado a partir de lo que relató la familia de la víctima desde un comienzo, es que el joven generaba discusiones habitualmente con Daniela y que ese día también habían discutido previamente a que él la invitase a la casa de su familia donde se encontraba solo y donde ella fue asesinada.

Ni casualidad, ni inevitable

El maltrato de varones hacia mujeres, los femicidios, no son accidentes ni casualidades. Eso que se define como “noviazgos violentos”, tiene que ver con un tipo de violencia en la que los varones son quienes se adjudican el derecho de controlar, disfrazar sus celos de “amor”, humillar y maltratar a sus parejas de diferentes maneras. La violencia machista es enseñada a las personas desde muy temprana edad y por lo tanto se arraiga a las relaciones de pareja, poniendo siempre a las mujeres en el lugar de un objeto a disposición de un otro. Por ser menor de edad, el acusado no se enfrenta a un caso de femicidio y así el Estado se hace presente en una decisión que genera discusiones.

Pero es un problema ver esta foto sin dar cuenta que lo recurrente en el caso de Daniela, como en el de tantas otras, no es la presencia de las políticas públicas sino su falta: ¿dónde queda la educación sexual integral? ¿Cómo se generan nuevos valores culturales para evitar este tipo de violencia en las relaciones? La figura del femicidio no es una descripción de las formas de un asesinato de una mujer sino que describe las motivaciones del mismo: la desigualdad entre los géneros.

El caso de Daniela no fue casualidad, ni tampoco inevitable. Más aún por el hecho de que su asesino tuvo al alcance el arma que le permitió atentar contra su vida y que ésta era un arma reglamentaria de un miembro de las fuerzas de seguridad.

Este juicio no debe ser el único y último momento en el que se hable sobre lo sucedido. Es necesario que la Justicia tenga una resolución coherente, pero también que de una vez por todas existan políticas públicas integrales y eficientes que apunten a erradicar la enorme cantidad de casos de violencia de géneros que golpea más fuerte a quienes menos tienen. Tanto por el menor acceso a los derechos y la mayor desprotección que eso implica, como también por el desamparo que, cuando lamentablemente ocurre lo más grave, les toca atravesar a las víctimas y a sus familias.

Es hora de que la justicia no se haga solamente en los finales de los juicios (desde ya que es necesaria e imprescindible) sino principalmente antes de que el machismo y quienes lo ejercen sin ningún tipo de cuestionamiento sigan cobrando la vida de tantas mujeres.

Mariela Di Francesco – @maridifran

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